jueves, 19 de febrero de 2009

CARNAVAL, CARNAVAL

J.J. Rodríguez-Lewis
Publicada una 1ª versión en La Gaceta de Canarias, el 21 de febrero de 1993
Probablemente el Carnaval tenga su origen en las saturnales romanas. No en vano, disfrazarse, característica innata de la fiesta, es una de las costumbres más antiguas de la humanidad, que hasta babilonios, asirios, persas y demás pueblos del Oriente próximo acostumbraban a hacer al menos una vez al año.

Precisamente el disfraz, la máscara, la careta,... es lo que ahora comienza, esto es, el salirse de la norma, el presentarse como otro,... fingir, en definitiva. No obstante, la realidad parece demostrar lo contrario. La sociedad ya nos ha transformado, de modo que es en la comedia diaria donde muchas veces no somos nosotros mismos, esto es, donde fingimos ser lo que no somos, adornándonos de atributos o defectos que en ningún momento hemos poseído. Por tanto, es en la vida cotidiana, en el día a día, cuando llevamos puesto el disfraz, cuando ser nosotros mismos, auténticos vaya, nos resulta cada vez muchísimo más difícil. Por eso, paradójicamente, va a ser en Carnaval cuando la necesidad (ayudada de la desinhibición) nos arranca palabras sinceras y miradas, tal vez furtivas, pero francas, es decir, cuando verdaderamente cae la máscara, aunque físicamente la llevemos, y aparece el hombre, desnudo.

Y ciertamente en estos días, cuando toda Canarias es Carnaval, especialmente Santa Cruz de Tenerife -la distancia con Las Palmas (gala drag e indianos impostados, incluidos) es tan grande que me releva de más explicaciones-, resulta más complicado escribir sobre el Carnaval. Quizás parezca un tópico, pero del Carnaval no se escribe, se vive y ya está. Pocas cosas pueden considerarse menos complejas que expresar con palabras los sentimientos, la alegría, el jolgorio, el espíritu, en fin, de los carnavales. Pasa como con el espíritu de la Navidad, que Ebenezer Scrooge, el popular y patético personaje de Dickens, no consiguio comprender hasta que, obligado a salir de su encierro, lo vivió intensamente.

Desde 1782, que data el documento más antiguo sobre el carnaval chicharrero, ha llovido mucho hasta ahora, tanto como que el Carnaval de Santa Cruz de Tenerife se ha convertido en uno de los más importantes del mundo y ha llegado a concentrar, sólo en la Plaza de España, a más de doscientas mil personas. Pero es que, además, los carneros en El Hierro, los arre-trankos en Fuerteventura y, especialmente, los polvos de talco y los indianos en La Palma demuestran nuestra originalidad y nuestra riqueza tradicional hasta en fiestas tan lúdicas.

[Toc, toc. Perdonen la interrupción, han tocado a la puerta de mi despacho. Me avisan de que a la salida del trabajo se ha convocado una concentración de "pelucas" en busca de personajes. No tengo más remedio que dejarles, acaso alguna de ellas represente el mío y no quiero perderme la fiesta, antesala de una aún mejor de "los embajadores"]
Discúlpenme también si, finalmente, les he terminado escribiendo muy poco sobre el Carnaval, pero no os preocupéis, eso tiene arreglo: bajad a la calle, y, una vez allí, viviéndolo, terminaréis mi artículo. Nos vemos en Los Indianos, o en "la gran polvacera" (Los Llanos), o en el callejón del Corinto... Yo qué sé, Carnaval, Carnaval...

3 comentarios:

  1. de este artículo, de 1993, por si acaso, no diré nada, jajaja..

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  2. Esto en 1993, y ahora ¿es el mismo personaje que se esconde tras la máscara cotidiana?,
    Por cierto estabas escribiendo el artículo cuando estabas trabajando?
    Creo que ya estabas de Carnaval antes de escribierlo, se detecta la fiesta en cada párrafo.

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  3. Me encantó tu blog, lo acabo de abrir hoy, hay mucho que ver, me parece una buena forma de comunicación, amena y entretenida. Por lo pronto cuando salga a desayunar, me voy a la librería a coger un par de libros que encontré interesantes.
    Gracias por tu blog.

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