CINCUENTA AÑOS DE INDIANOS

No hay más "Indianos" de Carnaval que los que se celebran en La Palma el Lunes de las carnestolendas, aunque para una mala copia siempre tendremos los que se empeñan en organizar en Las Palmas (al principio, ingenuamente auspiciados por el Hogar palmero de Gran Canaria). Es más, en la actualidad, "Los Indianos" se han convertido en el acontecimiento festivo más importante del año en la isla (la Bajada de la Virgen es cada cinco años) y en la auténtica fiesta "patronal" de Santa Cruz de La Palma. Por ello, ya se impone que el Ayuntamiento de la capital declare el Lunes o Martes de Carnaval fiesta local, como con buen criterio lo han establecido seis consistorios de la isla, algunos incluso (Puntallana) declarando festivo -textualmente- "el Lunes de Indianos".

La multitudinaria celebración es relativamente reciente. Las primeras comitivas de solventes emigrantes retornados de Cuba (la emigración palmera se dirigió durante mucho tiempo a la "Perla del Caribe", en especial, durante la segunda mitad del siglo XIX y primer tercio del XX, y luego a Venezuela) se hicieron presentes en las calles de la capital palmera en los años sesenta (en el entorno de la familia Cabrera Sánchez), así que la fiesta ya está cumpliendo el cincuentenario. Pero durante los primeros veinticinco años, "El desembarco de los Indianos" no pasó de ser una pequeña parodia carnavalera,  que reunía a familiares y amigos de los precursores, y que apenas trascendía de esta órbita.  Para la población, no era más que otro de los tantos números surgidos del ingenio y fino humor de los palmeros, como "El Circo", "La Boda", "La Banda de Oxford" o las pantomimas montadas por el popular entrenador de baloncesto Roberto Estrello y sus amigos ("El combate de boxeo", "Juan Luis Guerra", etc.). Hoy, por cierto, los otros actos festivos más seguidos del Carnaval de Santa Cruz de La Palma nacieron también de la inventiva popular, que en La Palma no descansa: "Los Embajadores" o "La Peluca".

La verdadera explosión de "Los Indianos" se produce a finales de los ochenta.  Por eso, hace veinticinco años aún muchos palmeros no teníamos muy clara las exigencias del guión, y vestíamos camisas de estilo hawaiano, sin percatarnos del dislate. Desde entonces, el Ayuntamiento, al compás de su inesperado e impresionante desarrollo, ha cuidado la fiesta y ha educado a los participantes, por lo que hoy solo encontramos a algunos jóvenes o turistas de guisa no muy apropiada, de lo que, por supuesto, no hacemos leña. El consistorio capitalino también ideó vincular la fiesta al día de los polvos de talco por antonomasia (incluyendo un reparto gratuito), aunque -como sabemos todos en la isla- en La Palma se tiran polvos en Carnavales (no solo el Lunes) desde tiempos de María Castaña. El éxito de la regresión carnavalera radica en el acierto de la parodia,  porque para los palmeros,  desde aquella ingente emigración que se produjo, Cuba (como Venezuela) es otra isla más del archipiélago, y de ahí que abunden en La Palma tantos grupos que interpretan música tradicional cubana.

Hoy, por la descomunal concurrencia (no hay espectadores, solo participantes), el desfile entre el club Náutico y La Alameda apenas puede efectuarse y el desembarco se extiende por toda la ciudad. Además, lo que empezaba a las cinco de la tarde (después de almorzar, nos citábamos en el club Náutico), ahora se pone en marcha desde las diez de la mañana. En la actualidad, hasta "La Espera", el acto matutino ideado por Antonio Abdo y Pilar Rey, que incluía la llegada de "La Negra Tomasa" (y en los primeros tiempos la actuación de Cuarto Son), ha devenido en una astracanada igualmente multitudinaria. En fin, procuremos pasarlo bien, porque no creo que nos veamos entre la nube blanca y la marabunta.