sábado, 17 de mayo de 2014

PALABRA DE HOMBRE

He releído los últimos días un libro extraordinario y comprometido que también heredé de mis tíos "rojos": Palabra de hombre (Parole d'homme). Su autor es el filósofo y político francés, fallecido en 2012, Roger Garaudy. Lo leí por primera vez en mi juventud, en los años ochenta (el libro se había publicado en 1975), y es de esas obras que, una vez leídas, y asimiladas, marcan tu crecimiento personal y pasan por ello a conformar directamente la biblioteca de tu vida. Como las novelas de Martín Vigil o los libros Gala o Savater, que fijaron mi carácter y mis prioridades, o los de tantos cronistas de la Transición (Oneto, Abel Hernández, Márquez Reviriego, Sarasqueta, Carandell, Prego o Emilio Romero), que pulieron y contornearon mi compromiso y mis ideas políticas.

Son los libros que componen la sección de juventud de la biblioteca de nuestra vida, una biblioteca, y una sección, que todos tenemos (cuando menos con las historias de Vázquez Figueroa, y si no, mala cosa), y que se mantiene viva, abierta hasta nuestra muerte, incorporando y catalogando nuevos volúmenes, que contribuyen sutilmente a tu madurez intelectual y emocional. Porque, para los niños, para los jóvenes, los libros de texto no son suficientes y, aunque no lo parezca, ser joven exige un largo aprendizaje, como leemos con acierto, precisamente, en Palabra de hombre, por lo que Garaudy, sin quererlo, ya estaba acelerando el mío. Además, en muchas ocasiones la ayuda, la lección, como nos ocurre con las personas, la encontramos en un libro inesperado, acaso en el que menos pensábamos que podía aportarnos alguna cosa, así que resulta arriesgado desechar alguno.

Fue quizás en la comprensión del amor humano en lo que más me ayudó la obra de este filósofo cristiano-marxista (luego convertido al islamismo), nacido en vísperas del estallido de la Primera Guerra Mundial (1913). Garaudy aseguraba que el amor comenzaba cuando se prefiere al otro y no a sí mismo y cuando se reconoce su diferencia y su indescriptible libertad. Para este intelectual y político francés, expulsado del partido comunista en 1970 por condenar la invasión de Checoslovaquia por tanques soviéticos (1968), aceptar que en el otro viven otras presencias, además de la nuestra, o no pretender creernos imprescindibles en sus necesidades y en sus preocupaciones, no significaba resignarse a la infidelidad, sino querer con la mayor prueba de amor, esto es, que el otro fuera fiel a sí mismo.

El volumen de marras ha sobrevivido a mi juventud y ahora se ha confundido con los libros de la posada, reposando en la sección de la biblioteca que llamamos madurez, sin que haya perdido un ápice de actualidad. En realidad, es difícil que esto suceda cuando tratamos de las emociones y de los sentimientos, estados que no prescriben nunca, porque nos acompañan siempre. Por eso el amor nos sigue incitando a salirnos de nosotros mismos, a sobrepasar nuestras propias fuerzas, a dar al otro lo que hay en nosotros que ni siquiera conocemos. Y así seguirá siendo indefinidamente, aunque no debamos perder la perspectiva de que las palabras, como nos recuerda Coelho, son la vida puesta en el papel, por lo que los libros, o las redes sociales incluso, no nos deben alejar de la gente, el verdadero objeto de nuestro crecimiento, sino ayudarnos a encontrarla y, de paso, a comprenderla. 

5 comentarios:

  1. Gracias por tus palabras..
    Asi es..la vida te encuentra con los Seres que necesitan ese Encuentro...hacer de ese Encuentro Vida sólo depende de los encontrados...comprender esto es la esencia de cada ENCUENTRO..
    un abrazo querido Juan
    Carmen Peregrina

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  2. Gracias por retomar tu compromiso con la posada, siempre con entradas entrañables y muy bien escritas.

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  3. MLN (desde Facebook)18 de mayo de 2014, 18:59

    Palabras con las que me identifico, pues como dijera Francisco Alberoni, la base de la amistad está en el encuentro, y sólo la sutil línea del sexo la separa del amor...un saludo

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  4. Tu escrito tiene tantos matices y tantas coincidencias, que simplemente me parece fantástico, por supuesto me explico, todo aquello que leo y que me induce a la reflexión para mi es un regalo y el tuyo lo es, de Garaudy he leído en mi juventud, tener un padre republicano es lo que conlleva, si bien lo que me marcó a mi fue su forma de entender la educación, totalmente alejada de lo que en la actualidad sirve como fundamento a nuestros planes de estudios y leyes de educación, el decía que el hombre debía ser educado permanentemente y sobre todo ser un buen revolucionario, el preguntarse el por qué de las cosas y que la educación debe ser el sustento de la transformación de la sociedad. Su visión positivista y sobre todo romántica de la sociedad es alentadora en estos momentos de desaliento generalizado.

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  5. Catalina La Grande21 de mayo de 2014, 7:49

    Si, a veces las redes sociales alejan a las personas en vez de unirlas, pero así es la vida, cuando la evolución emocional no está sincronizada un acto de valentía puede parecer una imprudencia, pero solo los cobardes son prudentes en exceso.

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