miércoles, 30 de julio de 1986

LA AGONÍA DE LA JUVENTUD


J.J. Rodríguez-Lewis*
Publicado en Diario de Avisos, el 30 de julio de 1986

No le deis más vueltas, no cabe paralelismo alguno con la conocida e interesante obra de don Miguel de Unamuno “La agonía del cristianismo”. Y no cabe tal porque, básicamente, mientras el ex – rector de Salamanca le da al término “agonía” el significado de “lucha”, yo –rector tan sólo de mis pensamientos- le doy al mismo la significación más extendida de “congoja”, de la congoja que padece el moribundo.

Una vez clarificado el panorama, empiezo por manifestar que nunca, y quienes me conocen de verdad lo saben, me he contado entre los pesimistas. Ahora bien, la realidad, aunque puede aventurar unas veces pesimismo, otras optimismo y algunas veces escepticismo, la realidad en sí no admite tal variedad de cábalas, fundamentalmente porque la realidad la conforman hechos ineluctables.

Y un hecho real es que en Santa Cruz de La Palma ha desaparecido una asociación juvenil, y únicamente motivada por insubsanables problemas económicos. Este hecho, que a primera vista parece tan minúsculo, conlleva consecuencias de incalculable importancia para mis hermanos de generación en nuestra ciudad y en nuestra isla. Hace pocas semanas, Gilberto Alemán decía, a propósito del extinto diario “La Tarde”, que “cuando desaparece un periódico, desaparece parte de nuestra libertad de expresión”. Pues bien, cuando desaparece una asociación juvenil, desaparece parte de nuestra reivindicación y de nuestro talante. Nuestras ideas y derechos sí perviven: casa de la juventud, centro de información juvenil, pabellón cubierto, biblioteca municipal, encuentros de teatro aficionado, nuestro “sui generis” club Siglo XXI, el instituto de verano, la revista “Alternativa Joven”, etcétera. Ahora, la praxis se nos pone cada vez mucho más cuesta arriba. Ya lo dije una vez y lo vuelvo a repetir ahora, constituirse en asociaciones lejos de posicionamientos ideológicos en La Palma es una empresa y un servicio a la sociedad con un futuro más oscuro que el futuro político de Antonio Garrigues Walker.

La realidad, pues, se manifiesta pesimista. La juventud palmera, a mi entender, una de las más avispadas de las islas, aguarda el inmediato óbito, la más dulce y apacible muerte de nuestras ilusiones y derechos maltratados. Y ante este nefasto panorama, la juventud –mi generación-, como bien apuntaba don Enrique Miret –director general de Protección Jurídica del Menor- en unas declaraciones al Ya dominical de febrero, “no tiene más que dos reacciones: o bien la violencia contra la sociedad, que puede ser violencia en donde externamente se llegue a la delincuencia, o bien la evasión. Y en la evasión vemos, o bien pasotismo de la gran mayoría de la juventud actual, un pasotismo que lo hemos producido nosotros mismos, porque no les hemos dado cauces a sus propios anhelos internos y necesidades, o bien una evasión que llega ya al mundo de la droga”. Yo no sé si don Enrique Miret conocerá Santa Cruz de La Palma, pero el retrato de nuestra juventud es inmejorable: delincuencia, pasotismo y droga.

Permítaseme terminar cambiando de tercio, aunque sin alejarme del tema que me ocupa, con un “suspiro”, puesto que el Cabildo no ha aprobado la constitución del Consejo Insular de la Juventud sin que previamente se constituyan los Consejos Municipales. La propuesta del Grupo comunista, imagino elevada al mismo por los jóvenes del partido, me parece paradójica cuando pienso que gobiernan el Ayuntamiento capitalino y su esfuerzo por formar al Consejo municipal no se ha visto por ninguna parte. A mí, al respecto y en consecuencia, no me huele bien digan lo que digan los jóvenes comunistas, a los cuales, por otra parte, estimo de igual manera que a los demás representantes de las juventudes políticas palmeras. Porque a mí, y en esto reafirmo las palabras de nuestro Presidente, no me importa que el gato sea negro o blanco, lo importante es que cace ratones.
*19 años.

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