J.J. Rodríguez-Lewis
Publicado en http://www.cdmensajerolapalma.com/
Por otro lado, el hecho de vivir fuera de la isla, y cierta formación, permite comenzar a relativizar determinados asuntos asumidos durante años como inalterables en La Palma, entre otros, las sempiternas disputas entre los dos equipos de tu ciudad, Santa Cruz de La Palma, con una población de apenas veinte mil habitantes. Por lo que pasabas de la excitación del enfrentamiento a considerar dicha competencia como absolutamente estéril, si me apuras hasta perjudicial para los intereses deportivos del municipio y, por extensión, de la isla. Por ello, abogaba por un equipo unificado que posibilitara alcanzar cotas más altas.
Hoy, a pocos días de un nuevo derbi, sigo pensando lo mismo: uno, que las emociones que despiertan estos partidos no deben soslayar la conveniencia de la unión; dos, que la rivalidad no puede llegar a desear la desgracia permanente del vecino, hasta el punto, por ejemplo, de dejarse ganar de forma vergonzante de un tercero sin con ello perjudicamos al contrario. Porque esto pasaba ya en los años 40, incluso en el baloncesto, a donde se trasladó por un tiempo también este secular pique.
Ahora bien, hasta entonces, hasta esa conveniente y anhelada unión, disfrutemos del espectáculo, un auténtico regalo de reyes, aunque, claro está, sin necesidad de aniquilar al adversario.
* Ver en este mismo blog (Deportes), "Un hito", 27 de junio de 1992.
Escribía hace unos años, con motivo del ascenso del Mensajero a 2ª División “B”*, que me alegraba sinceramente del éxito conseguido por el entonces equipo de la calle Trasera, a pesar de ser seguidor de su eterno rival, el Tenisca. La verdad es que nunca albergué demasiada inquina contra el Mensajero. Acaso porque mi madre simpatizaba con los rojinegros; o quizás porque, siendo alevín, pasé de refilón por el Tenisca, pero también por un Mensajero donde repartían botas “fofó” a espuertas, para terminar jugando en el San Telmo. Luego me atraparía el basquet, donde –dicen- apuntaba mejores maneras.
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