J.J. Rodríguez-Lewis
Publicado en La Gaceta de Canarias, suplemento "Domingo tras Domingo", el 15 de noviembre de 1992
Miles de nostálgicos comunistas marcharon el pasado día siete de noviembre por las calles de Moscú, entre otras ciudades rusas, para conmemorar el 75 aniversario de la revolución bolchevique y pedir la dimisión del presidente Boris Yeltsin, fecha que, por otro lado, continúa siendo festiva.
Es obvio, que esta nostalgia no deja de ser inquietante, sobre todo, en un Estado que pretende ser liberal, y el fundador del Estado soviético que se aborrece, Lenin, se interrogaba: “Libertad... ¿para qué?”. Sin embargo, puede ser hasta comprensible esta nostalgia, independientemente de los penosos momentos por los que atraviesa la población rusa. El malestar que en el hombre ruso procede de haber sido soviético es porque su libertad fue, tras la revolución, ocultada, con lo que toda su vida guarda la nostalgia del tiempo en que ignoraba las exigencias de un país libre. La falta de costumbre, en definitiva. Al menos, así lo explicaría Simone de Beauvoir.
Recordemos que la Revolución bolchevique no significó otra cosa que un intento tardío de revolución burguesa sin burguesía, en la que un partido autocalificado de vanguardia sustituyó a la vieja oligarquía feudal, y consolidó un aparato de poder político y económico que bien podría calificarse de capitalismo de Estado, como ha apuntado el profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona Jesús María Rodés Gracia, y donde el reforzamiento del aparato represivo oficia,l bajo la forma de una acentuada lucha de clases, fue una de sus caras más amargas. Por consiguiente, produce cierta zozobra la añoranza de este sistema.
No obstante, aparte de la manifestación paralela de los cristiano-demócratas en la plaza Lubianka incidiendo en los crímenes de la época estaliniana, la nostalgia, hoy en día, parece no ser lo que era. Esperémoslo, por el bien de kazakos, turkmenos y bielorrusos, entre muchos otros. Porque, en este sentido, Europa ya tiene más que suficiente con skinheads y similares tribus de imbéciles que ahora se vuelven a reproducir.
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