miércoles, 18 de octubre de 2017

PANCHO MARTÍN: UN JUSTO ACTO DE RECONOCIMIENTO A LA ESPERA DE LOS DEBIDOS TRIBUTOS INSTITUCIONALES

Intervención en el acto de reconocimiento organizado por la sociedad La Investigadora de Santa Cruz de La Palma, el 17 de octubre de 2017


Antes de todo quiero decirles que es para mí un honor intervenir en este homenaje, por lo que agradezco de corazón la invitación de La Investigadora: en primer lugar, por permitirme participar de un tributo más que merecido; y en segundo lugar, por la amistad, el afecto sincero y la admiración que mi padre le profesaba a Pancho. Gracias también a la Sociedad La Investigadora por este reconocimiento, aún en el debe de instituciones como el Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma o la Federación Insular de Baloncesto.

Francisco Martín Hernández, más conocido como Pancho o Panchito Martín (Santa Cruz de La Palma, 1933), fue la figura más destacada del baloncesto palmero durante casi tres décadas, primero como jugador y luego como entrenador y directivo.

Pancho Martín fue el jugador más determinante del histórico Frente de Juventudes, el principal club palmero de los años cincuenta que presidía su amigo Jaime García y García, cuando el baloncesto se centralizaba, después de muchos problemas, en la plaza de Santo Domingo. El Arsenal de un más talludito Elirerto Galván era su principal adversario, entre otros equipos como la Peña Tajurgo, el Batallón o el Tenisca. Aquel equipo contaba, entre otros, con Idafe Santiago, Juan Hernández Chaleca, Lalo Pinto, Chachín Arozena, Manolo Cantillo, Pedro Miguel Santiago, Ernesto Zanoletty, Félix Poggio, Agustín Francisco, Blas Vandewalle o Ramón Acosta. Todavía se recuerdan sus memorables actuaciones, con apenas 20 años, ante el Náutico y el Canarias en el verano de 1953, que concluyeron con sendas victoria de los jóvenes palmeros (35-34 y 43-33, respectivamente), o contra el Náutico, ahora mucho más bregado, en el verano de 1960, ya con 27 años, representando a una selección de la isla, con la participación del mítico Antonio Díaz-Miguel. En esta época, en la que el Frente de Juventudes seguía ganando casi todas las competiciones (final insular contra el Aridane en 1960), la plantilla había incorporado a jugadores como Juan de la Barreda o Miguel Hernández, aunque continuaban pilares como Idafe, Pedro Miguel, Chachín o Manolo Cantillo. Era la primera liga verdaderamente insular (Rápido, San Fernando, Cervantes, Jorós, Comercio y Arsenal).

Finalmente, ya en la Ciudad Juvenil (que también le debe mucho), en la temporada 1964-65, Martín terminaría jugando en el San Fernando, campeón tres campañas seguidas, compartiendo galones con un imberbe Julio Plata, y donde también habían recalado Manolo Duque, Roberto Arozena, Miguel Hernández o Agustín Francisco.

Pancho fue quizás más importante como entrenador que como jugador. Pancho había comenzado a entrenar también en los años cincuenta, dirigiendo a los juveniles del Frente de Juventudes. Ya en los años sesenta entrenaría al Instituto femenino (entre 1962-1965) y al San Fernando, conjunto que jugaría la primera eliminatoria por el ascenso a Segunda División en 1966, en enfrentamiento a doble vuelta contra el Náutico B. La plantilla incluía a Julio Plata, José Emilio, Manolo Jaubert, Jorge Morera, Paco Ayudarte, Juan de la Barreda, Carlos Martín o Isidoro Ramón.

Pero su principal contribución al baloncesto palmero será, sin duda, el Club Baloncesto La Palma, club creado en 1967 por Martín (y varios de sus amigos), que inauguraría, con su participación en la Tercera División Nacional en la temporada 1967-68, una nueva etapa de la historia del baloncesto insular (el primer club de la isla en participar en las ligas provinciales y regionales).

Pancho Martín dirigiría a la escuadra palmera durante nueve de sus diez temporadas de vida; pues solo fallaría en la campaña 1974-75, en la que conseguiría el sorprendente fichaje de Moncho Monsalve como preparador, lo que se convertiría en otro punto de inflexión del baloncesto insular. Pero Martín siempre sería mucho más que un mero entrenador en el club que presidía su amigo Manolo Pérez Cantillo, en el que figuraba como vicepresidente, además de otros amigos, como mi padre, o su mujer, que siempre actuó como un vocal más del club.

El C.B. La Palma jugaría cuatro temporadas en categoría provincial (Tercera División, Trofeo Padre Millán) –con dos títulos de campeón (67-68 y 73-74) y otros dos de subcampeón (tres ascensos) y seis en la competición regional (Segunda División, Trofeo Gonzalo Aguirre, o Tercera a partir de la temporada 1975-76), con el campeonato de la temporada 1975-76 (y dos meritorios 4º puestos: 70-71 y 76-77).

Entre los jugadores de la primera etapa, nos acordamos, entre otros, de Julio Plata, Carlos Martín, Manolo Jaubert, José Emilio de la Cruz, Emilio y Nono Guardia, Paco Ayudarte, Tino García, Carlos Bravo, Ramón Betancor, Rosendo Carballo o J.A. Bermejo.

Entre los jugadores de la segunda etapa, recordamos a Isidro Castro, Miguel Ángel Martín, Quique Álvarez, Paco Pemoro, Alejo Cabrera, Víctor Donato, Roberto Estrello, Emiliano Navarro, Pacucho Arrocha, Carlos Valcárcel, Guillermo Hernández, Carlos Castellano, Pepe Guerra, Melo, Pepe Arroyo, Javi Pérez, Juan Carlos Lozano… Y eso que el Canarias, o el Náutico, comenzaban a importar jugadores de esta cantera, como Eduardo Aciego, Manolo de las Casas o Simón Martín, ante la contrariedad de Pancho, que los había hecho debutar en el primer equipo con apenas 15 años, y que al menos exigía las debidas contraprestaciones.

Entre las peripecias de este equipo, sobresale, primero, su campeonato de tercera división canaria de la temporada 1973-74, en la que terminó imbatido (incluida la problemática fase de ascenso disputada en la Ciudad Juvenil contra el Náutico de Las Palmas y el Sáhara OJE de El Aiúnn); pero sobre todo su inolvidable participación en la fase de ascenso a Segunda División Nacional celebrada en Valladolid la temporada 1975-76, tras conseguir el campeonato regional, superando a Claret y San Isidro, con el norteamericano David Kundla en sus filas, fichaje histórico en el baloncesto insular, propuesto por el propio Monsalve. Luego se estuvo a tres puntos del ascenso,  tras caer 90-87 ante el Liria, y sorprender al campeón Loyola Indauchu (López Iturriaga), con una actuación espectacular de David: 63 puntos.

El club desaparecería en 1977, acuciado por importantes problemas económicos, cierta desatención de las instituciones públicas y de la Federación Provincial, que presidía Víctor Floreal Concepción, y el empuje, en otra dirección, de algunos jóvenes de entonces que fundarían la Asociación de Amigos del Baloncesto de La Palma (U.B. La Palma). Al tiempo, sus promotores terminarían también por alejarse del baloncesto y, entre ellos, el propio Pancho Martín, al que no veríamos cerca de una cancha de básquet durante mucho tiempo.

Conviene, por último, incorporar a este relato dos detallitos más. Vamos con el primero: Martín también ideó en 1971 el precedente de la tradicional Competición de Verano, creando un campeonato social en el que cada jugador del C.B. La Palma formaba un equipo. El segundo: por su influencia y su ejemplo entró en este mundillo a finales de los años ochenta José Miguel García Leal, que pronto se convertiría un uno de los mejores árbitros palmeros de la historia. García Leal fue colegiado ACB durante nueve temporadas (entre 2001 y 2010), el último palmero en serlo, y estuvo en activo más de veinte años (1990-2010).

Fueron, pues, cerca de treinta años de dedicación y entrega al baloncesto insular, en primera línea de fuego, sin que pueda entenderse el básquet palmero de la época sin su contribución. Por eso, Pancho Martín ocupa un lugar preeminente en la historia de este deporte en La Palma, con méritos más que suficientes para que reciba no solo este homenaje, que sin duda merece, sino también el reconocimiento institucional que aún se le debe. Y desde aquí dejo apuntado que, por ejemplo, el Anexo al pabellón Roberto Rodríguez Estrello, lleve el nombre de Pancho Martín.

Felicidades a Pancho y a La Investigadora por la iniciativa.
Muchas gracias.

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