domingo, 1 de abril de 2007

LOS APÓSTOLES DORMIDOS Y EL XX ANIVERSARIO

J.J. Rodríguez-Lewis
Monición de entrada para la Misa anual de la Cofradía de Nuestro Señor del Huerto,
Domingo de Ramos, 1 de abril de 2007

Este año sería muy fácil hacer una monición paradójicamente gozosa, festiva incluso, porque se cumplen algunos de nuestros sueños. Hace sólo un momento hemos bendecido unas nuevas andas para procesionar la agonía de Cristo en Getsemaní y el paso, transcurridos varios siglos, recupera la presencia de los discípulos que lo acompañaron a aquél huerto pasionista al pie del Monte de los Olivos, y se quedaron dormidos.

La cofradía de cargadores cumple así uno de sus anhelos fundacionales, conformando un paso hermoso, hasta espectacular, por qué no, que sólo pretende mejorar la catequesis en la calle en nuestra ciudad y, por ende, nuestra reconocida y sentida Semana Santa.

Y este es un resultado más de un esfuerzo de comunión, de un deseo emocionado de conseguir, pese a lo desgastado de la expresión, un “efecto llamada” por una función pedagógica y ejemplar que pretende reforzar nuestra fe y que se arrastra desde el concilio tridentino en los orígenes de la Semana de Pasión.

Pero quizás aún más importante que nuestro renovado paso sea nuestro aniversario. En 1987 unos jóvenes universitarios se revelaron ante lo incomprensible, que se cobrara por “cargar” a Cristo, que se retribuyera por soportar el peso de nuestro Señor. ¡Pero si tenía que ser motivo de gozo expiar con Cristo y acompañarlo!

Veinte años atrayendo a esta comunidad a muchos jóvenes que estaban alejados y procesionando ya cientos de pasos, sin descuidar al mismo tiempo otras aportaciones que hacían de nuestra Semana Mayor un modelo de Pasión y de Catequesis en la calle.

Hoy estamos, pues, de celebración, qué es si no la eucaristía; pero también hoy, ya con los discípulos junto a Jesús, como hace 2000 años, recordamos que el Señor les pedía un esfuerzo de comunión con Él: velad conmigo, que ahora nos lo sigue solicitando. Y nuestro esfuerzo físico soportando su “carga” es nuestra particular comunión con Cristo, nuestra especial oración con Él en unos de los momentos pasionistas más duros que enfrenta. Pero no porque Jesús lo necesite, sino porque quiere que nuestra oración no sea solitaria.

Mas Pedro, Santiago y Juan se duermen, ni siquiera fueron capaces de velar una hora con Él. Les puede el cansancio, la tristeza que les provocaba la agonía de Jesús, y lo abandonan sin apenas resistencia. ¡Cuántas veces nosotros mismos dejamos sólo a Cristo y a tantos otros “cristos” que nos encontramos en nuestra vida diaria! No es necesario volver a Betania y remontarnos tantos años para vivirlo. Pero ¡quién no resbala, quién no se equivoca, quién no le falla a alguien…! Y Jesucristo no nos recrimina sólo nos pregunta como a Simón Pedro: ¿duermes? ¿No has podido velar una hora?

Y esta es la enseñanza que nos lega. Jesús sufrió la deserción de sus amigos, su aparente fragilidad. Pese a ello, no les reprocha su actitud, les despierta y les anima a corregirse. Hoy los apóstoles de Jesús de León nos recuerdan esta lección de amor y es la que las cofradías de Los Dolores y del Huerto quieren trasladarles para su reflexión.

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