miércoles, 29 de octubre de 2008

SOBRE PROMOCIÓN TURÍSTICA Y GOBERNANZA LOCAL


J.J. Rodríguez-LewisPublicado en Diario de Avisos, el 29 de octubre de 2008

Hace tiempo que considero que la isla de La Palma debe enfocar principalmente su promoción turística hacia el mercado nacional y regional –y priorizar la oferta internacional–, en el marco de un turismo de naturaleza y cultural. El mercado canario supone más de dos millones de personas y una población flotante –turística– de medio millón más. Solo a pocos kilómetros de Santa Cruz de La Palma, a dos horas cómodamente en un fast-ferry (y a apenas quince minutos en avión), se encuentra una ingente bolsa de turistas y de población en continuo crecimiento, que es el Sur de Tenerife.

El fomento de pequeñas compañías charter o de paquetes turísticos hotel-avión o barco desde otras islas del Archipiélago en horarios de baja ocupación, a precios asequibles, especialmente desde Tenerife (en este caso, hasta excursiones de un día, con guagua incluida) y Gran Canaria (un millón setecientos mil habitantes entre las dos), o campañas y anuncios en la región y en las principales ciudades españolas, son acciones de promoción de coste reducido y probablemente de resultados satisfactorios.

En la península, no obstante, se debe, primero, hacer un esfuerzo considerable y planificado para dar a conocer la isla, porque el problema de La Palma en ese mercado es que no se la conoce. Una inversión en promoción (anuncios o documentales) en Telemadrid, por ejemplo, podría ser una actividad más que rentable a medio plazo, así como vallas o grandes anuncios en la Gran Vía madrileña o en cualquier otra arteria de este estilo en las principales ciudades españolas. Incluso, las compañías de bajo coste, si se sabe vender bien la isla, también podrían operar con cierta frecuencia con La Palma. He percibido alguna medida aún tímida en este sentido, pero se ha de ser más audaz.

En este escenario, Santa Cruz de La Palma juega un papel significativo, como referente patrimonial y cultural no sólo de la isla, sino de Canarias. Por eso, hay que poner en valor todo nuestro patrimonio y, en especial, una de las zonas más desconocidas de la capital de la isla, que es la que comprende el entorno del ex convento dominico de San Miguel de las Victorias, hacia el Sur de la ciudad (desde la ermita de la Luz hasta la trasera de El Salvador), hoy revalorizada por las mejoras efectuadas en las calles de San Telmo y Virgen de la Luz, y en varios inmuebles de primer orden, incluido el Teatro Circo de Marte. Su potenciación incluiría la apertura de pequeños restaurantes y cafeterías con cierto encanto, hoteles (ya existe alguno aunque sin fecha de inauguración), tiendas singulares y artesanías, centros regionales (como el asturiano, en funcionamiento), etc., liderada por el ayuntamiento (incentivos fiscales, recuperación de inmuebles, programación de actividades, iniciativa pública empresarial, señalética, etc.). Otro tanto, podría hacerse con el entorno del convento de San Francisco, con distintos objetivos concretos, pero con el mismo fin principal, poner en valor. (Por cierto, y dicho sea de paso, póngase una señal al final de la Cuesta Matías, que indique, al menos, la dirección de la ermita de la luz y del convento de Santo Domingo, porque es raro el turista que no llega perdido a ese punto).

Hoy los ayuntamientos no son únicamente gobiernos locales. El nuevo concepto de “gobernanza” local los entiende como administraciones impulsoras y catalizadoras del desarrollo económico y social de su comunidad. El cambio hacia este concepto se define como un cambio de una perspectiva que considera la administración local simplemente como un vehículo que proporciona una relación de servicios públicos importantes a otra que da un nuevo énfasis al liderazgo comunitario. Esta nueva perspectiva implica procesos de influenciar y negociar con un amplio abanico de agentes del sector público y privado para alcanzar los resultados deseados.

En estos tiempos, y pese a la crisis, los gobiernos locales no pueden quedarse en las obligaciones mínimas de la Ley de Bases de Régimen Local. Por el contrario, deben plantearse políticas de desarrollo de mayor calado, de iniciativa y promoción económica, y de fomento del empleo. Es más, sabemos que estas políticas en la UE favorecen la descentralización, conjugan el medio ambiente, el territorio y las tecnologías, dan preferencia al aprovechamiento de los recursos endógenos y de las ventajas comparativas y competitivas de cada comunidad, apoyan con firmeza los pequeños y medianos proyectos empresariales y, en especial, fortalecen el papel de los ayuntamientos en la promoción pública de la economía local.

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