domingo, 10 de enero de 2010

QUE LE PIDE LA PALMA AL 2010

No fue un buen año para La Palma el pasado 2009. Es verdad que, como consecuencia de la omnipresente crisis económica que padecemos desde 2008, no ha sido un buen ejercicio para nadie. Pero para esta isla menos, instalada en una crisis crónica desde antaño donde los “brotes verdes” no entienden de metáforas y otras acepciones. Esta, y no otra, es la única razón por la que el antes y después de este crack no haya sido tan drástico en La Palma como en otros lugares. Nuestra supervivencia ya caminaba lastrada por un desempleo doloroso y desproporcionado, pese a la fuga de la mayoría de nuestros jóvenes por falta de expectativas. Para mayor suplicio, la madre naturaleza nos trajo más miseria en forma de un incendio pavoroso y de unas lluvias torrenciales que castigaron sin compasión, en particular, a los municipios de Fuencaliente y Villa de Mazo. No, no ha sido una buena añada el 2009 para esta isla.

Por eso, confío en que los Reyes de Oriente hayan dejado en esta ocasión más ventura en las inclemencias meteorológicas y más tino en las decisiones políticas y en nuestra sociedad civil en este año que comienza. Porque en lo que no hay duda es que La Palma dispone de recursos para estar mejor de lo que está. Lo más inminente: proporcionar toda la ayuda y colaboración institucional precisa que requieran los negocios y las familias perjudicadas por el fuego y el agua en su, para ellas, maldito 2009, así como a los propios municipios afectados. Que no sólo se recompongan las infraestructuras dañadas –vitales, algunas de ellas-, sino que se ejecuten las obras y se implementen los servicios necesarios para que sucesos similares, de producirse nuevamente, ocasionen menores perjuicios.

Con una perspectiva más amplia, 2010 debería convertirse en el punto de partida del demandado desarrollo económico y social de La Palma, en el que se pongan las bases a una isla que dé respuesta a las demandas de sus hijos, que supere su consideración de reserva del desempleo en Canarias y que permita que podamos crecer en progreso sostenible y en población a medio-largo plazo, en particular en tramos de edad temprana (ante el peligroso envejecimiento de la misma), hasta los 130.000 o 140.000 habitantes, probablemente el número adecuado de residentes para configurarla como una isla atractiva y con un nivel de desarrollo óptimo en todos los órdenes. Téngase en cuenta que la isla de Madeira, con unas condiciones geográficas y socioeconómicas que admiten parangón, tiene más de 270.000 habitantes en una superficie de apenas 40 kilómetros cuadrados más que La Palma. Pero la isla portuguesa ha sabido explotar la diferencia, nosotros no.
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En fin –esto es un mero post-, a ver si por aquí también apreciamos ese otro tipo de “brotes verdes” y empezamos a superar cierta visión cafre de la política más propia de principios del siglo XX que del umbral del XXI.
Saludos

1 comentario:

  1. Precisamente, cuando llevaba proyectos europeos, la idea era desarrollar un proyecto en La Palma siguiendo el modelo de Madeira (en la medida de lo posible, claro) y con alguna que otra particularidad como era captar un turismo Senior, no hecho polvo, pero si con poder adquisitivo........bla, bla, bla

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