domingo, 14 de junio de 1992

EL TENERIFE


J.J. Rodríguez-Lewis
Publicado en La Gaceta de Canarias, el 14 de junio de 1992

Aunque este artículo verá la luz el domingo siguiente al suceso, cuando lo elaboro (el pasado lunes) es obligado referirse al Club Deportivo Tenerife. Es incuestionable que la lección que han dado los blanquiazules ha sido soberana, y el pundonor exhibido, de chapeau. Desconozco si el domingo catorce de junio, cuando se publique esto que escribo, se habrán apagado ya los humos del partido que cerró la temporada en el Heliodoro Rodríguez López, si así hubiese sido, no importa. Recordarlo es de justicia.

Remontar un cero-dos en contra frente al aspirante más cualificado al título de Liga tiene un mérito indiscutible, y sobre todo cuando la sombra de la duda se cernía respecto de la honestidad del equipo tinerfeño, alimentada, declaración tras declaración, por quienes sólo ven un lodazal en el fútbol español. Además, es obvio que la lección dada por el Tenerife, el triunfo del fútbol limpio en palabras del "filósofo" de este deporte Jorge Valdano, soprepasa el propio encuentro C.D. Tenerife – Real Madrid, e incluso su consecuente rebote que propiciaba la conquista del título de Liga por el Barcelona. Ni tan siquiera mi antimadridismo manifiesto puede cegarme y regocijarme únicamente en la pérdida del campeonato por parte de los merengues y en otra victoria del Tenerife, sin más trascendencia. Concurren otros méritos, valiosos e incuestionables, que suponen que la victoria canaria no se queda simplemente en una mirada furtiva al marcador. Toda España ha sido fiel testigo de que la corrupción en el fútbol, y en el deporte en general, pese a su sangrante extensión en determinados ámbitos de nuestra sociedad, no alcanza aún los cuartos de baño, y me apuraría a afirmar, que ni las salas de estar.

En este sentido, el C.D. Tenerife, y como la mujer del César, ha demostrado que no sólo es un equipo honesto y honorable, cuestión que aquí al menos ya sabíamos, sino que lo ha parecido. Por todo ello, el fútbol español, a partir de ahora, le deberá mucho al conjunto tinerfeño y a la profesionalidad de sus jugadores. Los incidentes provocados por los ultras madridistas constituyen un lamentable espectáculo que no empaña para nada lo realizado, si bien aficiones como las baloncestísticas del Joventut y del Estudiantes son las que deberían primar.

Por otro lado, al propio tiempo que confieso mi poca sapiencia en este deporte, me atrevo a decir que posiblemente (esta liga) sea el triunfo de los llamados teóricos del fútbol. Las excelentes campañas protagonizadas por el Barca de Cruyff (Liga y Copa de Europa), por el Albacete de Benito Floro y la recta final del Tenerife de Valdano, fútbol además, efectivo y preciosista, así parecen corroborarlo. Ello, sin duda, vaticina un futuro brillante para este deporte, dejando a un lado definitivamente los famosos cerrojazos y el fútbol ultradefensivo que parecía imponerse en Europa y en España en particular. Es sintomático, aunque el que suscribe se ponga como ejemplo, que yo mismo, que no soy precisamente un gran aficionado al fútbol, he visto por televisión más partidos este año que en cualquier otro, y fundamentalmente cuando jugaban equipos como los citados, o el propio Atlético de Madrid (no cuando lo hacía el Real, por ejemplo). Además, ha habido emoción, y ésta es la cualidad que se echaba de menos en las últimas temporadas.

El Tenerife, fantástico en definitiva, ha recogido perfectamente el testigo del fútbol canario de mano de la Unión Deportiva Las Palmas, de modo que las islas siguen contando en el contexto nacional. Justamente el equipo grancanario es la cruz. No obstante, me niego a pensar que verles a ambos en Primera División sea una entelequia.

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