sábado, 20 de septiembre de 2014

LA POSADA DE LOS SECRETOS

[Introducción]
/ Este libro tiene un origen tripartito. Por un lado, El bisturí, un blog personal que estrené en el ciberespacio a finales del 2008, una de cuyas secciones en un principio titulé “La leyenda personal”, pero que más tarde derivó en “La posada de los secretos”, sorprendido ante el importante seguimiento de sus entradas. Por otro, determinadas lecturas en las que profundicé tras leerme —varios años después de su publicación—El alquimista, del escritor carioca Paulo Coelho (de ahí el primer título de la sección del blog), y que componen la pequeña biblioteca con la que cuenta esta modesta posada. Por último, mis primeras incursiones en el Camino de Santiago, ese viaje iniciático —aún inacabado—con el que diariamente, a escala reducida quizás, aprendes las lecciones más valiosas y sorprendentes de la vida.
Precisamente esta obra recoge la mayoría de las entradas (posts) de la sección homónima de mi bitácora. Mentiría si no dijera que sus seguidores son los que más me han aleccionado para que imprimiera esas reflexiones que tanto debate y tanta energía positiva han generado, al conformar lo que, en palabras del grupo murciano Maldita Nerea, podría llamarse “el mundo genial de las cosas que dices”. En realidad, la posada no pretende ser más que nuestro habitual refugio, el lugar donde nos encontramos con nosotros mismos y dialogamos serenos con nuestro yo más auténtico, y los secretos, aparte de reflejar el carácter intimista y potencialmente conmovedor de los contenidos, constituyen un tributo a una formación de música pop, aún en la brega, que acapara el hilo musical de esta peculiar hospedería.
El volumen recopilatorio, en origen apenas un opúsculo, se estructura en cinco apartados, que conforman las cinco habitaciones de mi particular posada. Además, incorpora un apéndice, a modo de buhardilla, que es el origen de todo (El alquimista), y una bibliografía de referencia, que conforma la biblioteca de ese albergue, el lugar donde los huéspedes (los lectores) pueden ahondar y sumergirse en los contenidos que se comentan, en las microhistorias que se relatan.
“La seducción de las palabras” pasa revista a algunas de las voces que más nos cautivan, palabras que nos embelesan o fascinan con solo pronunciarlas. A la mayoría nos encantan sus continentes pero nos conquistan sin remisión sus contenidos, es decir, sus significados más profundos, que exceden con mucho de los más asépticos del diccionario. Asegura el periodista Alex Grijelmo (en un libro del que trae causa la denominación de este capítulo) que las palabras viven también en los sentimientos, forman parte del alma y duermen en la memoria, y a veces despiertan, y se muestran entonces con más vigor, porque surgen con la fuerza de los recuerdos descansados.
“La conexión amarilla” entronca directamente con lo que el escritor y guionista Albert Espinosa ha denominado el mundo amarillo y surge inmediatamente después de la lectura, con ese mismo título, de su libro de referencia. La primera entrada de este capítulo sigue siendo uno de los posts más visionados del blog, probablemente porque todos, hasta sin saberlo, ansiamos disponer de ese entorno “amarillo”, entrelazado por un imperceptible hilo rojo, que amalgame querencias sinceras, emociones encontradas y buenos deseos compartidos; y nuestro interés por ello se dispara.
“La memoria de los peces” se recrea en los recuerdos que muchos de nosotros evocamos, aunque algunos no sean más que mera ficción. Como escribe Marc Levy en una de sus novelas de éxito, “la pena de la ausencia se borra ante la memoria de los recuerdos felices”. Por eso varios relatos, ciertas entradas no solo reviven mi infancia y adolescencia, sino algunas de las fiestas y tradiciones de mi isla natal, La Palma. Ya sabemos que los peces apenas tienen memoria, pero la realidad es que la nuestra también se revela normalmente demasiado frágil y efímera, así que, no sin esfuerzo, el capítulo rememora algunos retazos de nuestra historia común. De paso la rúbrica nos recuerda una entrañable comedia irlandesa estrenada en 2003 y un fantástico trabajo del cantante madrileño Ismael Serrano que vio la luz en 1998, y que precisamente censura la fugacidad de la memoria.
“Un lugar cerca del corazón” enfrenta alguno de los fantasmas que la mayoría de nosotros guardamos secretamente en nuestro corazón, en ese rinconcito donde solo nos sinceramos con nosotros mismos. Son entradas atemporales, en las que se repasan los sentimientos y las emociones, en las diferentes acepciones definidas por el neurólogo portugués Antonio Damasio, y que nos embargan cuando el desamor, o el amor mismo, nos visita sin ser llamado, o nos traspasa consciente o inconscientemente. Un peculiar y tierno viaje tras las huellas de nuestras pasiones. ¿Realidad o ficción? Nada es lo que parece.
“En el Camino” reúne una suerte de diario de viaje por la senda jacobea durante dos incursiones, por tramos (entre Burgos y León), que he emprendido en los dos últimos años. Es la demostración de lo que la ruta del Apóstol revuelve en nuestro interior, de la importancia de descubrir las señales de la vida en el camino, de que siempre estamos a tiempo de reconducir nuestra historia por el sendero correcto. En cualquier caso —ténganlo presente—, siempre será mejor experimentarlo.
La recopilación se cierra, como ya adelanté, con un apéndice que, a modo de comentario de texto, he intitulado “El camino del corazón”. Analiza la obra que constituye el origen remoto de la apertura de La posada: El alquimista, y de alguna forma da sentido a toda la obra, pues constituye el epicentro del conjunto de los planteamientos generadores de los contenidos presentes en ella.
Finalmente incluyo una relación de los libros (la mayoría en las ediciones más modestas, como las encontramos en algunos hoteles) que podemos encontrar en la posada a día de la fecha y cuyas lecturas han enriquecido los textos que la conforman: obras que indagan en nuestras emociones y novelas entretenidas y con mensaje como le gustan a la escritora costarricense Carla Fonseca: Coelho, Espinosa, Gounelle, Márai, Punset, Rovira, Sharma, Tamaro... y algunos clásicos. Para saborear a la hora del té y profundizar en sus enseñanzas. //

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