domingo, 13 de abril de 2003

CRISTO EN BAGDAD

J.J. Rodríguez-Lewis
Monición para la Misa de la Cofradía de Nuestro Señor del Huerto, Domingo de Ramos, 13 de abril de 2003

“Ningún hombre es tan tonto para desear la guerra y no la paz; pues en la paz los hijos entierran a sus padres, y en la guerra son los padres quienes llevan a sus hijos a la tumba” (Herodoto).

Esta tarde, esta noche también, el Huerto de Getsemaní, el Monte de los Olivos, está más cerca que nunca de su lugar original, en Irak, en Bagdad y en Basora, en Mosul y en Naseriya, donde aún se vive en la oscuridad, donde la vida todavía se apaga, donde hasta el fuego amigo abate conciencias. Conflictos –no lo olvidemos- que se reproducen en otros lugares del mundo, en otros Getsemaníes cualesquiera, porque quizás los hombres buscamos siempre la salida más fácil a los problemas de la paz, acaso la “salida cobarde” de la que nos hablaba Thomas Mann.

Como el oratorio del compositor samario Jairo Donato Pinto “El regreso a Getsemaní”, hoy regresamos al Monte de Los Olivos, para implorar que pase de nosotros este cáliz: “alto el fuego, alto el odio, la humanidad no resiste más guerras”, ante un Cristo que combate, ante un Señor que agoniza, que siente en su alma una tristeza mortal y llora gotas de sangre.

Cómo Jesús en el Huerto, lloramos ante las guerras, ante las innumerables batallas que se producen y se reproducen en tantos países, en el País Vasco (alto el terrorismo), pero también en nuestras casas (alto la violencia doméstica, alto el abuso de menores), en nuestras familias (alto los matrimonios separados que se convierten en enemigos acérrimos, alto el odio y el combate entre hermanos por una maldita herencia).

La guerra hace mucho ruido, la paz es tranquila y silenciosa, la guerra la localizamos, la paz no está en ningún lugar, la guerra tiene dueño, la paz no. “Mi paz os dejo mi paz os doy, yo no os la doy como todo el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.” (Juan XIV, 27) La paz de Cristo empieza en nuestros corazones, en nuestro interior. El enemigo está en nosotros mismos. Prácticamente han cesado los combates en Irak, pero la paz es algo más, no se reduce a la mera ausencia de guerra.

Hoy el autosacrificio de Jesús en Getsemaní será por las víctimas de las guerras, de todas las guerras, y de los tiranos, de todos los tiranos.

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