Nuevas noticias sobre el periódico La Disciplina (1905), un modelo de prensa
obrerista en la isla de La Palma
J.J. Rodríguez-Lewis
* Publicado en Actas del IV Congreso Internacional de Historia del Periodismo Canario,
Ediciones Densura, 2021
1. Los
precedentes
Nos tenemos que remontar al semanario La
Luz, dirigido por el abogado, entonces liberal, Siro González de las Casas
(1856-1906) y en circulación durante los primeros meses de 1886, para encontrar
la primera referencia a la cuestión social u obrera en la prensa insular. A continuación, será el
periódico liberal El Criterio
(1886-1887), dirigido por Domingo Carmona Pérez (1854-1906), con el tiempo
militando en el republicanismo, el que siguió con interés la actividad de la
Unión Obrera, la primera sociedad de socorros mutuos que se constituía en La
Palma. Con todo, las primeras
denuncias sobre la situación de la clase trabajadora no las vamos a encontrar
hasta que ve la luz El Grito del Pueblo
(1895-1899), bajo la dirección ya del tipógrafo Manuel Pestana Henríquez
(1867-1949), periodo en el que pasó a subtitularse como «periódico político
democrático»,
aunque la primera cabecera obrerista va a ser El Fiscal (1900-1902), el primer proyecto periodístico de Anselmo
J. Guerra Cabrera (1875-1959), que asumió la cuestión obrera como contenido
temático capital en su línea editorial y abanderó la campaña para la
constitución de la Asociación Gremial de Obreros de La Palma. Por fin, con el
carácter de prensa obrerista (que no obrera), saldrán, en primer lugar, El Grito del Pueblo, en su segunda época
(1902-1905), que asumiendo sin fisuras el ideario republicano se reconoce en la
cabecera como «defensor de la clase trabajadora», y, en segundo lugar, La Voz del Obrero (1902-1904),
antecedente inmediato de La Disciplina,
en este caso desde planteamientos más próximos al socialismo cristiano. No
sorprende que ambos proyectos los lideraran Manuel Pestana y Julián Guerra,
redactor-jefe y director de El Fiscal,
respectivamente, dos amigos que solo separaron sus trayectorias en el mundo del
periodismo por diferencias de criterios.
2. Cuestiones
generales
La Disciplina es un
periódico que circula en 1905 durante unos meses a partir del 18 de enero.
Hasta hace poco tiempo no se había localizado ningún ejemplar, aunque su
existencia estaba corroborada no solo por Maffiote, Lorenzo y Régulo, sino por
su propio director en vida, así como por otras
referencias indirectas[5]. El propio Régulo, en una
nota al margen del registro, reconoce que «ni su director, que aún vive (1948),
ni ninguna otra persona ha sabido indicarlos dónde pueda consultarse siquiera
un ejemplar». Sin embargo, recientemente, hemos encontrado tres números de esta
publicación en la hemeroteca de la Biblioteca Municipal de La Orotava. Con seguridad, este
periódico de la isla de La Palma (junto a otros muchos) formaba parte de la
colección adquirida en 1983 por el Ayuntamiento (de fondos bibliográficos y
hemerográficos), que fue propiedad del periodista palmero Antonio Lugo Massieu
(1880-1965), ilustre director de la revista El
Campo y entonces director de El
Regional (a quien iba dirigido el ejemplar), que residió gran parte de su
vida en la histórica villa del norte de Tenerife.
La Disciplina se proclama órgano de la sociedad escolar
de obreros de La Palma y fue el tercer proyecto de prensa obrerista, de raíz
católica, de Anselmo J. Guerra Cabrera, tras El Fiscal (1900-1902) y La
Voz del Obrero (1902-1904), que cesa solo un año antes de que viera la luz La Disciplina. Como este periódico
pretendía salir los miércoles, y el primer número que se conserva es el número
3 y corresponde al día 8 de febrero de 1905, es más probable que el primer
número saliera el 25 de enero y no el 18.
El periódico se estampa en la
imprenta de El Grito del Pueblo, que regenta, desde su fundación en 1902,
Manuel Pestana Henríquez (1867-1949), buen amigo del director, con quien había
compartido la edición del bisemanario El
Fiscal, y al que ya le había editado La
Voz del Obrero. Por Maffiotte (confirmado por Régulo) sabíamos que se
editaba con cuatro páginas (con un formato de 19,5x28,5cm), con pauta a tres
columnas, y con periodicidad semanal. Una vez hemos visto los números
conservados, podemos confirmar que efectivamente se trata de un semanario, que
sale los miércoles (aunque ya tanto el número 4 como el 5 se publican con
retraso, el primero en viernes y el segundo en jueves), aunque su formato
correcto es un poco mayor que el consignado hasta ahora: 24x32cm. La
administración se encuentra en la calle Simonica (hoy A. Cabrera-Pinto), número
18, y la redacción en la calle Álvarez de Abreu, número 33 (sede de la
imprenta), pero la dirección que se señala es la particular de don Julián,
calle Mataviejas, número 3. El precio de la suscripción mensual es de 50
céntimos, el más económico de entonces, aunque también se vende el número
suelto a 15 céntimos. Por regla general, y por el carácter menesteroso de sus
destinatarios, los periódicos obreros solían ser los más baratos del mercado.
3.
La
estructura
La única sección fija que
observamos en la publicación es el habitual breviario de gacetillas, noticias y
sueltos, rotulado como «Crónica general» (incluye conferencias, nombramientos, mítines,
bailes, fallecimientos, revista de prensa, sucesos, información social –Amor
Sapientae, La Dramática, Nuevo Club, Benahoare–, etc.), por regla general ubicado
en la tercera página, que alcanza también parte de la cuarta. Las dos primeras
páginas son básicamente de opinión, con algunos artículos y crónicas, que
firman, entre otros, el poeta Antonio Hernández Capote (1868-1926), que fue
redactor-jefe de
La Justicia
(1898-1899), el conocido periodista, prototipo de la bohemia, Joaquín Dicenta
[Benedicto] (1862-1917), y los que lo hacen bajo los seudónimos
Magueyfe
o
Jobero. También se incluyen textos literarios, suscritos por
A.F.
(¿Antonio Fernández Pérez?) o
R. (un poema) y
Perdigón (un
cuento). Para la publicidad, que se oferta a precios convencionales, se
reserva, como en otros periódicos, la última página. Pero es escasa, y apenas
incluye los anuncios de pequeños establecimientos: Establecimientos de
ultramarinos y ferretería de Miguel García y Hermano, panadería
La Corona (y la harina del mismo
nombre), las clases de francés e inglés de don Baldomero Cerviá Noguer
(1871-1955) y la consulta del Manuel Reyes Díaz (1869-1922) como
cirujano-dentista
,
sin presencia, por lo tanto, de los dos grandes anunciantes de la época: los
comerciantes y consignatarios Juan Cabrera Martín e Hijos de Juan Yanes. En
realidad, tampoco nos extraña. Es más,
La
Voz del Obrero, el anterior proyecto de prensa obrerista de Guerra Cabrera,
no admitía publicidad. Téngase en cuenta que, como divisa, la prensa obrera
consideraba con desdén la competencia con el lector y el anunciante
.
4. Orientación
política y línea editorial
La Disciplina, pues,
es un periódico obrerista, en la línea de La
Voz del Obrero (herederos ambos de El
Fiscal) al que viene a sustituir y en la órbita del socialismo cristiano
(más que del catolicismo social) y de la prensa social-cristiana que
representará siempre Julián Guerra. Y decimos bien obrerista, y no obrero,
porque la prensa obrerista, a diferencia
de aquella, es la que, aunque trata de temas obreros, quiere dirigirse a ellos
y defiende sus intereses, no está hecha desde sus posiciones de clase, esto es,
no está hecha por los propios obreros.
El semanario se autoproclama
órgano de la sociedad escolar de obreros de La Palma, de la que su director es
presidente, y que es una asociación instructiva fundada en Santa Cruz de La
Palma en 1902 con el propósito de crear escuelas de instrucción primaria
gratuitas para hijos de obreros (que inauguran en 1903), organizar conferencias
y fundar un periódico y una biblioteca. A su junta directiva pertenecen algunos
de los periodistas más distinguidos de la isla de ideología socialista o
republicana: Antonio Fernández Pérez (subdirector), Luis F. Gómez Wangüemert
(vocal 1º), Domingo Acosta Guion (vocal 2º), Pedro Rodríguez y Rodríguez
(secretario) o Hipólito Pestana Henríquez (vicesecretario), que probablemente
colaboren en el periódico. Por lo tanto, más que una sociedad fundada por
obreros es, como ellos mismos reconocen, una sociedad creada por «varios amigos
entusiastas y defensores de la noble causa del proletariado, […] que tiene por
objeto la enseñanza gratuita de la clase obrera».
La Disciplina
intenta mantener cierta independencia de los partidos políticos, o cuando menos
sostener una relación cordial con todos, divisa que caracteriza los proyectos
periodísticos de Guerra Cabrera. De ello es buena muestra la designación al
mismo tiempo como socios de mérito de la sociedad de Francisco Abreu y García
(1861-1912), liberal, Alonso Pérez Díaz (1876-1941), republicano, y Manuel
Lorenzo Mendoza (1872-¿), conservador, casualmente o no, a
partir de 1911, hermanos masones en la logia Abora nº 331. En cualquier caso, esta
posición no implicaba desinterés alguno respecto de la política, puesto que el
llamamiento a la clase obrera para que participe en ella y no se mantenga al
margen, será una de las constantes de su línea editorial:
Es necesario, trabajadores,
que todos, pero absolutamente todos, dejemos esa apatía o indiferencia que
sentimos hacia la política.
Debemos abrir los ojos a la
verdad; el permanecer por más tiempo en la obscuridad y la incertidumbre, en lo
que a la política se refiere, sería un crimen que nuestros hijos no deben
perdonar.
Con la política logrará el
obrero que haya escuelas, con buenos maestros y mejor pagados; logrará que las
contribuciones que pesan sobre nosotros vayan sobre los ricos, y hará que se
les legisle mejor; que las leyes no tengan dos caras, una para nosotros y otra
para ellos; alcanzará leyes que reglamenten las horas de trabajo, y otra
porción de cosas muy necesarias, que, mientras vivan en la indiferencia, no
podrán alcanzar.
Los contenidos, por fin,
incluyen fundamentalmente información obrera y local. Se exhorta la
participación política del obrero, se promueve la instrucción de este, para lo
que se pretende crear un centro instructivo, y se llama a la juventud obrera a
que acuda a ese centro instructivo obrero, porque a través del mismo, del libro
y del periódico, puede conseguir su emancipación.
La juventud obrera de esta
Ciudad es la llamada por medio de sus generosos impulsos á servir de sostén al
Centro Instructivo, para recibir en él la instrucción necesaria de que carece y
después llevar al hogar doméstico el convencimiento pleno de los beneficios que
reporta a la clase la emancipación de las mismas.
Vengan todos los obreros al
Centro Instructivo, reciban allí el pan del alma, y con seguridad veremos muy
pronto la inercia y el desaliento trocados en actividad y esperanza y después
la emancipación de los que sufren pacientemente el férreo yugo de los
explotadores de nuestro trabajo.
Entre el resto de las
informaciones, nos encontramos con artículos sobre el alto precio del azúcar,
pese a los ingenios y trapiches existentes en la isla, por los tejemanejes de
la Compañía Arrendataria de Puertos Francos, los casos de difteria y la
necesidad de que el ayuntamiento adquiera suero antidiftérico (reproducido de El Grito del Pueblo) para atender a los
más menesterosos, para lo que se abre asimismo una suscripción, el alumbrado
público (dirigido a la sociedad El Electrón), porque se apaga muy temprano, así
como otros señalando a la envidia como culpable de la falta de progreso y de
trabajo para los obreros en la isla o criticando al ayuntamiento por no dejar
la escuela pública para la celebración de una conferencia de obreros. También
incluye algunas crónicas sobre un mitin de Unión Republicana o un concurso de
suelta de palomas menejeras, así como información sobre las bases de un
concurso organizado por el Nuevo Club. En el ámbito internacional, puede
citarse como particulares hechos noticiosos la claudicación de Puerto Arturo en
la guerra ruso-japonesa o el denominado «Domingo sangriento» de San Petesburgo,
una matanza de obreros que se manifestaban pacíficamente ante el Palacio de
Invierno, residencia del zar Nicolas II, perpetrada por la guardia imperial
rusa y ocurrida el 22 de enero de 1905 (La
Disciplina da cuenta de esta noticia un mes después).
5.
Anselmo Julián
Guerra Cabrera
Julián Guerra, como era conocido, nace en Breña Alta el 22 de enero de
1875. Maestro a la sazón, pues
regentaba la escuela privada de niños de la sociedad El Amparo del Obrero, fue
uno de los periodistas más destacados de la isla en el primer tercio del siglo xx[18],
como baluarte de un periodismo obrero y católico, reflejo de su frustrada
vocación sacerdotal. Después de dar sus primeros pasos como redactor de La Justicia, el semanario dirigido por
Luis Méndez Franco, funda y dirige El
Fiscal (1900-1902), La Voz del Obrero
(1902-1904), La Disciplina (1905) y El Porvenir del Obrero (1907-1909),
órgano de la sociedad de este nombre. En 1915 dirige la La Antorcha del Obrero (1915), que es el primer periódico que se
distribuye en la localidad de su nacimiento. Más tarde, funda y dirige Regeneración Palmera (1926-1929), Acción Social (1931-1933), mientras fue
semanario, y Patria y Letras (1934),
órgano de las asociaciones católicas obreras y estudiantiles de la isla. Con
todo, Julián Guerra fue más un gestor de periódicos que un redactor o
columnista. Siempre en la vanguardia obrera en la isla, fue presidente de la sociedad
escolar de obreros de La Palma (1902), vicepresidente de la sociedad El Amparo
del Obrero (1903) y presidente y fundador de la sociedad El Porvenir del Obrero
más de dos décadas (desde 1907 en adelante). En el ámbito de la educación, fue
miembro de la junta directiva de la Asociación del Magisterio de la isla.
Fallece en Santa Cruz de La Palma el 27 de enero de 1959[19].
Maffiotte La Roche, L. (1905-1906), tomo iii,
p. 99 [n. 442]; Régulo Pérez, J.
(1948b), n. 50, p. 371; Lorenzo Rodríguez,
J.B. (2000), v. iii, p. 410; Poggio Capote, M. (2017a), p. 460.