sábado, 2 de noviembre de 2013

UN NUEVO CAMINO. SEXTA JORNADA

PEDIR UN DESEO
Calzadilla de la Cueza-Sahagún (20,7 kilómetros)

Una de las caminatas más llevaderas de este Camino es la que nos lleva a Sahagún. Tramos así siempre los hay, porque todos los recorridos no son igual de esforzados, ni igual de intrincados. Esta etapa atraviesa varias poblaciones, que se nos presentan siguiendo un andadero que transcurre paralelo a la N-120 casi sin solución de continuidad: Lédigos, Terradillos de Templarios, Moratinos y San Nicolás del Real Camino. Y como ya sabemos, esto, en el Camino, siempre se agradece y en especial cuando apenas encontramos naturaleza con la que guarecernos del sol.
Salimos de Calzadilla muy temprano tras un desayuno más bien frugal. Casi tres horas después, nos detuvimos en Moratinos, en un bar muy agradable regentado por extranjeros a la entrada del pueblo. Poco después, vadeamos el río Valderabuey y pisamos por primera vez tierra leonesa, pero el paisaje no cambiaría: páramo y llanura. Por allí resulta fácil perderse cuando no sabes interpretar los signos, las señales del Camino, porque entonces somos incapaces de descubrir el sendero correcto. En la vida nos pasa igual. Y, a veces, hasta pretendemos aconsejar a otras personas, sin reparar en que, para ayudar a otros a encontrar su camino, como nos recuerda Kevin Hall (en El poder de las palabras), antes debes de conocer el tuyo.
Un rodeo forzado casi al final del tramo, con Sahagún a la vista, nos llevó hasta la ermita de la Virgen del Puente, a orillas del río Cea. Aunque con cierta cutrez, fue una grata sorpresa, que nos permitió tañer la campana del oratorio y pedir un deseo. Pero más que pedir por que nuestros problemas fueran más fáciles, rogamos por ser más fuertes. También pedimos permiso para equivocarnos sin castigarnos ni torturarnos mentalmente. Advertimos entonces que la noche anterior habíamos leído a Bernardo Stamateas (en Emociones tóxicas).
En Sahagún, la ciudad de San Facundo, pernoctamos en el Hostal Domus Viatoris, también albergue de peregrinos si decides entrar por la puerta trasera, y donde nos volvió a sorprender cierto bullicio. Pero la acogida fue estupenda, y allí almorzamos y, después de tomarnos algunas copas en la plaza Mayor, también cenamos. Sahagún es un pueblo monumental, que presume además de Semana Santa. Sobresalen las iglesias casi gemelas de San Lorenzo y San Tirso, de ese singular estilo que es el románico-mudéjar, con sus torres de ladrillo de tres cuerpos, así como los restos del monasterio benedictino que dio origen a la ciudad (arco y torre del Reloj). Nos acostamos pronto, comenzábamos a vislumbrar la meta del nuevo camino.

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