J.J. Rodríguez-Lewis
Monición para la Misa de la Cofradía de Nuestro Señor del Huerto, Domingo de Ramos de 2002[
No corren buenos tiempos para el compromiso con la Iglesia y, en particular, para el compromiso cofrade en esta comunidad. Después de años de esplendor, de un sentimiento vivo que se hacía público en la calles de nuestra ciudad todas las Semanas de la Pasión, hoy las cofradías no encuentran el eco necesario en la juventud y adolecen de múltiples deserciones y de escasas vocaciones.
La culpa de esta situación no la tiene la playa, el buen tiempo o los viajes, tampoco la tienen los amigos, el trabajo y hasta el ocio puro y duro. No, la culpa no recae en nada de lo mencionado. Y no lo hace porque todo lo apuntado es compatible con este compromiso hasta diminuto,... apenas unos días, sólo unas horas acompañando a Cristo, "cargando" al Señor. Son momentos de fe, momentos de caridad,... momentos de esperanza que compartimos con nuestros hermanos y hermanas cofrades, y que nos permiten vivir, revivir la experiencia de la Pasión y de la Muerte de Jesucristo, así como recordar su presencia en cada rincón, en cada esquina que dejamos atrás cuando lo acompañamos, cuando lo "cargamos". La culpa, pues, está en nosotros mismos. En nuestro interior...en el espejo.
Hermanos costaleros, cargadores u horquilleros; hermanas dolorosas. Quizás no corran malos tiempos para la lírica, pero sí corren malos tiempos para nuestras Cofradías. Por esta razón, en esta nuestra misa anual, nuestra pretensión es un llamamiento, que no es otro que invitar a todos a compartir con nosotros la fe que nos une, a compartir con nosotros el culto público de Cristo; es decir, ofrecer nuestra comunidad cristiana a los presentes, y a los familiares o amigos de los presentes, jóvenes y mayores, a que se unan a esta experiencia maravillosa que nos brinda Jesús Nazareno.
Decidle a don Juan que queréis incorporaros a esta experiencia de Cristo. Hoy, en Getsemaní, no repitáis la historia y os quedéis dormidos.
No corren buenos tiempos para el compromiso con la Iglesia y, en particular, para el compromiso cofrade en esta comunidad. Después de años de esplendor, de un sentimiento vivo que se hacía público en la calles de nuestra ciudad todas las Semanas de la Pasión, hoy las cofradías no encuentran el eco necesario en la juventud y adolecen de múltiples deserciones y de escasas vocaciones.
La culpa de esta situación no la tiene la playa, el buen tiempo o los viajes, tampoco la tienen los amigos, el trabajo y hasta el ocio puro y duro. No, la culpa no recae en nada de lo mencionado. Y no lo hace porque todo lo apuntado es compatible con este compromiso hasta diminuto,... apenas unos días, sólo unas horas acompañando a Cristo, "cargando" al Señor. Son momentos de fe, momentos de caridad,... momentos de esperanza que compartimos con nuestros hermanos y hermanas cofrades, y que nos permiten vivir, revivir la experiencia de la Pasión y de la Muerte de Jesucristo, así como recordar su presencia en cada rincón, en cada esquina que dejamos atrás cuando lo acompañamos, cuando lo "cargamos". La culpa, pues, está en nosotros mismos. En nuestro interior...en el espejo.
Hermanos costaleros, cargadores u horquilleros; hermanas dolorosas. Quizás no corran malos tiempos para la lírica, pero sí corren malos tiempos para nuestras Cofradías. Por esta razón, en esta nuestra misa anual, nuestra pretensión es un llamamiento, que no es otro que invitar a todos a compartir con nosotros la fe que nos une, a compartir con nosotros el culto público de Cristo; es decir, ofrecer nuestra comunidad cristiana a los presentes, y a los familiares o amigos de los presentes, jóvenes y mayores, a que se unan a esta experiencia maravillosa que nos brinda Jesús Nazareno.
Decidle a don Juan que queréis incorporaros a esta experiencia de Cristo. Hoy, en Getsemaní, no repitáis la historia y os quedéis dormidos.
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