martes, 6 de mayo de 1986

OTRA VEZ, LA JUVENTUD

 J.J. Rodríguez-Lewis*
Publicado en Diario de Avisos, el 6 de mayo de 1986

Ernesto Salcedo escribía hace muy poco en un matutino tinerfeño: “Mucho ojo con los jóvenes que, además de tener inteligencia, también tienen memoria”. Su sentencia no tiene desperdicio. No obstante, creo sinceramente que los jóvenes tenemos mucha más memoria que inteligencia. Y de eso los jóvenes palmeros sabemos mucho.

Con mucha frecuencia nos acordamos, por ejemplo, de un necesario “plan integral de la juventud” del que nuestro Cabildo tiene el deber de sentar las bases para que seamos los propios jóvenes quienes lo llevemos a buen puerto. De la creación de una Casa de la Juventud en Santa Cruz de La Palma, que se convierta en reflejo fehaciente de nuestra participación en el acontecer cotidiano de nuestra ciudad y de nuestra isla. De la puesta en marcha urgente de una suficientemente dotada biblioteca: “La Cosmológica” hoy, sin necesidad de ser pragmático, es una vergüenza. De la siempre bien avenida obra social de la Caja de Ahorros, que en La Palma no se ha hecho notar. De la que se decía inminente formación de los Consejos Municipales de la Juventud, o acaso la casa se quiere empezar por el tejado formando primero el Consejo Insular (si les digo la verdad, en muchas ocasiones, el funcionamiento de nuestras instituciones se asemeja al teatro de Ionesco). Del engendro de un pabellón nada ostentoso en el núcleo urbano (que, por otra parte, también necesita la comarca de Aridane) que impulse nuestros deportes de sala a niveles competitivos (balonmano, voleibol,... y el definitivo espaldarazo al baloncesto); Miraflores albergaría acontecimientos de más alta categoría: un anhelado “basket” de 1ª B, por ejemplo. Del tan comentado fomento del asociacionismo juvenil que, salvo el ayuntamiento capitalino en la medida de sus posibilidades, el resto de las instituciones ha practicado una política de inhibición desconcertante.

Obviamente, si me esmerase, la relación sería interminable. La memoria, pues, no nos falla. De todas formas, que seamos más “memoriones” que inteligentes no es óbice para que no seamos también esto último. Lo que ocurre es que somos como aquellos socialistas utópicos del XIX, tenemos muchas ideas pero poco nos movemos para llevarlas a la práctica. Y continuar como Fourier, Saint-Simon, Owen, Blanc,... no nos llevará a ningún sitio. Debemos, de una vez, ser capaces de aunarnos en un bloque homogéneo pero necesariamente numeroso ante nuestras instituciones políticas y administrativas, primero en posiciones de diálogo y concertación, pero si llegara el caso no eximirse de posiciones radicales. Sé que abandonar nuestra fama de “aplatanados” (en una palabra, conformistas) es tarea harto difícil; no obstante, debemos intentarlo. Hoy, francamente, nos conformamos con poco: unas ciudades desesperadamente aburridas, unos pueblos estancados en la desidia y el aislacionismo, una infraestructura nefasta en actividades juveniles, culturales y deportivas, una sociedad obsoleta y senil,...

No se necesita mucho dinero para crear una verdadera estructura cultural. La infraestructura la tenemos: tenemos teatros, tenemos escuelas de teatro, danza, canto,... numerosas compañías de teatro aficionado esparcidas por toda la isla, corales polifónicas, bandas de música, escuela de artes y oficios, etcétera, etcétera. Os pondré dos ejemplos: Santa Cruz de La Palma debe y puede tener teatro todos los fines de semana; creo sinceramente que en La Palma hay un buen número de compañías de teatro aficionado con verdaderas ganas de presentarse en nuestra capital y, por otro lado, traer buenas compañías de fuera de la isla tampoco resultaría muy costoso a través de un convenio mancomunado entre cabildos. Por otra parte, el Teatro Chico podría convertirse en un auténtico “Club Siglo XXI” con interesantes conferencias todos los fines de semana; cuando no sea posible una alta personalidad allende nuestras fronteras marítimas, aquí tenemos a mucha gente con cosas muy interesantes que contarnos.

En otro orden de cosas, la Casa de la Juventud no tiene vuelta de hoja. Otro tanto, la Biblioteca Pública Municipal. La primera podría ocupar la casona que ocupa la Biblioteca “Cervantes” de “La Cosmológica”, a todas luces insuficiente para una asistencia numerosa; y la segunda no podría estar mejor que en el recién reformado Convento de San Francisco. De todas formas, lo que parece más difícil es un convenio Ayuntamiento – La Cosmológica. Lo que está claro, es que una buena disposición por ambas partes puede obrar milagros en bien de la comunidad.

Respecto a la obra social de la Caja de Ahorros, sólo nuestros representantes en el Consejo de Dirección de Cajacanarias pueden manifestar su descontento (en Tenerife la obra social de la Caja es numerosa). No estaría de más, por ejemplo, que cualesquiera de las ideas barajadas en este artículo pasara a patrimonio de la obra social de la Caja.

Con referencia a los Consejos Municipales de la Juventud, amén de ser de urgencia su puesta en marcha, su composición debe contemplar perfectamente la realidad social, ideológica y religiosa de nuestros municipios. Deben estar representados todos los colectivos juveniles, esto es, juventudes políticas, asociaciones independientes, comunidades de jóvenes cristianos (y de no cristianos, siempre que las haya), etcétera. Ahora, formar un Consejo Insular de la Juventud sin previamente formar los Consejos Municipales, me parece, sin menoscabo alguno, un absurdo sin pies ni cabeza que crea una aureola de manipulación de los intereses juveniles.

Por otro lado, decir que no se construye el Pabellón porque no hay sitio nos suena a bulería andaluza. Junto al túnel de La Portada hay un espacio estupendo, pero es de dominio público que la obstinación, aunque formalmente no lo sea, es pecado capital.

Por último, con relación al fomento del asociacionismo juvenil, hay una manera diáfana de hacerlo. Procurarles locales a las asociaciones y exigirles la elaboración de un plan anual de actividades que deben cumplir, y dejarles hacer. Evidentemente, estas asociaciones necesitan de una oficina que las enlace: nada mejor que la Oficina de Información Juvenil, de la cual también lamentablemente carecemos.

En fin, si de este modo bajase a límites insospechados el índice de drogadicción, de delincuencia juvenil, de “pasotismo”, de aburrimiento general... no creáis que es casualidad. Al tiempo.
* 19 años

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