viernes, 23 de enero de 2009

NEGOCIACIÓN INTEGRADORA Y CONCERTACIÓN EN LAS ADMINISTRACIONES PÚBLICAS


J.J. Rodríguez-Lewis

Las políticas de personal en las Administraciones Públicas han de partir de un intento serio de negociación con los representantes de los trabajadores, estructurados en torno a las diferentes organizaciones sindicales. Pero la negociación debe de ser siempre cooperativa o integradora, en la que tanto la Administración como el banco social se sientan ganadores. Siempre será un error plantearla de un modo (conflictiva o distributiva) en el que la sensación final sea la de ganador-perdedor.

Los negociadores –Administración versus Sindicatos- yerran cuando actúan como adversarios o enemigos. La razón es lógica. En estos casos, predomina la actitud inflexible, autoritaria y suspicaz. La negociación se sustenta en estereotipos negativos mutuos, en el recelo excesivo, y priman los estilos fríos y coercitivos en el trato. Tampoco el objetivo puede ser exclusivamente la mejora del interés sindical. Cuando esto sucede el proceso desintegrador es irreversible. Cuando ambas partes se sientan, una junto a la otra, a “negociar”, no debe destacarse lo que las separa –y menos atrincherándose en esa posición-, sino lo que las une. Un experto en políticas de mejora del clima laboral definía esta situación como la de un “par de ejércitos de sordomudos enfrentados en una absurda guerra civil”, o lo que es lo mismo, “especies de gemelos siameses que tratan de matarse a golpes sin percatarse de que comparten el mismo cuerpo”.

Todo lo contrario. En la negociación, en el diálogo social, estas características deben de ser sustituidas por las de cooperación, información recíproca, búsqueda del consenso y el mutuo convencimiento de la tarea común, que no es otra que la mejora del servicio público y de las condiciones de trabajo de los empleados públicos.

La concertación es un principio del sistema participativo. Hablamos de concertación cuando, presidido por un talante moderado (por ambas partes), predomina el equilibrio, el clima de confianza y un proceso transparente de comunicación en ambos sentidos. En ese proceso, se ha de evolucionar desde la hostilidad a la lealtad y desde un equilibrio apoyado en el recelo a otro basado en la razón y la colaboración.

Las relaciones sindicales han de basarse, pues, en la concertación y no en la confrontación. Administración y Sindicatos deben definir objetivos comunes y trabajar al alimón para conseguirlos, negociando sin asomo de coerción alguna las diferencias. Negociación integradora, esto es, por intereses y no por posiciones, siguiendo el modelo Harvard. La razón sobre la fuerza. La disposición a convencer y a ser convencidos. La voluntad de no negociar bajo presión y de disminuir los tramos de negociación, realizando ofertas cercanas a las posibilidades de la Administración. En fin, comunicación permanente y cultura de consenso.

Escribe Pablo Coelho en el “Manual del guerrero de la luz” (1998): “Trazados los planes de paz, los guerreros vuelven a sus casas. No necesitan probar nada a nadie; lucharon en el buen combate y mantuvieron la fe. Cada uno cedió un poco, aprendiendo con este el arte de la negociación.” La propia creación del Estado moderno en España, con los Reyes Católicos, surge de la concertación y la negociación integradora entre los cónyuges Isabel y Fernando (la denominada Concordia de Segovia), que evito el enfrentamiento entre los reinos de Castilla y Aragón.

5 comentarios:

  1. Juan José, estoy totalmente de acuerdo con lo que señalas respecto a los que deben ser las bases de partida en la negociación Admon-sindicatos. Sin embargo, esta situación es cada día menos real. Los sindicatos conciben a la Admón no como tal (organización al servicio de los ciudadanos), sino que la conciben como un "empresario" más que poco menos que "les explota", de quí que traten de sacarle "la mejor tajada" posible en materia retributiva por vía monetaria o en especie.
    En fin, la verdad es que mi experiencias con los sindicatos (de funcionarios, de policías, de laborales, de....) no fue nada fructífera..en general los considero una rémora para este país, al menos, en el ámbito de la Administrración pública, no así en el ámbito de las relaciones laborales "privadas". Un saludo.

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  2. Aunque hay excepciones, creo que tienes razón sobre lo que ocurre en la realidad. Mi experiencia (y conozco la acción sindical en las entidades locales -ayuntamiento y cabildo- y en la Comunidad Autónoma) es que prima el interés meramente sindical (en ocasiones, por encima de los propios principios constitucionales de acceso al empleo público, por ejemplo), si no en ocasiones el simple interés de los propios representantes sindicales. De todas formas, también encontramos con frecuencia representantes de la Administración absolutamente nefastos y con pocas o nulas habilidades negociadoras. El llamamiento es a ambos. Saludos

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  3. “especies de gemelos siameses que tratan de matarse a golpes sin percatarse de que comparten el mismo cuerpo”.
    Genial

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  4. Estoy totalmete de acuerdo con Guillermo, aunque lo que escribes sería lo ideal, en la actualidad suena más a utopía que a realidad. Más teniendo en cuenta que hablamos de administraciones públicas, lo que en la mayoría de ocasiones (por desgracias) lleva aparejada una politización de casi todas (o todas) sus actuaciones.
    Y por otro lado, con respecto a lo que se comenta de que muchas veces se considera a la administración como un "empresario" más, no estoy en eso de acuerdo, pues si fuera así, si la administración se comportara como una empresa, otro gallo nos cantaría...
    Felicidades por tus artículos

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  5. A propósito del "acoso sindical" a la Administración Pública-empresario: no estoy del todo de acuerdo contigo, Juan José, ni tampoco con Guillermo. Probablemente la experiencia de ambos en la gestión de lo público marca carácter, y seguramente genera enfoques no siempre centrados o imparciales del problema. O, al menos, a mi me lo parece.Es como si le preguntáramos a un sindicalista qué opina sobre la contribución del empresariado español a la paz y la concertación sociales en España. Lo digo cariñosamente. Calificar a los sindicatos como "rémoras sociales" no ayuda demasiado en la consecuención de objetivos racionales y razonables como la paz y la concertación sociales. Creo que todo lo contrario... De todas formas, también creo que la Adminitración Pública -en todas sus variantes- (y aún siendo garante del interés público) debe despojarse de muchas de sus prerrogativas al enfrentarse a la negociación con sus empleados, pues la negociación colectiva, la paz social, etc. son valores constitucionales prevalentes, que de alguna forma integran "la cosa pública", o son parte del "fin público"...

    Juan José, te felicito. El debate es lo que enrique, y tú contribuyes... Un abrazo.

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