sábado, 31 de octubre de 2009

LA VIOLENCIA ESCOLAR EN LA PRENSA*


Al menos formalmente, para la prensa la violencia escolar sigue siendo una información menor. Esto se deduce de los días en los que se publica este tipo de noticias (con mayor frecuencia entre semana) y de su lugar en la página (mayoritariamente en páginas pares y pocas veces en portada). Ahora bien, por regla general, el acoso escolar es tratado más como un problema o fenómeno social que desde la perspectiva de un suceso, que también lo es. Esto se colige, en cambio, de su localización preferente en la sección de Sociedad y de las escasas ocasiones en que la noticia aparece en la de Sucesos. Su trascendencia social, empero, origina que sea también objeto de análisis frecuente en las páginas de opinión.

A pesar de ser un problema que preocupa a distintos sectores de la sociedad (comunidad educativa, familia, instituciones públicas y políticas, etc.), la mayoría de las noticias proceden de fuentes institucionales (gobiernos, autoridades judiciales y policiales, defensor del pueblo, etc.). Son pocas, por el contrario, las informaciones cuyo origen es la denuncia familiar o de un particular o del colegio, o fruto de la propia investigación del medio. De ahí que predominen las noticias institucionales y programadas. El género predominante es el informativo, aunque la mayor parte de las informaciones no son más que mero “periodismo de declaraciones”. Por tanto, también en esta temática los periódicos siguen la tendencia iniciada dos décadas atrás de priorizar las declaraciones de los personajes públicos en detrimento de la investigación periodística o de otras técnicas para obtener detalles sobre los hechos que las causan.

Los titulares suelen ser expresivos, con subtítulos informativos. Este hecho contrasta con el predominio del estilo o enfoque neutro del texto y de la función representativa de las imágenes. La mayoría de las informaciones son elaboradas por los propios periódicos, si bien algunos periódicos recurren en gran medida a los comunicados de “agencias”. Ahora bien, la aparición del tema se supedita a la producción de un suceso notorio y relevante en la agenda de noticias locales y muchas veces conectado con la celebración de jornadas o con la presentación de informes. En este último caso, la informaciones se publican bajo la forma de conocimiento científico objetivo, avaladas por encuestas y estadísticas aparentemente incontrovertibles, que se divulgan de forma acrítica. Pero debe advertirse que este proceder contraviene la obligación ética de la prensa de contribuir a la conformación de una opinión pública informada y libre, y contribuye a instalar en la ciudadanía opiniones y conductas fundadas en afirmaciones cuando menos discutibles.

Entre la terminología utilizada, prevalece el uso de los términos “violencia” y “acoso”, los más recomendados, frente al uso incorrecto de barbarismos como “bullying” (o el más grotesco, “ciberbullying”) o “mobbing” escolar. De todas formas, se debe realizar un trabajo mayor y mejor de delimitación conceptual para usar de forma adecuada palabras como “acoso”, “maltrato”, “agresión” o “violencia” que, pese a estar conceptualmente relacionadas, no son iguales.

En la prensa el acoso escolar ha pasado de ser tratado como un problema secundario o marginal dentro de las noticias sensacionalistas y dramáticas a constituir uno de los grandes temas de discusión pública de los medios generalistas. Pero así y todo, la compulsión social y mediática por los asuntos escabrosos provoca la incorporación del acoso escolar a la agenda de las preocupaciones ciudadanas y su tratamiento en los medios de comunicación más en clave sensacionalista que estrictamente informativa. El marco sensacionalista que propicia este tipo de noticias ha llevado a los medios a focalizar su atención informativa en el acoso escolar. La violencia escolar, vinculada con un tema social tan complejo como es la educación, apela a patrones informativos y periodísticos que obtienen una rentabilidad mediática: los videos de las agresiones, las fotografías de los malos tratos, el relato dramático del proceso, dotan al acoso en la escuela de unas características que encajan muy bien dentro de los contenidos mediáticos más amarillos de la franja informativa. De este modo, el medio obtiene historias personales de gran calado emocional, mensajes informativos directos y concisos que se trasladan a la audiencia, aunque la realidad es que en la prensa no se aprecian con tanta intensidad como en los medios audiovisuales.

El interés y el poder de ciertos actores institucionales dirigen el debate sobre el acoso escolar. Por ello, reciben mayor cobertura informativa el profesorado y los políticos, por lo que la discusión se dirige hacia las agresiones, la falta de disciplina y la baja calidad educativa del sistema público. Pocos medios han sugerido que el problema del acoso escolar tiene también un origen familiar y social y que ciertos barrios y núcleos urbanos sufren desde hace tiempo una desestructuración social tan grave que, evidentemente, la violencia que se barrunta se ha de trasladar de manera inevitable a los centros escolares. Los efectos de los recortes sociales sobre la calidad de la educación está tambien ausente del debate público. Ni los valores educativos están presentes en los medios, ni la comunidad educativa se ve reflejada, salvo con ocasión de incidentes notorios, que con frecuencia perjudican la consideración del mundo académico.

En fin, que la responsabilidad de los periodistas en el tratamiento de esta información ha de tener en cuenta los efectos nocivos que ciertas noticias pueden tener a largo plazo. La imagen y el prestigio de ciertas instituciones pueden verse vulneradas, al trasmitirse a la ciudadanía el mensaje de que la violencia escolar es casi omnipresente en la educación. Los datos reales de acoso escolar han de ser trasladados a la sociedad pero sin tratamientos alarmistas que distorsionan la verdadera dimensión del problema. Es más, con excesiva frecuencia los medios se comportan como simples altavoces de informaciones a las que no se somete al imprescindible análisis y contraste, transfiriendo toda la responsabilidad sobre su contenido a los sujetos promotores.

* En este post he intentado resumir las conclusiones de un trabajo que compartí con dos compañeras sobre este preocupante asunto.

2 comentarios:

  1. En todos los sentidos, contrastar la información de las partes implicadas en cada caso de incidencia que lleve adherido algún indicio de agresividad o intolerancia, entre chavales en un centro escolar o entre éstos y sus profesores, es esencial para poder mediar y solucionar los hechos.El uso indiscriminado de los términos"violencia" y acoso" a nivel general sólo perjudica a quien realmente sufre cualquier tipo de maltrato, sea físico o psíquico, y que por desgracia son muchos y muchas
    un abrazo

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