domingo, 28 de febrero de 1993

SALAMANCA

J.J. Rodríguez-Lewis
Publicado en La Gaceta de Canarias, el 28 de febrero de 1993

Sin duda, ha sido la ciudad soñada. Mi preferida. Solo le falta el mar, y más para un canario como yo. De resto, la alumna de Fray Luis, la de Unamuno y la de tantos otros, es la ciudad para la recreación en la nostalgia y en la meditación más profunda.

Quizás Salamanca sea de una belleza inmarchitable, de una viudedad macarena. Seguro es el auténtico escapulario de Castilla-León, sin ser su capital. La conozco, a pesar de su clima, como una ciudad que destila alegría, hospitalaria como ninguna otra. Su población, circunspecta, no deja de ser admirable. Chovinistas hasta los tuétanos, los demás no podemos más que envidiarlos.

La tranquilidad que se respira es distinta de cualquier otra. Pero es ciudad universitaria por antonomasia y albergue estudiantil de Lope y sus discípulos, lo que le proporciona una idiosincrasia juvenil e intelectual y un ambiente acogedor y, por qué no, sentimental, que conoció Espronceda y relató en sus inigualables versos.

Ciudad ineludiblemente romántica, la Plaza Mayor es punto de encuentro, lugar de tertulias y reuniones informales, de discernir sobre las cuestiones y aconteceres diarios; pero también es punto de elucubraciones, de pensamientos, incluso de sufrimientos. No obstante, la Plaza purifica, relaja, aleja el desánimo. Los principios de la experiencia lo avalan.

Estudiar en Salamanca, por fin, fue mi ilusión, y hoy continúa siendo la de muchos otros jóvenes. La Oxford española atrae anhelos y miradas. Notoria y, sobre todo, antigua, la Universidad charra es historia viva de la enseñanza española y europea. Estudiar en Salamanca significa, como mínimo, participar en la literatura romántica de Espronceda.

San Esteban, la Catedral, la Casa de las Conchas,... completan de manera soberbia la majestuosidad arquitectónica de Salamanca. Sin embargo, me quedo con su temperamento como ciudad, el que le proporciona su población y su experiencia. Santa Cruz de La Palma, es lo más parecido en Canarias, sin Universidad, pero con mar.

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