lunes, 15 de abril de 2002

DOMINGO DE RAMOS: EL ROSTRO HUMANO DE JESÚS

J.J. Rodríguez-Lewis
Publicado en el Programa de Semana Santa de Santa Cruz de La Palma 2002

Domigo de Ramos en Santa Cruz de La Palma es trasunto del Dios más humano. En este día nos encontramos, en efecto, ante el Sumo Hacedor que se hace hombre, y que vive y padece como tal. Por la mañana, acompañamos a Jesús en su humildad que, entre hosannas y alabanzas, entra en Jerusalén montado en un pollino. Por la noche, lo acompañamos postrado a los pies de un olivo pobre, recién separado de su tronco, como hombre-dolor; un Cristo temeroso (que pase de mi este cáliz) y macilento (mi alma está triste) como cualquier otro hombre en sus circunstancias.

Estaba escrito que el Mesías había de ser un Rey de humildad: “Anunciad a la hija de Sión: mira que viene a ti tu Rey lleno de mansedumbre, sentado sobre una asna y su pollino, hija de la que está acostumbrada el yugo”. Por otro lado, en Getsemaní (que significa "molino de aceite") encontramos el rostro más humano de Jesús, el paradigma de los Cristos de este mundo.

Antes del ocaso, a las siete y media de la tarde, dos cofradías de la parroquia de San Francisco de Asís celebran su misa anual. Son, quizás, las que mejor representan las notas características de este día: humildad y dolor. Unas, las hermanas de la cofradía de la Virgen Dolorosa, acompañan sus pasos cabizbajas y con apenas una sombra por rostro. Otros, los miembros de la cofradía del propio Señor del Huerto, nacieron para soportar el peso de los pasos procesionales, un dolor real que permite descargar a Cristo de parte de su cruz. El cíngulo de soga de esparto que ciñe la cintura de los horquilleros o el anonimato, incluso dentro del templo, que mantienen ambas hermandades, nos recuerda al Cristo que entra en Jerusalén con un borrico como trono.

En definitiva, en Santa Cruz de La Palma, este Domigo es Domingo de Ramos, exaltación del Cristo triunfante que entra en Jerusalén (ante un pueblo sencillo que lo viturea, especialmente plagado de niños y jóvenes), pero también Domingo de Olivos, representación del Cristo angustiado y pesaroso, sólo y desvalido, en el Huerto de Getsemaní, al pie del Monte de los Olivos, que anuncia la Pasión como camino de salvación. Primer misterio Doloroso del Santo Rosario que nos ofrece, además, muchos otros aspectos para la reflexión: resignación para cumplir la voluntad del Padre, traición de Judas, odio de las autoridades del pueblo, cobardía y huída de sus discípulos,...

En el Huerto estamos ante, tal vez, el misterio más actual, en el que concurren el Cristo más humano, "almazara de angustias", y las vilezas del hombre (la traición, la codicia, el odio, la cobardía, la pereza,...), representadas en los apóstoles cansados, en el beso de Judas,... poco después en la insistente negación de Pedro. Por eso hoy, cargadores y cofrades, niños de hosanna y fieles, en general, pretendemos acompañar al Señor ante su inminente Pasión, sin desfallecer: procuramos que no esté sólo e intentamos confortarlo como hizo el ángel del Cielo y mantenernos despiertos ante la tentación. Porque el hombre que se cuida de sí mismo se duerme ante la pena de su prójimo, ya que nuestro horizonte debe ser nuestro hermano, y no podemos permanecer dormidos, impasibles, ante las injusticias, ante la pobreza o ante la crueldad.

Estemos, en fin, con Gerardo Diego, que tan bien recogiera en su versos el misterio de la Agonía en el Huerto, y que siglos antes retratara en un lienzo El Greco: (...) Jesús, sólo, abandonado,/huérfano, pavesa, Hombre,/macera su corazón/en hiel de olvido y traiciones./"Padre, apártame este cáliz."/Sólo el silencio le oye./La misma naturaleza/que le ve, no le conoce./"Hágase tu voluntad."/Y, aunque lleno hasta los bordes,/un corazón bebe y bebe/sin que nadie le conforte./El sudor cuaja en diamantes/sus helados esplendores,/diamantes que son rubíes/cuando las venas se rompen./Por fin, un Ángel desciende,/mensajero de dulzuras,/y con un lienzo de nube/la mustia cabeza enjuga./Ya la luz de las antorchas/encharca en movibles fugas/y acuchilla de siniestras/sombras el huerto de luna./Los discípulos despiertan./Huye, ciega, la lechuza./Y Jesús, lívido y manso,/se ofrece al beso de Judas.


II. EL CULTO PÚBLICO.
A) POR LA MAÑANA: JESÚS ENTRANDO EN JERUSALÉN.
Hasta 1957 la bendición y reparto de palmas y olivos, que precede a la procesión, se efectuaba en la Parroquia Matriz, pero a partir de dicha fecha viene efectuándose en la Ermita de la Luz y de San Telmo, ermita fundada a principios del siglo XVI y reconstruida entre 1675 y 1680 por la Cofradía de Mareantes, que preside el barrio de su nombre. Estos actos se celebran, a su vez, en el Hospital de Dolores, camino de su Parroquia de San Francisco de Asís, en el Santuario Insular y en la ermita de El Planto, camino asimismo de su Parroquia, la de la Encarnación.

El único paso que procesiona en el núcleo urbano de Santa Cruz de La Palma desfila desde muy temprano entre la ermita de Nuestra Señora de La Luz y la iglesia matriz de El Salvador. Se trata del popularmente conocido como "EL SEÑOR DEL BURRITO". Imagen reciente, realizada en talleres peninsulares (Olot), que no destaca precisamente por su calidad escultórica, y que procesiona desde 1968. Como nos explica Acosta Felipe "la postura de la mano derecha de Cristo, tomada del mundo bizantino, no sólo nos bendice, sino que alude a la misión encomendada y a la Santísima Trinidad; la mirada al frente implica determinación; y el pollino, además de ser estrictamente evangélico, es símbolo de humildad, mansedumbre y firmeza." (Acosta Felipe, 1999).

Desde 1999, acompaña la efigie la cofradía infantil titular del paso, portanto palmas blancas de Elche, y que es heredera de una anterior desaparecida unos años antes. Fieles y cofradía profieren hosannas y aleluyas, que alternan con canciones, durante la procesión. "Bendito el Rey que viene en nombre del Señor. Paz en el cielo y gloria en las alturas."

En el Santuario de la Patrona de nuestra isla, la conmemoración de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén culmina con una procesión presidida por la efigie del mismo nombre, talla completa, en la que la figura de Cristo, de pie (Cristo predicador), aparece vestida de túnica morada y capa roja y portando en sus manos unos ramos de palma y olivo. Esta imagen, cincelada e inspirada en la célebre talla del Señor del Perdón, se encuentra en el Santuario Insular desde los años veinte del presente siglo, saliendo procesionalmente desde 1971.

B) POR LA NOCHE: LA AGONÍA EN EL HUERTO
Hasta 1987, la procesión del Señor del Huerto salía de su templo a las siete u ocho menos cuarto de la tarde. Fue la Cofradía titular de la procesión la que decidió en 1988 modificar el horario, con la intención de asemejarse a las Sagradas Escrituras, donde consta como Jesús fue a orar al Monte de los Olivos llegada la noche. Es más, antiguamente, y desde 1665 (en 1637 se había producido la fundación especial que al Señor del Huerto hizo el Regidor Decano del Cabildo de La Palma dotando esta celebración que consistía en misa solemne y procesión de la imagen), este paso salía el Lunes Santo.

La procesión la constituye un único paso, tradicionamente conocido como: "EL SEÑOR DEL HUERTO". Esta sobrecogedora imagen desfila por primera vez el 30 de marzo de 1969, y se debe a la gubia del importante escultor sevillano contemporáneo Juan Abascal Fuentes (n. 1922), discípulo de uno de los escultores españoles más relevantes del siglo XX, el gaditano Vassallo Parodi (1908-1986). La edición del periódico Diario de Avisos, de fecha 29 de marzo de 1969, decía en una nota parroquial: "tenemos el gusto de comunicar al público que mañana domingo después de la misa de las 6 de la tarde, en la Parroquia de San Francisco de Asís será bendecida la nueva imagen del Señor del Huerto, obra del escultor sevillano Juan Abascal." Curiosamente el mismo año se estrena otra imagen del Señor del Huerto del mismo autor que, perteneciente a la Hermandad de la Veracruz, desfila todos los jueves santo en la ciudad de Jaén.

Juan Abascal Fuentes es uno de los imagineros presentes en la Semana Santa de Sevilla, acaso el estandarte de todas las semanas santas. Autor de los caballos del misterio de la Exaltación (1960), del ángel que figura en el paso de misterio de la hermandad de Las Aguas (1962) y de varias figuras del paso de la Sagrada Entrada en Jerusalén, así como de la réplica de la patrona de Extremadura para la Hermandad de Nuestra Señora de Guadalupe (1960). Una de sus imágenes más recientes es un Cristo (1981) para la Hermandad del Cristo del Perdón, que desfila en la Semana Santa de Huelva desde 1988. Es académico de la Academia de Bellas Artes de Sevilla desde 1971. También si nos acercamos al ínclito Parque de Maria Luisa hispalense podemos observar una destacada obra civil nacida de su gubia: el monumento a Dante Alighieri (1969).

Sin embargo, nuestro Cristo agonizante ha tenido hasta tres semblantes distintos del actual. La imagen más antigua del "Señor del Huerto" fue donada por el Arcediano de Canarias (entre otros cargos catedralicios), Visitador General de la Isla y Obispo electo de San Juan de Puerto Rico (aunque esta alta dignidad no llegó a poseer por haber ocurrido su muerte antes de ser consagrado) don Pedro Escobar Pereyra (1616-1673). La misma iba acompañada por los tres apóstoles que estuvieron con Jesús en el Huerto de Getsemaní: Pedro, Juan y Santiago. La imagen parece ser obra de Sebastián Rodríguez de las Vacas, del que se desconocen otros pormenores.

Desde 1779 el patronazgo lo ejerce la familia Poggio, que se mantuvo permanentemente ligada a esta procesión hasta época reciente. Posteriormente la primitiva imagen del Cristo postrado en el Huerto fue sustituida por otra barroca debida a la gubia del imaginero (y también médico y pintor) palmero Marcelo Gómez de Carmona (1725-1791), al que también se debe el Cristo de las Siete Palabras (1781), que hoy se conserva en la Iglesia Matriz de Los Remedios en Los Llanos de Aridane (desde 1885). Gómez de Carmona que, emigrado a Venezuela, fue corregidor de los pueblos de San Diego, San Antonio de los Guayos y San Agustín de Guácara, y juez de Comisos y teniente de Justicia Mayor de la Villa de San Luis de Cura, además de cirujano en Caracas, se instaló finalmente en Santa Cruz de La Palma como médico-jefe del Hospital de Dolores. Es conocido que sufrió hasta dos procesos inquisitoriales por blasfemia (en 1755 y 1783).

Un siglo después, se encargó al también escultor palmero Nicolás de las Casas Lorenzo (1821-1901), una nueva imagen de Jesús, tallando al efecto el "Cristo Orante y el Ángel que lo conforta", y habiéndose retirado del culto poco antes las de los tres apóstoles (1862). Conviene advertir que durante el siglo XIX la imaginería va decayendo tanto con relación a la calidad como a la cantidad. La profunda secularización promocionada por los gobiernos liberales de la época, y las propias necesidades generadas por la guerra de la independencia y luego por las guerras carlistas y por la deuda pública (de todo lo cual es consecuencia la vasta desamortización eclesiástica que auspició Campomanes y Jovellanos, desarrolló Mendizábal a partir de 1835 y culminó Madoz en el bienio progresista 1854-1856) no contribuyó a mejorar la producción, sino lógicamente a todo lo contrario. Por otro lado, los imagineros canarios tampoco destacaban sobremanera. De ahí, que se limitaran a reproducir el lenguaje y las maneras de sus grandes predecesores Luján Pérez y Estévez del Sacramento. Situación agravada, como nos dice Ana Quesada (2001), "por el uso de mascarillas de yeso, sistema que les permitía reproducir fielmente las facciones originales de las obras de los dos maestros citados". En este contexto, situamos a Nicolás de las Casas Lorenzo, autor poco prolífico de inspiración neoclásica (alternó varias facetas en su vida, siendo, entre otras, alcalde de su ciudad), que nos legó asimismo La Dolorosa de la Venerable Orden Tercera (1866), destacada reproducción de La Magna de Fernando Estévez, que procesiona el Miércoles Santo con el Cristo de la Caída. Escultor, por lo demás, estilísticamente bastante sencillo y de modelados suaves.

Finalmente, dado que se consideró que la imagen esculpida no tenía la calidad suficiente (hoy en la Parroquia de San Pedro Apóstol de Breña Alta), se encomendó a Juan Abascal, en la segunda mitad del siglo pasado, una nueva talla del Señor del Huerto donada por la familia Poggio, que es la que actualmente desfila, completando el paso el citado "Ángel que le conforta y le muestra el cáliz" de Nicolás de las Casas Lorenzo y un recién cortado olivo. El olivo, aparte de su significación habitual (Acosta Felipe, 1999), "es recuerdo de la antigua señal a Noé y de la nueva que pretende realizar."

Cubierta con una túnica de color violeta (1952, con los bordados en oro de la antigua) y manto rojo de damasco borlonado, esta expresiva talla representa a Jesús arrodillado en el Huerto de Getsemaní, postrado en el momento de su oración más humana "oh Padre Mío, si es posible, haz que pase de Mí este cáliz; pero no se haga como Yo quiero, sino como quieras Tú". El poeta local López González en "Getsemaní" (1996) quizás lo exprese de modo más certero: "Aquí yace el dolor,/en todo el gesto que te humilla,/la expresión contenida de unas manos/que más que suplicar, ofrecen,/en detalle divino/un cuerpo que no quiere ser clavado."

Rara vez, en nuestra Semana Santa, al Cristo no lo acompaña su madre (en la advocación Dolorosa o en las de la Esperanza o la Soledad). La razón es bien sencilla, María no estuvo aquella noche en Getsemaní, aunque compartiera con su hijo su dolor y su agonía.

Acompaña la imagen la Cofradía titular -de cargadores- de Nuestro Señor del Huerto, fundada en 1987, con el fin primordial de soportar el peso de los pasos procesionales (primera de la Isla fundada con este fin), con hábito blanco (túnica) y verde (capuchón), al que se cose su insignia (una cruz roja inclinada atravesada por tres clavos de color negro). "Llevarte en este trono, en estas andas,/cala muy hondo y no es la carga leve que soporto./Es que noto la sangre que te corre herida,/las palabras caídas, rotas,/ de tus labios, la urgencia de tu mirada." (López González, "Getsemaní", 1996). Esta cofradía, que contribuyó decisivamente a que se dejara de retribuir por "cargar" a Cristo en Semana Santa, también editó en La Laguna en 1988 el primer esbozo de programa de la Semana Santa de Santa Cruz de La Palma. Hoy son los principales responsables del programa que edita el Ayuntamiento desde 1994, con la colaboración del Cabildo Insular.

Junto a la cofradía titular, desfilan los tradicionales Hosannas, que preceden al paso, como los ramos anteceden a la aflicción de Getsemaní. La Cofradía de Niños de Hosanna, una de las primeras de carácter marcadamente infantil, custodiaba este paso desde su nacimiento en 1955 y lo hicieron hasta la fundación de la Cofradía titular. Asimismo viste hábitos de color blanco y verde. Por demás, huérfanos los últimos años de bandas de música, la imagen pasional se hace acompañar sólo de cornetas y tambores que, con su marcha atronadora, anuncian el inicio de la Pasión.

A esta procesión correspondía el motete In monte olivete (vulgarización de olivarum). Cómo nos señala Cobiella Cuevas, "era un motete singular: forte modo mayor, inicio de primera voz sola en sonido invariablemente sostenido sobre el que, luego, se iniciaba la segunda voz ascendente, ascendencia que, ahora contagiaba a ambas voces, las hacían alcanzar agudo ápice. Una descripción inevitablemente brillante del misterioso dolor ante el miedo a la inminencia." (Cobiella Cuevas, 2001).In monte Olivetum oravit ad Patrem. Pater mi si posibili est transeat a me calix iste verumtamen non sicut ego volo sed sicut tu. Quizás toque ya recuperarlo. Como todas las procesiones de esta Iglesia, es tradicional la predicación a la entrada. Asimismo la cofradía titular suele leer a la salida y durante el itinerario pasajes bíblicos, comentarios o poemas realizados al efecto.

El itinerario de la procesión reproduce viejos trayectos y en su primera parte se introduce en parte de los recovecos del sector de la Somada o Asomada y del antiguo barrio de Los Lordelos, en torno a la ermita de San José (hoy sin culto) fundada por carpinteros, albañiles y pedreros a principios del siglo XVII, que deja atrás; barrio habitado antiguamente por las clases más populares, artesanos y jornaleros (Pérez Morera, 2000). Luego asciende la rehabilitada calle de San José y la de Ramón y Cajal alcanzando el Hospital de Nuestra Señora de Los Dolores, en el que hace ya décadas que no entra en su iglesia, aunque la mira de soslayo. A continuación, para compensar antiguas incursiones en el sector correspondiente a la Parroquia de El Salvador, recorre las calles de José López y Martín-Romero (hermano de quien proyectara el propio Hospital) y de Jorós o Dr. Santos Abreu (renunciando a bajar las pronunciadas pendientes de El Lomo o Mataviejas). La Avenida de El Puente, previo paso por la primera parte de Pérez Volcán, hace de rotonda para iniciar el camino de regreso a su templo (antes los cargadores postran al Cristo en dirección a El Salvador, momento en el cual pudiera repetir la oración a su Padre) por la omnipresente calle de Anselmo Pérez de Brito, la prolongación de la calle Real hasta las Cuatro Esquinas, hora de los postreros esfuerzos antes de su entrada en la plaza de San Francisco, pasada la medianoche. Es Lunes Santo.

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