martes, 9 de marzo de 2021




Nuevas noticias sobre el periódico La Disciplina (1905), un modelo de prensa obrerista en la isla de La Palma 

J.J. Rodríguez-Lewis

* Publicado en Actas del IV Congreso Internacional de Historia del Periodismo Canario,

 Ediciones Densura, 2021

1.    Los precedentes

Nos tenemos que remontar al semanario La Luz, dirigido por el abogado, entonces liberal, Siro González de las Casas (1856-1906) y en circulación durante los primeros meses de 1886, para encontrar la primera referencia a la cuestión social u obrera en la prensa insular.[1] A continuación, será el periódico liberal El Criterio (1886-1887), dirigido por Domingo Carmona Pérez (1854-1906), con el tiempo militando en el republicanismo, el que siguió con interés la actividad de la Unión Obrera, la primera sociedad de socorros mutuos que se constituía en La Palma.[2] Con todo, las primeras denuncias sobre la situación de la clase trabajadora no las vamos a encontrar hasta que ve la luz El Grito del Pueblo (1895-1899), bajo la dirección ya del tipógrafo Manuel Pestana Henríquez (1867-1949), periodo en el que pasó a subtitularse como «periódico político democrático»[3], aunque la primera cabecera obrerista va a ser El Fiscal (1900-1902), el primer proyecto periodístico de Anselmo J. Guerra Cabrera (1875-1959), que asumió la cuestión obrera como contenido temático capital en su línea editorial y abanderó la campaña para la constitución de la Asociación Gremial de Obreros de La Palma. Por fin, con el carácter de prensa obrerista (que no obrera), saldrán, en primer lugar, El Grito del Pueblo, en su segunda época (1902-1905), que asumiendo sin fisuras el ideario republicano se reconoce en la cabecera como «defensor de la clase trabajadora», y, en segundo lugar, La Voz del Obrero (1902-1904), antecedente inmediato de La Disciplina, en este caso desde planteamientos más próximos al socialismo cristiano. No sorprende que ambos proyectos los lideraran Manuel Pestana y Julián Guerra, redactor-jefe y director de El Fiscal, respectivamente, dos amigos que solo separaron sus trayectorias en el mundo del periodismo por diferencias de criterios.

2.    Cuestiones generales

La Disciplina es un periódico que circula en 1905 durante unos meses a partir del 18 de enero. Hasta hace poco tiempo no se había localizado ningún ejemplar, aunque su existencia estaba corroborada no solo por Maffiote, Lorenzo y Régulo, sino por su propio director en vida[4], así como por otras referencias indirectas[5]. El propio Régulo, en una nota al margen del registro, reconoce que «ni su director, que aún vive (1948), ni ninguna otra persona ha sabido indicarlos dónde pueda consultarse siquiera un ejemplar». Sin embargo, recientemente, hemos encontrado tres números de esta publicación en la hemeroteca de la Biblioteca Municipal de La Orotava[6]. Con seguridad, este periódico de la isla de La Palma (junto a otros muchos) formaba parte de la colección adquirida en 1983 por el Ayuntamiento (de fondos bibliográficos y hemerográficos), que fue propiedad del periodista palmero Antonio Lugo Massieu (1880-1965), ilustre director de la revista El Campo y entonces director de El Regional (a quien iba dirigido el ejemplar), que residió gran parte de su vida en la histórica villa del norte de Tenerife.

La Disciplina se proclama órgano de la sociedad escolar de obreros de La Palma y fue el tercer proyecto de prensa obrerista, de raíz católica, de Anselmo J. Guerra Cabrera, tras El Fiscal (1900-1902) y La Voz del Obrero (1902-1904), que cesa solo un año antes de que viera la luz La Disciplina. Como este periódico pretendía salir los miércoles, y el primer número que se conserva es el número 3 y corresponde al día 8 de febrero de 1905, es más probable que el primer número saliera el 25 de enero y no el 18[7].

El periódico se estampa en la imprenta de El Grito del Pueblo, que regenta, desde su fundación en 1902, Manuel Pestana Henríquez (1867-1949), buen amigo del director, con quien había compartido la edición del bisemanario El Fiscal, y al que ya le había editado La Voz del Obrero. Por Maffiotte (confirmado por Régulo) sabíamos que se editaba con cuatro páginas (con un formato de 19,5x28,5cm), con pauta a tres columnas, y con periodicidad semanal. Una vez hemos visto los números conservados, podemos confirmar que efectivamente se trata de un semanario, que sale los miércoles (aunque ya tanto el número 4 como el 5 se publican con retraso, el primero en viernes y el segundo en jueves), aunque su formato correcto es un poco mayor que el consignado hasta ahora: 24x32cm. La administración se encuentra en la calle Simonica (hoy A. Cabrera-Pinto), número 18, y la redacción en la calle Álvarez de Abreu, número 33 (sede de la imprenta), pero la dirección que se señala es la particular de don Julián, calle Mataviejas, número 3. El precio de la suscripción mensual es de 50 céntimos, el más económico de entonces, aunque también se vende el número suelto a 15 céntimos. Por regla general, y por el carácter menesteroso de sus destinatarios, los periódicos obreros solían ser los más baratos del mercado.

3.    La estructura

La única sección fija que observamos en la publicación es el habitual breviario de gacetillas, noticias y sueltos, rotulado como «Crónica general» (incluye conferencias, nombramientos, mítines, bailes, fallecimientos, revista de prensa, sucesos, información social –Amor Sapientae, La Dramática, Nuevo Club, Benahoare–, etc.), por regla general ubicado en la tercera página, que alcanza también parte de la cuarta. Las dos primeras páginas son básicamente de opinión, con algunos artículos y crónicas, que firman, entre otros, el poeta Antonio Hernández Capote (1868-1926), que fue redactor-jefe de La Justicia (1898-1899), el conocido periodista, prototipo de la bohemia, Joaquín Dicenta [Benedicto] (1862-1917), y los que lo hacen bajo los seudónimos Magueyfe o Jobero. También se incluyen textos literarios, suscritos por A.F. (¿Antonio Fernández Pérez?) o R. (un poema) y Perdigón (un cuento). Para la publicidad, que se oferta a precios convencionales, se reserva, como en otros periódicos, la última página. Pero es escasa, y apenas incluye los anuncios de pequeños establecimientos: Establecimientos de ultramarinos y ferretería de Miguel García y Hermano, panadería La Corona (y la harina del mismo nombre), las clases de francés e inglés de don Baldomero Cerviá Noguer (1871-1955) y la consulta del Manuel Reyes Díaz (1869-1922) como cirujano-dentista[8], sin presencia, por lo tanto, de los dos grandes anunciantes de la época: los comerciantes y consignatarios Juan Cabrera Martín e Hijos de Juan Yanes. En realidad, tampoco nos extraña. Es más, La Voz del Obrero, el anterior proyecto de prensa obrerista de Guerra Cabrera, no admitía publicidad. Téngase en cuenta que, como divisa, la prensa obrera consideraba con desdén la competencia con el lector y el anunciante[9].

4.    Orientación política y línea editorial 

La Disciplina, pues, es un periódico obrerista, en la línea de La Voz del Obrero (herederos ambos de El Fiscal) al que viene a sustituir y en la órbita del socialismo cristiano (más que del catolicismo social) y de la prensa social-cristiana que representará siempre Julián Guerra. Y decimos bien obrerista, y no obrero, porque la  prensa obrerista, a diferencia de aquella, es la que, aunque trata de temas obreros, quiere dirigirse a ellos y defiende sus intereses, no está hecha desde sus posiciones de clase, esto es, no está hecha por los propios obreros.[10]

El semanario se autoproclama órgano de la sociedad escolar de obreros de La Palma, de la que su director es presidente, y que es una asociación instructiva fundada en Santa Cruz de La Palma en 1902 con el propósito de crear escuelas de instrucción primaria gratuitas para hijos de obreros (que inauguran en 1903), organizar conferencias y fundar un periódico y una biblioteca. A su junta directiva pertenecen algunos de los periodistas más distinguidos de la isla de ideología socialista o republicana: Antonio Fernández Pérez (subdirector), Luis F. Gómez Wangüemert (vocal 1º), Domingo Acosta Guion (vocal 2º), Pedro Rodríguez y Rodríguez (secretario) o Hipólito Pestana Henríquez (vicesecretario)[11], que probablemente colaboren en el periódico. Por lo tanto, más que una sociedad fundada por obreros es, como ellos mismos reconocen, una sociedad creada por «varios amigos entusiastas y defensores de la noble causa del proletariado, […] que tiene por objeto la enseñanza gratuita de la clase obrera».[12]

La Disciplina intenta mantener cierta independencia de los partidos políticos, o cuando menos sostener una relación cordial con todos, divisa que caracteriza los proyectos periodísticos de Guerra Cabrera. De ello es buena muestra la designación al mismo tiempo como socios de mérito de la sociedad de Francisco Abreu y García (1861-1912), liberal, Alonso Pérez Díaz (1876-1941), republicano, y Manuel Lorenzo Mendoza (1872-¿), conservador[13], casualmente o no, a partir de 1911, hermanos masones en la logia Abora nº 331[14]. En cualquier caso, esta posición no implicaba desinterés alguno respecto de la política, puesto que el llamamiento a la clase obrera para que participe en ella y no se mantenga al margen, será una de las constantes de su línea editorial:

Es necesario, trabajadores, que todos, pero absolutamente todos, dejemos esa apatía o indiferencia que sentimos hacia la política.

Debemos abrir los ojos a la verdad; el permanecer por más tiempo en la obscuridad y la incertidumbre, en lo que a la política se refiere, sería un crimen que nuestros hijos no deben perdonar.

Con la política logrará el obrero que haya escuelas, con buenos maestros y mejor pagados; logrará que las contribuciones que pesan sobre nosotros vayan sobre los ricos, y hará que se les legisle mejor; que las leyes no tengan dos caras, una para nosotros y otra para ellos; alcanzará leyes que reglamenten las horas de trabajo, y otra porción de cosas muy necesarias, que, mientras vivan en la indiferencia, no podrán alcanzar.[15]

Los contenidos, por fin, incluyen fundamentalmente información obrera y local. Se exhorta la participación política del obrero, se promueve la instrucción de este, para lo que se pretende crear un centro instructivo, y se llama a la juventud obrera a que acuda a ese centro instructivo obrero, porque a través del mismo, del libro y del periódico, puede conseguir su emancipación.

La juventud obrera de esta Ciudad es la llamada por medio de sus generosos impulsos á servir de sostén al Centro Instructivo, para recibir en él la instrucción necesaria de que carece y después llevar al hogar doméstico el convencimiento pleno de los beneficios que reporta a la clase la emancipación de las mismas.

Vengan todos los obreros al Centro Instructivo, reciban allí el pan del alma, y con seguridad veremos muy pronto la inercia y el desaliento trocados en actividad y esperanza y después la emancipación de los que sufren pacientemente el férreo yugo de los explotadores de nuestro trabajo.[16]

Entre el resto de las informaciones, nos encontramos con artículos sobre el alto precio del azúcar, pese a los ingenios y trapiches existentes en la isla, por los tejemanejes de la Compañía Arrendataria de Puertos Francos, los casos de difteria y la necesidad de que el ayuntamiento adquiera suero antidiftérico (reproducido de El Grito del Pueblo) para atender a los más menesterosos, para lo que se abre asimismo una suscripción, el alumbrado público (dirigido a la sociedad El Electrón), porque se apaga muy temprano, así como otros señalando a la envidia como culpable de la falta de progreso y de trabajo para los obreros en la isla o criticando al ayuntamiento por no dejar la escuela pública para la celebración de una conferencia de obreros. También incluye algunas crónicas sobre un mitin de Unión Republicana o un concurso de suelta de palomas menejeras, así como información sobre las bases de un concurso organizado por el Nuevo Club. En el ámbito internacional, puede citarse como particulares hechos noticiosos la claudicación de Puerto Arturo en la guerra ruso-japonesa o el denominado «Domingo sangriento» de San Petesburgo, una matanza de obreros que se manifestaban pacíficamente ante el Palacio de Invierno, residencia del zar Nicolas II, perpetrada por la guardia imperial rusa y ocurrida el 22 de enero de 1905 (La Disciplina da cuenta de esta noticia un mes después).

5.    Anselmo Julián Guerra Cabrera 

Julián Guerra, como era conocido, nace en Breña Alta el 22 de enero de 1875[17]. Maestro a la sazón, pues regentaba la escuela privada de niños de la sociedad El Amparo del Obrero, fue uno de los periodistas más destacados de la isla en el primer tercio del siglo xx[18], como baluarte de un periodismo obrero y católico, reflejo de su frustrada vocación sacerdotal. Después de dar sus primeros pasos como redactor de La Justicia, el semanario dirigido por Luis Méndez Franco, funda y dirige El Fiscal (1900-1902), La Voz del Obrero (1902-1904), La Disciplina (1905) y El Porvenir del Obrero (1907-1909), órgano de la sociedad de este nombre. En 1915 dirige la La Antorcha del Obrero (1915), que es el primer periódico que se distribuye en la localidad de su nacimiento. Más tarde, funda y dirige Regeneración Palmera (1926-1929), Acción Social (1931-1933), mientras fue semanario, y Patria y Letras (1934), órgano de las asociaciones católicas obreras y estudiantiles de la isla. Con todo, Julián Guerra fue más un gestor de periódicos que un redactor o columnista. Siempre en la vanguardia obrera en la isla, fue presidente de la sociedad escolar de obreros de La Palma (1902), vicepresidente de la sociedad El Amparo del Obrero (1903) y presidente y fundador de la sociedad El Porvenir del Obrero más de dos décadas (desde 1907 en adelante). En el ámbito de la educación, fue miembro de la junta directiva de la Asociación del Magisterio de la isla. Fallece en Santa Cruz de La Palma el 27 de enero de 1959[19]. 


[1] «La cuestión social». La Luz (Santa Cruz de La Palma, 16 de marzo de 1886), p. [1].

[2] «Sección provincial». El Criterio (Santa Cruz de La Palma, 8 de agosto de 1886), p. [2].

[3] Véase Macías Martín, F. J., Prensa y nacimiento del movimiento obrero en Canarias. El caso de La Palma: El semanario La Voz del Obrero (1902-1904), Ediciones Baile del Sol, Islas Canarias, 2001, pp. 38-61.

[4] Maffiotte La Roche, L. (1905-1906), tomo iii, p. 99 [n. 442]; Régulo Pérez, J. (1948b), n. 50, p. 371; Lorenzo Rodríguez, J.B. (2000), v. iii, p. 410; Poggio Capote, M. (2017a), p. 460.

[5] Esta dirección la confirma el nº 71 de Germinal. «Una conferencia». Germinal (Santa Cruz de La Palma, 2 de febrero de 1905), p. [2]. Dan cuenta del nacimiento del periódico, entre otros: El Tiempo (Santa Cruz de Tenerife, 27 de enero de 1905), Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife, 27 de enero de 1905), La Opinión (Santa Cruz de Tenerife, 27 y 28 de enero de 1905), El Progreso de Canarias (Santa Cruz de Tenerife, 3 de febrero de 1905), Las Canarias (Madrid, 4 de febrero de 1905) y El Grito del Pueblo (Santa Cruz de La Palma), 4 de febrero de 1905.

[6] La biblioteca municipal de La Orotava lleva desde 2009 (en el que se ratifica un acuerdo plenario del Ayuntamiento de 1979) los nombres del matrimonio formado por Fernando del Hoyo-Solórzano y Laura Salazar, sus principales donantes.

[7] El último número conservado es el número 5, de fecha 23 de febrero de 1905.

[8] En realidad, tanto Baldomero Cerviá como Manuel Reyes Díaz eran dos compañeros de profesión periodística, y probablemente amigos de don Julián, Reyes Díaz también impresor en la extinta imprenta La Lealtad.

[9] Cruz Seoane, María & Saiz, María Dolores, Cuatro siglos de periodismo en España, Alianza Editorial, Madrid, 2010, p. 132.

[10] Tuñón de Lara, Manuel, «Prensa obrera e historia contemporánea», en VV.AA., Prensa obrera en Madrid 1855-1936, Comunidad de Madrid / Revista Alfoz, Madrid, 1987, pp. 24-25.

[11] El resto de la junta directiva lo compone: Juan Martín Lorenzo (vocal 3º), Leopoldo Fernández Sicilia (administrador) y Miguel Perera Pérez (bibliotecario). «La Junta Directiva de la Sociedad Escolar de Obreros de La Palma». La Voz del Obrero (Santa Cruz de La Palma, 2 de enero de 1903), p. 2.

[12] «A los obreros de La Palma». La Voz del Obrero (Santa Cruz de La Palma, 25 de diciembre de 1902), p. [1].

[13] «Isla de La Palma». La Opinión (Santa Cruz de Tenerife, 7 de diciembre de 1905), p. [1].

[14] De Paz Sánchez, M., (1998), pp. 335-336. Julián Guerra tenía un hermano que había sido masón en la logia Abora nº 91 (1889), Antonio Guerra Cabrera, propietario.

[15] «El todo». La Disciplina (Santa Cruz de La Palma, 8 de febrero de 1905), p. [1].

[16] «Emancipación». La Disciplina (Santa Cruz de La Palma, 17 de febrero de 1905), p. [1].

[17] Bdablp [1895-1900]. Aglp.

[18] Y para Poggio Capote, «uno de los intelectuales más activos en Santa Cruz de La Palma durante el primer tercio del siglo xx».

[19] Poggio Capote, M. (2017a), p. 196; Izquierdo [Pérez], E. (2005), tomo ii, pp. 114-115; Hernández Rodríguez, A., «In memoriam / Don Anselmo Guerra Cabrera». Diario de Avisos (Santa Cruz de La Palma, 3 de febrero de 1959), p. 2. Certificación de defunción. Registro civil de Santa Cruz de La Palma: libro 001417, tomo 0042, folio 079.

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