jueves, 28 de marzo de 2013

CUANDO CONFUNDIMOS DAR CON SACRIFICARSE

No sé si les habrá ocurrido alguna vez, aunque intuyo que en las relaciones de pareja (también entre amigos o entre hermanos) debe suceder en muchas ocasiones. Me refiero a cuándo esperamos que nuestra pareja (o nuestro amig@) actúe de un modo determinado en nuestro favor; por ejemplo, que esté pendiente de nosotros en un momento propicio o que acuda presto a ayudarnos cuando lo necesitamos, o simplemente que nos envíe un soplo de ternura, o de aliento, cuando la tristeza corroe nuestra alma o la congoja amenaza con socavar nuestra fortaleza. En definitiva, cuando esperamos que el otro haga algo por nosotros, y no lo hace. Posiblemente sea hasta humano pensar así, es decir, esperar esto del otro... aunque el amor (o la amistad) no entienda de esperas, ni tampoco de recompensas.
       Sin embargo, esto que esperamos del otro nunca puede suponerle un sacrificio. Porque, como decimos, el amor se identifica muy poco con el sacrificio, aunque este, a fin de cuentas, no sea otra cosa que el revés de la pasión, que siempre nos exige lo máximo, y que implica la voluntad de sufrir por lo que amamos, como leemos con acierto en El poder de las palabras (Kevin Hall, 2010) y nos recuerda la Pasión de Cristo. Cuando damos (por o en favor del otro) ha de ser porque esta actitud nos sale realmente de nuestro interior, porque así lo sentimos, porque, definitivamente, no es posible otra forma de proceder. Nos equivocamos si este modo de actuar lo concebimos como una conducta abnegada que debemos asumir en bien de nuestra pareja, de nuestro amigo o de nuestro hermano. Dar y sacrificarse son dos cosas muy diferentes. En realidad, al otro le sirve de poco ese supuesto acto de amor si se efectúa como un sacrificio, a veces ni tan siquiera resulta conmovedor realizarlo a destiempo, como resultado de cierto sentimiento de culpa por no haberlo hecho en el momento indicado, y casi impelidos a portarnos en favor de lo que el otro suspiraba sin la motivación adecuada. Dice Wayne W. Dyer que en ambos casos actuamos así por egoísmo.
       Yo creo que en una pareja, entre amigos o entre hermanos, uno debe dar siempre, como muestra de una actitud que nos recompensa por sí sola, sin aditamentos de ninguna clase. Por eso, cuando percibimos que el otro no nos da lo que esperamos, la tristeza que nos embarga no se origina porque no haya habido la justa contraprestación, es decir, porque uno haya dado y el otro no, porque la pareja requiera de ese tipo de sacrificios y el otro no esté dispuesto a asumirlos, sino porque esa actitud de no hacer no es más que el reflejo de la falta de amor que existe en la relación, de la disintonía que prevalece, de que la pareja, en realidad, no sigue el mismo camino, sino senderos diferentes, que rara vez se entrecruzan. Cuando quieres a alguien de verdad, esas entregas, la ayuda o la preocupación por el otro, surgen con naturalidad, no necesitan ni de presiones ni de avisos, es más, no se tratará realmente de dar si la actitud, el "acto de amor", resulta impostado, artificial, sacrificado.

7 comentarios:

  1. mcarmen peregrina29 de marzo de 2013, 0:37

    El AMOR esta en el interior de cada uno de nosotros y lo recibimos en grandes dosis ( a veces sin percatarnos de ello) cada vez que lo damos, SIN CONDICIONES, porque esa entrega forma parte de nuestra esencia humana y divina...y que sucede de forma espontánea, instantánea, ya sea a una pareja, amig@,herman@..
    Cuando amamos SIN CONDICIONES, como nos describe Louise L. Hay, atraemos a personas que nos dan el mismo AMOR y aceptación incondicional, sin sufrimiento..sin lástima...sin apego
    No esperas nada y lo recibes todo...te sientes en continuo agradecimiento cada instante.
    Gracias Juan por esta reflexión,que hoy más que nunca comparto
    Un abrazo grande

    ResponderEliminar
  2. Creo que dar muchas veces va ligado a sacrificar en cualquier tipo de relación. Todos o casi todos somos herederos de una disposición compasiva que ha evolucionado a lo largo del tiempo. Es un hecho que el sacrificarnos por los demàs, incluso a costa del bien propio, fomentamos la reciprocidad, la generosidad y la predisposición a estar al lado de los que queremos.El amor incondicional exige mucho màs que sentimientos. Se basa en el compromiso y en la lealtad. Kant(1714-1804), filósofo alemàn, tenía como lema de su vida" tratar a todo ser humano como un fin en sí mismo y nunca como un medio" y creo que esa es la premisa bàsica de una relación sana. El amor marcado por el compromiso y la decisión, no simplemente por el vano sentir y gustar. Estoy convencida de que la mejor manera de conseguir la dicha propia es sencillamente proporcionàndosela a los demàs. Gracias JJ, abrazos

    ResponderEliminar
  3. Buen ejemplo "Jesús " sacrificó su vida por amor y creo que el amor nació sacrificado.

    ResponderEliminar
  4. Totalmente de acuerdo contigo, cuando se ama, se da...sin sacrificios, porque es una entrega en la que te hace feliz que el otro sea feliz, y te sale de dentro, te nace, mana sin necesidad de obligación o imposición.

    Y aunque a tu pareja, tus hermanos o amigos no les "nazca", a ti te sigue saliendo de dentro, porque les amas, como a los hijos. Sin embargo,en ocasiones nos revolvemos contra los otros porque a ellos no les mana de un modo natural o con el mismo ritmo, salvo contra los hijos.

    Por eso, muchas veces nos separamos de nuestras parejas, o abandonamos amistades, o se resquebrajan familias...porque el ego puede más que el amor o quizás porque no ha sido amor del de verdad, sino un deslumbramiento.

    Pero qué hermoso cuando dos personas se aman de verdad!!!!

    Gracias por seguir ahondando en nuestras emociones. Un par de besos bien dados.

    ResponderEliminar
  5. MVMT (desde facebook)2 de abril de 2013, 20:30

    La soberbia y el orgullo es el origen de la mayoria de los males que aquejan a las relaciones. Cierto que del amor surge el sacrificio y la entrega, pero para que podamos recibirlos debemos ganarlo antes, y eso es algo para lo que no nos esforzamos como deberiamos.

    ResponderEliminar
  6. La verdad es que a veces confundimos una cosa con otra, yo no te pido que te sacrifiques, sino que me quieras, si lo haces, dar te saldrá con naturalidad. Interesante. Un saludo.

    ResponderEliminar
  7. Yo si creo en el sacrificio en el amor, como en otros ámbitos de la vida. Estoy de acuerdo en que áquel no necesita de aditamentos, y que por “sacrificado”, no es más o menos amor. Pero en ocasiones, ocurre así. Y me atrevo a decir que no reconocerlo de esta manera, implicaría cierta carencia de sensibilidad. ¿Acaso el cine y la literatura no son buena muestra de ello?

    Es como si tuviésemos miedo a reconocer que los demás, ya sean amores o amigos, hacen algo por nosotros; miedo a sentirnos en deuda con ellos.

    Claro que el amor debe ser natural y no fingido, pero en ocasiones, es hasta sacrificado. Él es así. A las grandes novelas rusas, por ejemplo, me remito.


    Me gustado mucho tu entrada; llegas al alma.


    Saludos a todos

    ResponderEliminar