lunes, 12 de julio de 1999


BALONCESTO PALMERO:
UN HITO Y UNA RESPONSABILIDAD
Juan José Rodríguez Rdguez.*

Publicado en Diario de Avisos, el 12 de julio de 1999

La reciente y brillante conquista por la Unión Baloncesto La Palma del campeonato de la Liga Española de Baloncesto Aficionado (Liga E.B.A.) puede significar, probablemente, el mayor hito del deporte palmero, al menos en lo que se refiere a los deportes colectivos y de masas. La afirmación no es baladí, aunque este artículo pretende realizar algunas matizaciones sobre diversos aspectos con relación al éxito conseguido.

En primer lugar, nadie puede dudar que este éxito supera los importantísimos logros obtenidos por el C.D. Mensajero (pese a la preponderancia del fútbol en el gusto de los españoles), fácilmente superables, en embargo, con una fusión, o simple colaboración, con la S.D. Tenisca (éxitos como los del Extremadura, Numancia o Villarreal deben animar). Aunque las estructuras de competición en el baloncesto español han variado de forma espectacular en los últimos años, La Liga E.B.A. es la tercera competición baloncestística de España, por lo que, en fútbol, podría equipararse a la 2ª División B. Es más, su sistema de competición, que se desarrolla por conferencias, la aproxima, aún más si cabe, a la categoría citada, sin obviar que se sitúa bajo dos categorías eminentementes profesionales (como en fútbol), una sin discusión, como es la Liga A.C.B. (Liga Profesional, según la Ley 10/90, del Deporte) y otra, al menos de facto (con una naturaleza jurídica más confusa), tutelada por la Federación, como es la L.E.B. (y no Liga L.E.B., que sería redundante). Evidentemente, hecho este paralelismo, lo conseguido por la U.B. La Palma supondría en fútbol el campeonato absoluto de 2ª División B y el ascenso automático a 2ª División A, algo que, de momento, supera lo obtenido por el C.D. Mensajero.

No obstante, conviene advertir, por que es de justicia, que cuando se habla del mayor hito del deporte palmero no podemos obviar ni a los éxitos conseguidos por nuestros deportistas de forma individual, incluso en baloncesto (Pedro Hernández Cabrera estuvo en la Olimpiada de Los Angeles, por ejemplo, o Santi Concepción en automovilismo), ni en otros deportes, quizás minoritarios, como el AITEME en Tenis de Mesa, injustamente postergado en los reconocimientos.

En segundo lugar, cuando se celebra un éxito de esta naturaleza conviene recordar los precedentes, lamentablemente espaciados en el tiempo, pero que jalonan la historia de nuestro baloncesto y deben servir de referencia. Destaco hasta seis, sin perjuicio de nuestros jugadores más representativos (De las Casas, Aciego, Méndez, Martín Sa, Peña, Cabrera, “Menotti”, Arrocha y un largo etcétera):

q La Palma como cuna del baloncesto en Canarias (es decir, como la Badalona de España).
q El Canarias de Madrid, formado por estudiantes palmeros en su gran mayoría (Ramos, Perera, Vega, los Galván, etc.) y equipo de postín en los campeonatos de España que precedieron a la creación de la Liga Nacional, cuyos éxitos pudieran superar al que aquí comentamos.
q La Fase de Ascenso a Liga Nacional de Valladolid (1974), del C.B. La Palma, con Pancho Martín de entrenador, y luego Monsalve.
q Los sucesivos Campeonatos de Canarias de base, escolares y federados (1981-82-83-84), de la generación nacida en 1967 (hasta 4 títulos) y sus participaciones en Campeonatos de España en Santander, Badajoz y Segovia, cuando la inversión en el deporte era nula (ni tan siquiera existía la promoción deportiva), entrenada mayoritariamente por Roberto Rodríguez Estrello.
q El Campeonato de Canarias infantil de 1992 (y el precedente escolar), de la generación de 1976, y la participación en el Campeonato de España en El Ejido (Almería), entrenada por Félix Delgado. En este caso, sin embargo, con la promoción deportiva en marcha y con un apoyo total, en todos los aspectos, del Cabildo Insular.
q Finalmente, el Ascenso a la Liga E.B.A. conseguido en la temporada 96-97 por la U.B. La Palma, gracias a la callada y eficiente labor de Roberto Estrello y Oscar Peña.

En tercer lugar, es justo reconocer a los “culpables” de éste éxito. A este respecto, parece obvio que el principal responsable de este logro es Roberto Rodríguez Estrello, un extraño enamorado de este deporte, gracias al cual la U.B. La Palma no ha terminado de desaparecer, pese al empuje de determinados proyectos, que terminaron por decaer (La Palma Taburiente), o el desinterés generalizado. Sin duda, merece un reconocimiento social e institucional. Detrás, sus colaboradores de toda la vida (“Paipol”, José Melchor, y un etcétera no tan largo), aquellos nuestros jugadores más emblemáticos que contribuyeron al ascenso en las postrimerías de sus carreras (De las Casas, Méndez, Peña, etc.) y tantos jugadores y directivos que fueron fieles al club en los años “duros” (“Azucarera”, Emiliano, Chani Gómez, Isidro, Barella, y un prolijo etcétera). Por último, claro está, la U.B. La Palma 1998-99, con Carlos Toledo como Presidente, una acertada elección de Entrenador Txus Vidaorreta (era obvio que Luquillo no era la mejor opción) y una adecuada política de fichajes.

En cuarto lugar, merece recordar el “fiasco” del ascenso. La L.E.B. es una liga cerrada (fundamentalmente, con el fin de garantizar la viabilidad de los proyectos), salvo que se ocupe dos veces el último puesto de forma consecutiva, y no se forma parte de ella por méritos deportivos (Los Barrios, que jugó en La Palma el ascenso a E.B.A., consiguió plaza en la L.E.B., quedando detrás de nuestro representativo; el Enkartaciones de Zalla fue el campeón de la L.E.B.A. el año pasado y no ascendió). Esto debe saberlo cualquier seguidor medio de nuestro baloncesto. No se entiende, por tanto, como se ilusiona a la afición con esta posibilidad, cuando no se había presentado la solicitud en el plazo establecido, y pese a conseguirse el campeonato en Gandía se sabía perfectamente que el ascenso no correspondía. Y la decisión de no haberlo intentado ahora, con posibilidades de pretenderlo por méritos deportivos incluso, es discutible, porque este año había ampliación en la L.E.B. (dos plazas más, finalmente ocupadas por Rosalía de Castro de Santiago y Lleida). En consecuencia, pueden pasar años para que haya otra posibilidad y, probablemente, al proyecto que presentemos no podremos acompañar mejores méritos deportivos que los actuales.

Por último, la responsabilidad. La responsabilidad con la configuración de una auténtica estructura de club deportivo (que aún no se ha conseguido en dos años), desde el referente que ocupa el primer equipo, para desarrollar un trabajo, que dé frutos, con la base. Si se consiguió un respeto para nuestros equipos en las competiciones regionales con el desaparecido Instituto La Palma (aquí la cantidad de buenos jugadores, me releva de poner ejemplos), primero con José Felipe Antón y luego con Estrello (en otro escalón, Jaubert, Barella, Santi Pérez y otros), con tan sólo trabajo e ilusión en la desaparecida Ciudad Juvenil, hoy no existen excusas para superar ese listón: mejores infraestructuras, un apoyo económico sin precedentes, monitores más cualificados, un equipo referente, etc. Al tajo, pues, ya que históricamente nuestro baloncesto (que completan las personas que están tras los largos etcéteras reiterados en este artículo y la Competición de Verano) lo demanda.

* Entrenador Superior de Baloncesto y Master en Derecho del Deporte por la Universidad de Lérida.

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