domingo, 1 de noviembre de 1992

EL AMOR TIENE ALAS

J.J. Rodríguez-Lewis
Publicado en La Gaceta de Canarias, el 1 de noviembre de 1992

Decía nuestro excelente dramaturgo -que lo fue- don Jacinto Benavente (1866-1954), que “el amor lo pintan ciego y con alas. Ciego para no ver los obstáculos, con alas para salvarlos.” Y no le faltaba razón al bueno de don Jacinto –confieso, haciendo un paréntesis, que hay autores a los que me resisto a quitarles el don, parece como si el tratamiento formara parte del nombre-.

Es que, por un lado, el amor nos incita a salirnos de nosotros mismos, a soñar caminos que confluyen, acaso una vida toda. A sobrepasar nuestras propias fuerzas, a dar al otro, parafraseando a Garaudy, eso que hay en nosotros que ni siquiera conocemos, rompiendo el binomio de la pareja sin dejar de reconocer su diferencia y su indescriptible libertad.

Pero los obstáculos con los que se enfrenta son también bastantes, en ocasiones muchísimos. Todos sabemos que encontrar dos almas gemelas es imposible y, tal vez, hasta contraproducente. Esto hace que, con frecuencia, en la pareja parezca como si se hubieran corrido las cortinas, es decir, como si figuradamente la relación durmiera en una total y absoluta oscuridad indeseada. Sin embargo, si hay amor (o si permanece la ternura, diría Axelos Kostas), la profunda penumbra no terminará de ensombrecer un diminuto crisol de claridad que el amor es capaz de mantener en el fondo de la relación. Y eso que, muchas veces, cuando las cortinas están abiertas, la herida es profunda o el obstáculo parece insalvable. En estos casos en que la relación vuelve a agonizar, la pareja se sume en un desfallecimiento del que sospechosamente no despertará. Lo que es seguro, por el contrario, es que alguien habrá pagado cara su entrega.

Pero las cortinas volverán a abrirse, a correrse. Aquel diminuto crisol (amor, ternura...) sobrevivirá a las etapas de languidez y desazón, y el sol volverá a arremeter furioso entre las cortinas que conforman la pareja. Y esto es así porque, en la mayoría de los casos, los amores son como los niños: hasta que no lloran no se sabe si viven. También esto lo decía don Jacinto; Benavente, por supuesto.

1 comentario:

  1. aún asi..nunca segundas partes fueron buenas, como deciamos ayer...
    saludos

    ResponderEliminar