jueves, 4 de junio de 2009

REINA DE CORAZONES

Solía pasear al caer la noche por la acera que fija los pies del malecón.
Normalmente caminaba sola, acaso sin rumbo cierto.
Apenas gesticulaba para saludar a quienes se cruzaba por aquella avenida interminable, contra la que la mar de Alberti rompía su furia.
En realidad, parecía sobrellevar su tristeza escondida en el ritmo vertiginoso
de sus pasos, cada tarde de otoño.
Moría de amor, pero sabía que no era amada ni en los sueños.
Siempre fue cómplice y confidente, una suerte de secundaria de la tragicomedia de su vida, en la que sus amigos descansaban sus congojas y confiaban sus nuevos tientos.
Para todos tenía una palabra de aliento, una caricia encendida o un abrazo de refugio.
Para todos disponía del momento preciso y del acertado consejo.
Mas ella sabía que no era amada ni en los sueños.
Un día, cómo tantos, junto al malecón -contra el que la mar rompía su furia-, y mientras andaba a paso más liviano, el destino parecía haberle dado un respiro.
A su lado, siguiendo su caminar acompasado, la había alcanzado su amor de juventud, aquel chico que había querido en silencio desde su adolescencia y del que también se sabía no correspondida ni en los sueños.
Manuel, que así se llamaba, era bastante alto, de cuerpo enjuto, ojos verdes y barbilampiño.
Recién divorciado, hacía poco que había vuelto a su ciudad natal.
Sentía su roce, mas no lo miraba. Escuchaba su respiración agitada, pero casi no levantaba la cabeza para verlo.
Su amor de juventud le preguntó por su vida. Ella, con dificultades para vocalizar, le habló de su exitosa carrera profesional, y de sus paseos al anochecer, que la mantenían en forma, y repreguntó.
Manuel le confesó su desdicha pasajera y su retorno finalista.
Regresaba en busca de alguien. De un primer beso, aún en etapa lozana, que recordaba con lucidez.
Inmediatamente ella aligeró el paso. Lo dejó atrás y empezó a correr.
Sabía que no era amada pero al menos quería ser protagonista de sus sueños.

Escucha Reina de corazones (Los Secretos)

… esta mujer que se muere de amor
y llora protegida por la lluvia
sabe que no es amada ni en los sueños/
lleva en las manos sus caricias vírgenes
que no encontraron piel donde posarse/
y/ como huye del tiempo/ su lujuria
se derrama en un cuenco de cenizas.
Mario Benedetti

5 comentarios:

  1. Mucha sensibilidad y buenas vibraciones, pese a la tristeza del fondo del texto. Y pertinente al relacionarlo con el poema de Benedetti, fallecido recientemente. Felicidades JJ y sigue así.

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  2. Pero que pasa en este blog???? Que nivel de ñoñería!!!!alagos por aquí alagos de vuelta, pero es que no hay ni un crítico? por favor que alguien de vez en cuando le ponga un poco de salsa a todo esto. Me parecen todo unos blogueros muy mansitos rozando el peloterismo diría yo. Pues a mi no me gusta esta historia tan triste y tan poco positiva.Saludos

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  3. Oído cocina. Se hará lo que se pueda. Saludos.

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  4. Pues a mi no me parece tan triste esta historia.
    El final da pie a que cada uno de nosotros nos imaginemos lo que queramos y en mi caso creo que, su amor de juventud, vuelve a por ella. Aunque ella se marche para no sentirse decepcionada nuevamente yo quiero ver que él vuelve por ella. Siempre debería triunfar el amor.
    Bss

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  5. AIN (desde facebook)8 de octubre de 2011, 23:58

    Linda historia que con la que he vuelto a pasear por el Malecón...un beso.

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