sábado, 2 de agosto de 2014

La posada de los secretos: Prólogo


Estoy sentada en un porche, en una mecedora. Desde aquí observo una cascada rodeada de verde vegetación y el sonido del agua que llega hasta mí me serena. Una preciosa taza de porcelana atesora durante unos minutos la infusión que deleitará en breve mi sentido del gusto. El aroma de las calas consigue embriagarme. Inspiro profundamente y contemplo el libro que reposa en mi regazo.

La posada de los secretos se abre para llevarme a todo un mundo de sensaciones. Observo que su autor ha puesto en cada línea un sinfín de sentimientos. Le conozco como se conoce a esa alma que intuyes desde siempre y para siempre y aun así sé que todo cuanto pueda leer en estas páginas será capaz de desvelarme aún más recovecos de su esencia pura.

Juan José, reservado con su vida íntima, no tiene complejos para desnudar su espíritu y nos desvela sus secretos, aquellos que tienen que ver con su forma de concebir las emociones. Al leerle, al igual que el agua de la cascada que fluye ante mí, mi corazón se vuelve fluido, transparente y fresco, se desliza entre los renglones como el agua entre los riscos, y se siente libre. Libre para meditar y reposar cada “entrada”, pues éstas siempre invitan a sacar conclusiones propias aunque lleven ligadas la impronta del autor.

Las ilustraciones consiguen el efecto que obtendría el vuelo de unas mariposas de colores junto a mí en este instante: provocan una sonrisa infantil en mis labios y me enternecen.

Soy consciente de que cada lector percibirá de forma diferente lo que este libro contiene. Pero, en mi opinión, algo común llegará a todos. El deseo intrínseco del autor de compartir su propia búsqueda interior. Su generosidad, cualidad que sin duda le caracteriza, para ser compañero durante el camino que estas líneas nos invitan a emprender, o a continuar, si es que ya nos habíamos aventurado a ello. Pero al final, aunque él nos acompañe durante un rato, es misión de cada uno encontrar nuestro propio camino.

Ana Isabel Núñez, autora
de Con la fuerza de su interior
Doy un sorbo a mi infusión. La paladeo mientras observo la cascada frente a mis ojos. Los cierro inmersa de nuevo en el sonido del agua. Mientras, mi corazón viaja a una isla: La Palma. Es fácil viajar hasta allí aunque esté lejos, montada en esta alfombra mágica llamada La posada de los secretos. Es fácil viajar en ella a cualquier parte, incluso y especialmente, a nuestro interior. Les invito a que prueben...

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