domingo, 11 de marzo de 2012

LAS CASAS RECONOCEN A QUIENES LAS PUEDEN VIVIR

Dicen que para que una casa se convierta en un hogar se precisa vivir mucho en ella. Por eso, cuando entramos en una, ya trocada en hogar, normalmente reconocemos a sus moradores. Porque nuestras casas (pisos, estudios, chalés...) son parte de nosotros mismos, de nuestra personalidad, nos reflejamos en ellas y ellas nos sorprenden manifestándose también en nosotros, como si nos retroalimentáramos mutuamente sin ser conscientes del proceso.
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Es más, yo creo que las casas no solo responden de nuestro carácter y de nuestras inquietudes, de nuestra idiosincrasia, en definitiva. Las casas esconden su propia alma, al menos cuando son o fueron hogares, cuando, por ejemplo, cientos de libros la embellecen, le dan calor y la arrullan. Porque un hogar sin libros es como un cuerpo sin alma, nos dejó escrito Cicerón. La escritora abolicionista norteamericana Harriet Beecher-Stowe (La cabaña del tío Tom) aseguraba que, pese a que los libros no se habían hecho para servir de adorno, no había nada que embelleciera tanto como ellos en el interior de un hogar.
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Pero las casas no solo reconocen a quienes las habitan sino también a quienes las pueden vivir. Estoy convencido de que muchas veces visitamos una casa, un hogar, y, sin motivo aparente, la percibimos como propia, nos reconocemos en ella. Aunque, en realidad, ocurre al revés, es la casa la que nos descubre a nosotros, su alma nos escruta primero, y luego nos acepta, si superamos la exploración. Quizás no la elegimos nosotros, sino es ella la que nos escoge.
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Para que una vivienda sea acogedora no necesita de mucho diseño, ni de grandes muebles, y menos aún de muchos metros cuadrados, la calidez reside en la sensibilidad que trasluce el cuadro de la esquina, en el detalle que aporta la lámpara de lectura o en el antiguo mueble librería que nos repasa la vida. Lo más importante de una casa radica en su atmósfera, en su aura particular, y en sus condiciones para proveernos de la paz que buscamos, ese plus de felicidad que nos reporta.
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Los hogares describen a quienes los viven -alquileres coyunturales al margen-, pero a mí me parece que también identifican a quienes pueden vivirlos; por eso, nos descubrimos en ellos y nos sentimos, en ocasiones, tan reconfortados, sin todavía habitarlos. Aunque ya les advierto, dice un proverbio indio que el hogar no lo forman las piedras de sus paredes, sino la mujer que lo habita.

11 comentarios:

  1. CN (desde facebook)11 de marzo de 2012, 23:53

    Yo estoy con el proverbio indio....jeje...

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  2. Precioso artículo que nos aclara la razón por la que, a veces, algún invitado que acude a nuestra casa aparentemente para dos días, pospone su marcha hasta conseguir convertirse en un "molesto-invitado-ocupa".
    Bromas aparte, J.J., ¿lo que dices de las casas, ocurre también con las islas?
    Ahora encuentro explicación a por qué una parte de mi quería quedarse para siempre en tu isla. A por qué asi lo hizo...

    Ana Isabel Núñez

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  3. El hogar que se me ha concedido es un espacio lleno de amor,luz, ternura, confianza,fuerza, paz, alegría, sosiego, dulzura e infinita energía...todo esto forma parte de la mujer que lo habita...y que lo comparte con todo el que de alguna u otra forma ha llegado y llega a mi vida
    GRACIAS
    un abrazo a tod@s

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  4. Cuanta razón tienes. Da gusto leer lo que escribes porque transmites sensibilidad,paz y nos contagias de ese amor por la lectura. Bs

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  5. CGR (desde facebook)13 de marzo de 2012, 21:38

    Esta frase si que me gusta " El hogar no lo forman las piedras de sus paredes, sino la mujer que lo habita". ¡Los indios, si que saben!

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  6. No se si lo que siento lo comparte alguien más, pero dentro mi hogar, mi refugio y uno de los espacios físicos donde paso mi vida existen rincones que en realidad se han convertido en una exposición de lo que he sido y soy. Por raro que parezca en estos rincones van a parar fotos de gente a la que quieres, regalos de amigos entrañables y como no! aquellos libros que han dejado huella en ti, tienen una energía especial e instintivamente acudo a ellos cuando necesito, recapacitar, celebrar algo, tomar una decisión o cuando necesito que el mundo simplemente se pare por un momento, he comentado esto con algunos de mis amigos y todos coincidimos en que si bien tienes tu rincón preferido no siempre es coincidente con lo que en un principio tú has querido crear con la decoración ( un sofá confortable una determinada luz indirecta, ect….), sino que el se hace asimismo nace de forma espontánea sin casi darte cuenta y es en el donde mejor te encuentras.

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  7. Los/las inmortales14 de marzo de 2012, 15:37

    J.J., a veces lagrimeo al leer algunas de tus escritos, para mí, "tus recados". Siento tus alegrías y, en otros casos, tu alma en pena, literaria o no.
    Hay temas de los que o no entiendo o no me interesan mucho, los leo, me gusta tu redacción y punto. Pero hay otros que llegan al alma, sobretodo, al de las mujeres. Eso es un gran logro, ya que eres un hombre y, en cuestión de reflexión de lo importante de la vida, tienes mucha de nuestra sensibilidad.
    Un fuerte abrazo.

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  8. Hola! Me acabo de leer tu artículo de las casas y también me ha gustado tanto lo que dices como tu forma de expresarlo, estoy de acuerdo contigo en casi todo, y el proverbio indio es muy sabio...jajajaja...
    Ahora que estamos en el siglo XXI que tanto hombres como mujeres viven solos y decoran sus casas, hay una gran diferencia entre ellas y se nota nada más entrar quién vive en ella, a mí particularmente me encanta la mía, su olor, su color, su confor, su energía, todo junto me hace sentir en paz, segura, contenta, y a veces ni quiero salir de ella, he conseguido en 20 años que llevo viviendo aquí lo que en sus inicios nunca imaginé, todo se lo debo al tiempo empleado en embellecerla con mis propias manos y está latente mi energía...
    Los libros también son muy importantes, para mí son mis amigos incondicionales, nunca me fallan, por eso todos se merecen estar en casa cerca de mí, y hay unos cuantos que me piden atención porque aún los tengo sin abrir desde que los compré...a ver si en semana santa puedo dedicarles mi tiempo...

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  9. Hola Juan acabo de leer este artículo, ya he leído otros tuyos en otras ocasiones, y todos me transmiten mucho, me gustán por eso porque transmiten, sensibilidad, serenidad, conocimientos y muchas cosas positivas, un fuerte abrazo.

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  10. En las casas percibimos no sòlo quien vive, sino quién ha vivido. Para mi las casas no se quedan en lo externo, ni siquiera en los libros. En nuestras casas encerramos el paso de nuestros años, el sonido de nuestras reuniones familiares, las carcajadas de nuestros amigos, los olores, los colores. El hogar no lo forman las piedras, lo forma la persona o las personas que deciden habitar en él y por eso cuando nos abandonan nuestros amores, quedan las casas y nosotros sòlo recordamos los momentos vividos y es lo que nos ayuda a seguir. JJ , gracias de nuevo.

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  11. El afán del hombre en buscar refugio para protegerse de las inclemencias existe desde siempre, desde la era de las cavernas, pero no solo para cubrirse de los rigores del tiempo sino también de los emocionales.

    Desde que el vientre materno no nos cobija, estamos en tierra hostil. Nos afectan la luz, el frío, la lluvia, el calor, los golpes...-tanto en el cuerpo como en el alma-. Y es en nuestro hogar donde intentamos sentirnos flotando nuevamente en el líquido amniótico, creando para ello esa particular placenta que nos aporte las condiciones necesarias para sentirnos en paz, serenos, "a gusto", refugiados de los embates del exterior, para cargar las pilas y poder salir al día siguiente totalmente preparados para combatir y para disfrutar, que la vida tiene "muuuuucho bueno".

    Sí, nuestras casas nos definen, más que nuestra indumentaria. Qué triste que con esta crisis que nos está sacudiendo mucha gente pierda su casa, o tenga más problemas dentro que fuera de ella, por lo que llegar a casa sea un suplicio en lugar de una bendición, porque lo del "Home, sweet home" solo sea cierto en la placa de madera que cuelga a la entrada.

    Ojalá que los vuestros sean "Home, sweet Home". Un abrazo a todos

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