La víspera de San
Martín me trae inevitablemente recuerdos de la niñez y de mi juventud temprana,
algunos todavía nítidos, otros, en cambio, un tanto borrosos, lastimosamente desvanecidos
por una memoria frágil y selectiva. Pero de mi infancia, aún me acuerdo de cómo
preparábamos los cacharros (latas grandes de leche condensada o evaporada, o de
aceite convenientemente cortadas) en los que íbamos a cocer las castañas: cómo
le aplicábamos unos alambres para poder agitarlos, cómo agujereábamos el fondo
para que pudiera respirar el fuego, y luego, cómo recorríamos las calles del
entorno, entusiasmados, entonando a voz en grito el ripio "San Martín,
tirintintín, fuego a las castañas y mano al barril".
De mi adolescencia y juventud,
el recuerdo es otro. En La Palma la festividad del húngaro San Martín de Tours
(que es el San Martín que celebramos, y no el de Porres, santoral que
conmemoramos el 3 de noviembre) va inseparablemente unida en los institutos a
la fuga con más tradición por estos lares, la que estudiantes de otras islas, como Tenerife,
efectúan por San Diego dos días después. Y esto, por cierto, nos costaba
entenderlo cuando más tarde nos íbamos a estudiar a La Laguna y nos veíamos obligados a materializar
la escabullida el 13 de noviembre, y no el 11 como estábamos acostumbrados.
La verdad es que los
palmeros, en esto de las fiestas y las tradiciones, seguimos siendo un tanto singulares,
¡y que así sea por muchos años! Abrimos las bodegas y probamos el vino nuevo por San Martín,
y no el 30 de noviembre por San Andrés, como en otras islas (Tenerife, por
ejemplo), y nuestra fuga más tradicional se ha vinculado a la festividad del
obispo de Tours y no a la del franciscano San Diego de Alcalá, como en Tenerife
sin ir más lejos. En realidad, lo que celebramos por San Martín es costumbre
en buena parte del norte peninsular y en Portugal, aunque no tanto en otros
lugares de Canarias. Allí se llama Magosto (Magusto
en portugués) o Castañada, y los elementos esenciales son, por supuesto, la
castaña y el fuego, aderezados con vino nuevo y carne de cerdo. En Orense, verbigracia,
se celebra el mismo 11 de noviembre.
De alguna forma esta
tradición la ha institucionalizado el Consejo Regulador de la Denominación de
Origen La Palma desde 1996 organizando unas Jornadas técnicas de la Viña y el
Vino, con bastante éxito, pero realmente la fiesta ya estaba consolidada desde antaño, es más, sin que nadie la organizara y sin
necesidad de ayudas institucionales, ni fomento de ninguna clase,
ni tan siquiera con ermita a dónde acudir para dar las gracias al santo.
Hoy, en fin, la fuga continúa respetándose, aunque las huelgas le estén restando atractivo, y seguimos disfrutando con amigos de vino y castañas en bares y bodegas particulares. Lástima que los niños ya no celebren su San Martín particular, porque perdemos lo mejor de la fiesta: el candor y la espontaneidad de la infancia.
Hoy, en fin, la fuga continúa respetándose, aunque las huelgas le estén restando atractivo, y seguimos disfrutando con amigos de vino y castañas en bares y bodegas particulares. Lástima que los niños ya no celebren su San Martín particular, porque perdemos lo mejor de la fiesta: el candor y la espontaneidad de la infancia.
Antes los niños se criaban en las calles, ahora predominan las máquinas en los oscuros cuartos. Los niños si no tienen nada, utilizan la imaginación. Si se le da todo, pues el resultado es el que es, infelicidad.
ResponderEliminarTienes razón, aún reecuerdo cuando de pequeña corriamos el San Martin , tin , tin, tin, fuego a la castaña y mano al barril . Luego fué la generación de ustedes... y se acabó. Sin embargo promocionamos el dichoso Halloween...
ResponderEliminarCon el ritmo del trabajo diario, casi me habîa olvidado de San Martin y al leer tu entrada me han venido muy buenos recuerdos de mi infancia y sobre todo de mi abuela. De pronto he sentido su presencia, sus palabras, los preparativos para la víspera del gran dia. Siempre el mismo menú: pescado salado con boniatos y mojo verde y de postre las castañas cocinadas y el vino, que no era muy bueno( aunque en familia parecía el mejor) y la "parranda familiar", que bien cantaba mi abuela! Y estoy contenta de haber vivido momentos de tanta plenitud. JJ, gracias, con tu entrada, has hecho posible reencontrarme con mis viejas emociones. San Martin, brindo por los recuerdos que hacen que no olvidemos todo lo que amamos!
ResponderEliminar¡Chinchín...!
ResponderEliminarJuan, pues precisamente estos días he estado dándole vueltas a los mismos recuerdos que has descrito. Nosotros, los de Joros y José López, nos reuníamos en el "Barranco del Mensajero" con las latas y las castañas. Aquí, en Munich, como en casi todos los pueblos y ciudades de Bavaria, hoy se celebra San Martín y por eso mi mente ha estado distraida pensando en las mismas cosas de mi niñez que tan bien has revivido (prefiero olvidar lo de mi periodo en La Laguna por lo de aquella vez que me dejaron solo en el piso del Tocuyo en la fuga de San Diego...). Aquí, en todos los barrios de la capital bávara, hacen desfiles encabezados por una persona a caballo representando al Santo, seguido de los niños del barrio acompañados de sus padres y portando pequeñas pandorgas que recuerdan, por el tamaño y el alambre, a aquellas latas que llevábamos nosotros, salvando las distancias. Ahora mismo los acabo de ver desfilar por las calles de mi barrio y, aunque aquí hay puestos de castañas por estas fechas, no es lo que comen al final del desfile sino lebkuchen y chocolate caliente (aquí no hay recortes, que además vienen elecciones el año que viene). Por supuesto, el desfile también me recordó al nuestro de las pandorgas de la Bajada de la Virgen, pero en eso como en el fútbol, debe ser de las pocas cosas que nos quedan en estos tiempos en que nos damos el gustazo de ganarlos con mejor gusto y creatividad. Desgraciadamente, nuestros desfiles ahora son de huelgas y desesperación como en Grecia e Italia. Esos desfiles de huelgas meridionales también me recuerdan a los que había en esta misma capital de Lander antes de que la tragedia se cebara en este país y con el resto de Europa. ¡Qué poca memoria tienen algunos que permiten y fomentan que en países vecinos crezca la tragedia diaria y sea la levadura de movimientos radicales que nos llevaron al desastre!
ResponderEliminarPrecioso símil en todos los sentidos. Me ha encantado tu comentario.
EliminarComentario de Fernando desde Munich con los mismos recuerdos que revivió Juan y que rememoró Fernando sobre el barrio que ambos compartimos en nuestra infancia. No me hablen de cosas tristes que estoy acostumbrado a proponer muchas cosas que nos ayudarían a mejorar nuestra sociedad, economía, etc. y nadie me hace caso.
ResponderEliminarHe leído tu entrada y me he acordado como "Melania", de mi abuela. Para ella el San Martín era una auténtica fiesta. Controlaba si la cosecha era buena o mala, semanas antes de la celebración; programaba el día de la recogida de las castañas; escogía las más grandes y las ponía al sol de otoño, para qué, según ella, fuesen más fáciles de pelar. Llegado el día, desempaquetaba el viejo tostador guardado con sigilo, y que año tras año ella utilizaba para asar las castañas.El olor a las castañas tostadas de mi abuela era inconfundible. Recuerdo la celebración, los mayores cantando, contentos.Eran felices. Los años pasan y los tiempos cambian. Ya no se usa el viejo tostador y las castañas no se asan a la lumbre. Ella ya no está. O sí está!...Melancolía del otoño.
ResponderEliminarCapi, como siempre nos trasladas a revivir la situación que recreas...
ResponderEliminarEn cuanto a los comentarios, no sólo eran los de Jorós y José López los que iban al barranco del Mensajero. Nos quedaba más cercano (y por tanto, "era el nuestro") a los de Terrasa (las dos placetas, la Echentive y la Echeyde, aunque hoy parezca que la segunda "se comió" a la primera. De siempre la Echentive fue la de la panadería, la del árbol que en su día plantó mi padre y que parece que hoy queda como placeta Echeyde....¿¿why?? )
Todavía recuerdo de esos días las tremendas hogueras que hacíamos en el solar del edificio Tinabana.. y luego, años después, en el propio barranco.
Incluso, recuerdo cuando L.M. le pegó fuego a los postes de teléfonica amontonados en la entrada del tunel del barranco, que estaba justo delante del que hoy es el edificio de los multicines, .. y fue tal, que hizo que vinieran ¡¡¡los bomberos del aeropuerto!!!, cuando cerró el mismo tras entrar el último avión..
¡¡¡ Tremenda Fiesta se formó !!!
¿Y no recuerdan las ruedas de coches pegadas fuego que bajaban por El Puente?
Si. Eran otros tiempos...
Añoranza de una parranda de esas con un cacharro de lata (incluso de los de pintura reseca, que hoy te prohibirían por ser tóxico y nosequé), totalmente "agujereado" con una tacha y a darle vueltas al son de la canción.
A ver si nos juntamos y la formamos...
Un abrazo para to2.
PD: Moro, si que recordamos la primera fuga de San Benito,.. y sus consecuencias...
Luego también vivimos las posteriores (¿recuerdas al canarión vestido de romano?) hasta que cambió y se fueron a celebrarla debajo de casa de Carmelo en al calle San Agustín