miércoles, 24 de marzo de 2004

EN 2004 VIVIMOS OTRA PASIÓN

 
J.J. Rodríguez-Lewis
A la memoria de Madrid

 
Comenzamos una nueva Semana Santa en nuestra ciudad. Nueva y ancestral a la vez, simultáneamente exultante y acongojante. Es la contradicción perenne de la Semana pasionaria, con vítores en Ramos, dolor y desasosiego a lo largo de los días santos, y alegría y gozo en la Vigilia Pascual. Cristo ha resucitado.

Tiempo de expiación de hermandades y cofradías, con capirotes y capuchas de costaleros que no dejan entrever su sufrimiento. Hoy, más que nunca, misioneras de quién nos ofrece un mandamiento nuevo... y a la vez tan viejo: amaos los unos a los otros como yo os he amado. Por siempre testigos de quienes no quieren escuchar.

Este año nuestro Padre representa a casi doscientos “cristos” que, en su particular vía crucis, hicieron un alto en el camino en la estación del Gólgota, o de Atocha, Santa Eugenia o El Pozo del Tío Raimundo. Porque estos días todas ellas son estaciones del vía crucis: el corredor de Henares se ha convertido en el camino del Calvario y las caídas de Cristo nos recuerdan las bombas de la masacre. Pongamos que hablamos de Madrid.

El Cristo en el Huerto de Getsemaní, al pie del Monte de los Olivos, ora por la Pasión que se vive en Atocha y reza angustiado por la barbarie terrorista que no distingue a Cristo de Barrabás y que elige la muerte en lugar de la vida. En esta Semana Santa veremos a un Cristo aún más apenado y pesaroso, que revive la matanza de Madrid como si fuera otra particular Jerusalén.

Este año en Santa Cruz de La Palma rememoraremos a una de las primeras víctimas mortales del fundamentalismo: nuestro Padre Jesús Nazareno, en tallas de Estévez del Sacramento o de Hita y Castillo, pero a quiénes enterraremos la tarde del Viernes Santo será a los casi doscientos “crucificados” de Madrid.

Esta Semana Santa, en fin, no será la de Santa Cruz de La Palma, será una Semana Santa madrileña, del distrito sur de Madrid, de Vallecas, Ciempozuelos, El Pozo... Los Cristos tampoco saldrán de nuestras parroquias, lo harán de la suyas; y cuando la Verónica enjugue su sudario, la santa faz no será la de Jesucristo, sino la de tantos nazarenos a quienes segaron su vida en un tren de cercanías el pasado 11 de marzo.

* Monición para la Misa de la Cofradía de Nuestro Señor del Huerto, Domingo de Ramos de 2004

1 comentario:

  1. Mi corazón siempre con todas las víctimas del terrorismo de cualquier lugar del mundo....y una petición desde mi alma: PAZ.....PAZ....PAZ....que nuestros actos y pensamientos siempre estén llenos de amor y cargados de PAZ

    feliz día
    Un fuerte abrazo

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