lunes, 1 de abril de 2013

POR QUÉ TEMEMOS A LA MUERTE MÁS ALLÁ DEL MIEDO A MORIR

Colaboración suscrita por Nieves Rosa Arroyo*

Hace años, justo cuando pasaba una mala época en mi vida, con la enfermedad de mi padre, me regalaron el libro La muerte, un amanecer, de E. Kübler-Ross (1926-2004). Tengo que reconocer que, después de leerlo, hay un antes y un después en cómo vivo las muertes y las despedidas de mis seres queridos. Según la psiquiatra suiza morir no es  más que desplazarse a un lugar mejor, como la mariposa que deja finalmente su capullo. Morir, en realidad,  es muy parecido a nacer, ya que te trasladas a otra existencia donde no vamos a estar solos, porque siempre habrá alguien en el otro lado esperándonos, alguien que ha sido muy importante en nuestra vida y que se ha ido antes que nosotros. Kübler-Ross también asegura que, para poder morir, se debe aprender primero qué es el amor incondicional, ya que para ella esta es la misión que todos tenemos aquí en la tierra, y que debemos aprender y practicar. Se podría decir que la muerte es sólo un  pasaje a un nuevo estado de consciencia. En fin, tal y como titula su libro: la muerte, un amanecer.

A mi juicio, negar la muerte como hecho individual o social tiene una importante consecuencia: la falta de preparación psicológica cuando llega el trance de dejar esta vida, especialmente para el que se va, pero también para los que le rodean. Tendríamos que identificar los sentimientos de ira, negación... y ayudarlos, para transformarlos pronto en actitudes que alivien el sufrimiento psicológico y que contribuyan a la aceptación. Epicuro decía: "La muerte no importa, porque cuando tú estás ella no está, y cuando ella está, tú ya no estás, de modo que no coincidís nunca".    

Ahora bien, el problema radica en cómo llegas a ella, en qué condiciones la afrontas. Yo suelo decirles a mis pacientes que no teman a la muerte, mas sí al dolor físico y al sufrimiento. Morir no tiene  por qué ser un tormento. Sin embargo, programar nuestra muerte no resulta fácil, todos de alguna manera pensamos en la inmortalidad, incluso gastamos mucha energía en negar o evadir la fatalidad de nuestro irrevocable destino. Está claro que los avances de la medicina han contribuido a la longevidad del ser humano, pero también a la deshumanización del proceso de la muerte. A menudo olvidamos que esta es un evento normal en la cadena de la vida. Pese a todo, sigue sin ser fácil programar nuestra propia muerte.

Cuando por alguna razón pensamos en nuestro viaje sin retorno, muchos deseamos una muerte rápida, sin sufrimiento, pero a la vez con espacio para poder recapitular toda nuestra vida y  tiempo para despedirnos. ¿A cuantos de nosotros, llegado ese momento, no nos gustaría estar sufriendo por una buena causa o arriesgando nuestra vida por el bien de los demás, en vez de ser solamente un paciente en grave peligro?

También la muerte se puede vivir desde el ateísmo, y en ese contexto quiero hacer referencia al periodista y escritor británico C. Hitchens (1949-2011), con su libro La mortalidad, donde nos cuenta cómo vivió él mismo el camino hacia "el eterno lacayo" (así llamaba T.S. Elliot a la muerte en un inolvidable poema:  "He visto el momento de mi grandeza parpadear/ y he visto al eterno lacayo tomar mi abrigo y reír por lo bajo./ Y, en resumen, tuve miedo" ). Y lo hace con la ayuda de un diario de viaje, enfrentándose a la muerte sin creencias, asumiendo que no tiene un cuerpo, sino que es un cuerpo.  En su libro Hitchens expone su increíble diálogo con el miedo, la pérdida de la voz, lo insoportable del dolor, pero aprovechando todos los momentos en que la enfermedad le da una  tregua para "vivir muriendo", para vivir con toda la intensidad posible.

Por eso, no me cansaré de invocar la vida que debemos vivir, que ha de ser con toda la intensidad y calidad posibles, así como de homenajear a la muerte de todas las personas queridas que nos esperan en ese otro lugar para darnos el mejor de sus abrazos. Con esa esperanza, ese viaje que todos hemos de realizar, será simplemente una etapa mas de nuestra existencia.

* Nieves Rosa Arroyo Díaz es médico MIR de familia desde hace más de veinte años. En la actualidad, también es concejal de Servicios Sociales en el Ayuntamiento de Los Llanos de Aridane y consejera en el Cabildo Insular de La Palma.

12 comentarios:

  1. He disfrutado mucho leyendo la reflexión que hacéis sobre la muerte, un tema tabú en la educación que hemos recibido. El enfoque del artículo invita a hacer un reposicionamiento de cuestiones que, en mi caso, nunca me había planteado, para asumir la cuestión de frente y con mayor madurez, y concluir, como dice el texto, en que "...la muerte es sólo un pasaje a un nuevo estado de consciencia". Por otra parte, creo que es un acierto que en el mismo se reivindique la necesidad de formarnos o prepararnos psicológicamente para transformar en aceptación los sentimientos de ira y negación que la muerte de un ser querido genera en sus familiares y personas allegadas; lo que conlleva paliar o eliminar la carga de sufrimiento que habitualmente la acompaña. También me ha parecido muy interesante la relación que establecen entre los avances médicos y la progresiva deshumanización del proceso de la muerte. Por eso quiero agradecerles que hayan querido compartir sus conocimientos con todos, consiguiendo, al menos en mi caso, que se me abra una nueva perspectiva sobre la muerte y sobre la vida misma. Mil gracias.

    ResponderEliminar
  2. MC Peregrina (desde facebook)2 de abril de 2013, 20:27

    Gracias Juan...Gracias Nieves...me toca hacer llegar esta maravillosa reflexión a alguien muy importante para mi que ve como su madre se va de nuestro lado...se traslada de "casa"...aqui y ahora toca abrazarle a él...su madre será abrazada allá......feliz descanso a tod@s!!!

    ResponderEliminar
  3. TVR (desde facebook)2 de abril de 2013, 20:28

    Magnífico trabajo,como siempre.
    Yo no le temo Pq se que me espera una vida infinitamente mejor que está(soy creyente) pero sí la temo por los míos. Quiero decir q me falten antes que yo,no lo quiero ni pensar y por eso pongo punto y final.

    ResponderEliminar
  4. EMD (desde facebook)2 de abril de 2013, 20:29

    He disfrutado mucho leyendo la reflexión que hacéis sobre la muerte, un tema tabú en la educación que hemos recibido. El enfoque del artículo invita a hacer un reposicionamiento de cuestiones que, en mi caso, nunca me había planteado, para asumir la cuestión de frente y con mayor madurez, y concluir, como dice el texto, en que "...la muerte es sólo una pasaje a un nuevo estado de consciencia". Por otra parte, creo que es un acierto que en el mismo se reivindique la necesidad de formarnos o prepararnos psicológicamente para transformar en aceptación los sentimientos de ira y negación que la muerte de un ser querido genera en sus familiares y personas allegadas; lo que conlleva paliar o eliminar la carga de sufrimiento que habitualmente la acompaña. También me ha parecido muy interesante la relación que establecen entre los avances médicos y la progresiva deshumanización del proceso de la muerte. Por eso quiero agradecerles que hayan querido compartir sus conocimientos con todos, consiguiendo, al menos en mi caso, que se me abra una nueva perspectiva sobre la muerte y sobre la vida misma. Mil gracias.

    ResponderEliminar
  5. IRL (desde facebook)2 de abril de 2013, 20:33

    La muerte no existe y nadie se va y como dice un amigo, sería una broma de mal gusto el que este fuera el único tiempo-espacio para vivir con todo lo que hay por aprender. Muy bueno el articulo y las reflexiones.

    ResponderEliminar
  6. El miedo a morir no nos permite vivir. Es el responsable de todos los demás miedos. Nos aferramos a cosas, sustancias y personas que no nos convienen, y detrás de todo ello está nuestro miedo a morir. Ver la muerte como una metamorfosis es la clave para perderle el miedo. Como dice Nieves, para ello debemos encontrarnos con esa parte de nosotros que ama incondicionalmente, más allá de todo. Perder el miedo a morir nos permitirá vivir. Con sentido.
    Gracias a ambos por esta maravillosa entrada.
    Ana Isabel Núñez

    ResponderEliminar
  7. Elisabeth Kubler-Ross nos enseña algo más grande: que en la raíz no hay ninguna diferencia entre "los otros" y "nosotros", entre lo lejano y lo cercano, entre allà y aquí. Según lo cuenta ella, el sufrimiento y el acto de morir de otras personas es la oportunidad más grande; para ellos y para nosotros. Nunca serà tarea fácil, pero sí tan sólo pudiéramos aprender a estar ahí... Gracias a Nieves y a JJ por compartir estas reflexiones.

    ResponderEliminar
  8. Querida Nieves, quiero mandarte un enorme abrazo por esta extraordinaria reflexión.

    Creo que el mayor obstáculo para "marchar", para "dejarnos ir", para morir es el apego. Ya desde que nacemos no es necesaria esta vinculación afectiva para sobrevivir, para tomar valor y lanzarnos a explorar terrenos desconocidos o con amenazas. La muerte cumple con estas características, así que nos apegamos a los seres queridos, a la vida, haciendo de este trance un momento más doloroso, de lucha...como cuando nacemos, momento en el que luchamos por respirar.

    Sin embargo,al morir luchamos por no respirar. Debemos acompañarles en el proceso, y nosotros debemos ser acompañados, cuando nos llegue la hora (córcholis, ya presupone el saber popular que morirnos va a durar una hora). En ocasiones, el moribundo no se concede el permiso de irse para evitar el sufrimiento de sus seres queridos. Por ello, debemos darle permiso para que se vayan (recuerden a Lola Flores, cuando decía: "si me quereis, IRSE"). Podemos ayudarle, facilitarles el tránsito, desapegarle y desapegarnos, diciéndole que le queremos, que ha sido un padre/madre/hermano/amigo/pareja/etc. maravilloso, que estaremos bien, que no se preocupe por nosotros...

    Funciona!

    Gracias eternas, Nieves, por removerme entera. Besos, guapa!

    ResponderEliminar
  9. VMR (desde facebook)6 de abril de 2013, 10:06

    Esta parte casi final, me gusta: "No me cansaré de invocar la vida que debemos vivir, que ha de ser con toda la intensidad y calidad posibles"... lo demás es una reflexión bien plasmada, aunque todo sea (es una opinión personal) mentira. El ser humano necesita creer en algo para no tener miedo a la muerte, un destino diferente, una esperanza a la unirse con su alma, aunque algunos tengamos muy claro que vivimos en la única dimensión que existe. Lo demás es un negocio perfectamente diseñado. Un abrazo amiga.

    ResponderEliminar
  10. Me sigo preguntando sobre la muerte y el porquè la escondemos en nuestra sociedad. Entre hospitales de crónicos y de agudos, casi nadie muere en casa y todo lo relativo a la muerte lo vemos y lo hacemos ver como lejos y eso dificulta que veamos la muerte como algo natural. Mientras no seamos capaces de integrarla en el día a día, creo estaremos abocados al dolor y al sufrimiento que emana de la incomprensión del sentido último de la vida.

    ResponderEliminar
  11. CSA (desde facebook)17 de mayo de 2013, 16:44

    Cierto. No sé si vendrá a cuento; no es que haya sido una niña superdotada o demasiado inteligente, me consideraba normal; pero desde los cuatro años y medio hasta los ocho (llegué a La Palma cumpliéndo los nueve) estuve viviendo en Venezuela y recuerdo que (no sé que edad podría tener, pero no ocho años, menos) dieron un documental de la Independencia y lo vi (creo que siempre me han gustado los documentales) y ahí realmente tomé conciencia de lo que era la muerte y estuve un tiempo no voy a decir traumatizada pero sí obsesionada con el tema porque me entró el miedo a morir, a no ser nada después de la muerte. Cuento esto porque pienso que realmente el miedo que le tenemos es ese: No saber que hay después, miedo a lo desconocido porque la muerte es desconocida porque nadie vuelve después de muerto. Aunque realmente también da miedo el ser eterno pero queremos vivir el máximo tiempo posible; pero creo que la verdadera esencia es el temor a lo desconocido porque no sabemos que ocurrirá. Esa es mi opinión; aunque el artículo esta muy bien.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hay dos razones básicas por lo cual le tememos a la muerte:una, por el temor a lo "desconocido" y otra,por cual creo que es la más fuerte, es que estamos muy apegados a las cosas de este mundo y nos da dolor el desprendernos de ella (famlia, cosas,dinero, posesiones, etc).La MUERTE es un enemigo ya vencido y está puesto debajo de nuestros pies. Jesucristo venció la muerte resucitando de entre los muertos, por eso la muerte ya no tiene poder sobre nosotros. Así como Cristo resucitó, nosotros también resucitaremos.Algo importante, toda semilla lleva vida en sí misma. Hay que morir para que se manifieste esa vida interior que llevamos por dentro, esa verdadera vida que Dios quiso darnos pero que nosotros la rechazamos. La muerte ahora es como un aguijón que nos incomoda a cada momento y nos hace sentir temor a causa de nuestra naturaleza pecaminosa, pero gracias sean dadas a Dios que nos ha dado la VICTORIA por medio de nuestro Señor Jesucristo.

      Eliminar