Llegamos a Santo Domingo de la Calzada (km. 54), centro histórico y económico del valle del Oja. Como "a este mundo raro", también al Camino el cuerpo empieza a acostumbrarse, a endurecerse con el paso de los días. En Santo Domingo termina la primera parte del tramo previsto. Ayer, como unos campeones, resistimos a la etapa más exigente hasta ahora, haciendo dos altos en el camino: Azofra y Cirueña. El descanso nos permitió recargar pilas para continuar la marcha. Asumamos cuanto antes que las estaciones donde nos surtimos de energía, donde nos recargamos emocionalmente, son imprescindibles para seguir nuestra ruta. Por eso no deberíamos tener miedo a detenernos de vez en cuando, a hacer los altos en el camino que sean necesarios para enfrentar el resto. En el paisaje, por cierto, íbamos paulatinamente dando la bienvenida al cereal, subrogándose en el lugar de los viñedos, cada vez menos predominantes.
En Santo Domingo nos esperaba la catedral de El Salvador, su peculiar torre exenta, y su maravilloso retablo mayor, una de las mayores joyas de la escultura renacentista, y la leyenda del gallo y la gallina (o el milagro del ahorcado), ligada a su santo patrón, que nos la recuerda un singular gallinero localizado frente al mausoleo del Santo en la misma catedral. Pernoctamos en la hospedería cisterciense, un lugar de descanso a cargo de monjas de la orden, situado tras el convento de las Bernardas, hoy albergue de peregrinos, donde ya no es necesario recogerse antes de las once de la noche, porque las monjas se han modernizado convenientemente (jeje).
El día terminó con una tertulia especial en un pub del pueblo, cerca de la calle Mayor, con nuevos amarillos, risas contagiosas y estrenados propósitos. Porque las personas que te tocan el corazón aparecen cuando tienen que hacerlo, siempre en el momento justo. Un día una conversación inesperada se convierte en un punto de inflexión en el Camino, y así un sendero agreste y pedregoso vuelve de súbito a ser ilusionante y esperanzador. Eso nos pasa también en la vida. En cualquier momento, un suceso azaroso se convierte en un estímulo, en un aliciente que de repente nos cambia la vida. Susanna Tamaro (en Donde el corazón te lleve) ha escrito que el destino tiene mucha más fantasía que nosotros. Justamente cuando crees encontrarte en una situación que no tiene escapatoria, cuando llegas al ápice de la desesperación, con la velocidad de una ráfaga de viento cambia todo, queda patas arriba, y de un momento a otro te encuentras viviendo una nueva vida.
Nos quedamos reponiendo fuerzas en Santo Domingo el día siguiente, lo que nos permitió visitar otros singulares edificios de la localidad: el convento de San Francisco, por ejemplo, y sus dos paradores, algo insólito en la red. La villa parece íntimamente vinculada al Santo y al Camino, habituada por ello a recibir peregrinos por un solo día y, normalmente, a no volverlos a ver jamás. Por eso a algunos lugareños les resultaba extraño que permaneciéramos "pateando" sus calles todavía un día después. Pero ocurre que a veces resulta conveniente hacer una parada más larga, una detención de mayor sosiego, una reflexión más profunda. La misma vida la reclama para atacar nuevos retos, o simplemente para reponer fuerzas y continuar el camino.
" Fuí descendiendo lentamente a aquel estado, y el mar y las nubes volvieron a aparecer. Pero todo estaba inmerso en una vibración de profunda PAZ, la PAZ de un universo que, aunque tan solo por unos instantes, pasaba a tener una explicación, porque YO estaba comulgando con el mundo. Había descubierto otro puente que unía lo visible a lo invisible, Y NUNCA MÁS IBA A OLVIDAR EL CAMINO"...ESTA ETAPA DEL CAMINO..
ResponderEliminarGRACIAS PEREGRINOS!!!...un abrazo
Me ha gustado mucho esta última entrada. Tienes un talento algo desaprovechado, de verdad.Bs
ResponderEliminarY un día, una conversación inesperada te remueve el interior y te llega haya los tuétanos. Y te quedas sin defensa alguna, ante la claridad de los sentimientos; bellos, hermosos, y aún así, también encontrados. Sí, el destino tiene más fantasía que nosotros, pero a nosotros nos toca vivir nuestros sueños. Así es el Camino. Besos
ResponderEliminarBuenos días,tiene que ser una experiencia casi única. Espero poder hacerlo algún día, es una de mis ilusiones.
ResponderEliminarEl camino no finaliza, como la Vida, nace una y otra vez. JJ, Ojalà nos encontremos en algùn camino, caminando o en la cima, significarà que hemos llegado. Gracias.
ResponderEliminarMe han encantado tus relatos sobre el camino, y los comentarios de visitantes a tu blog FELICIDADESSSSSSS
ResponderEliminarSaludos
Llama la atención cómo todos tus lectores apoyamos emocionadamente la alegoría que haces sobre la Vida con el Camino.
ResponderEliminarQuizás porque la primera no deja de ser una dirección -o varias- para llegar a algún lugar (como el Camino, varios para llegar a Santiago de Compostela: el Camino francés, el Camino del Norte, la Vía de la Plata...); puede que porque las personificaciones que haces de las "señales", de las etapas y sus acontecimientos, nos hacen resucitar impresiones, afectos o turbaciones positivas o negativas; acaso porque jugamos todos a una especie de "Monopoly", deseando comprar-VIVIR intensamente los inmuebles-sentimientos que nos vamos encontrando en cada paso que vamos dando en el Camino-Vida.
El caso es que podías habernos contado tu Camino colgando estas entradas únicamente en la sección de Ciudades, pero también las has enlazado con la Posada de los Secretos, porque frases como "Asumamos cuanto antes que las estaciones donde nos surtimos de energía, donde nos recargamos emocionalmente, son imprescindibles para seguir nuestra ruta" no están "exentas" (como la torre de la Catedral de El Salvador en Sto. Domingo de La Calzada, jeje)de ser una explosión de los sentidos, de una reflexión extraordinaria y porque.....leyéndote tus lectores nos sentimos UNO.
Se dice que la concha peregrina (la vieira), acomodada a manera de dedos, significa las obras buenas en las que debe perseverar quien la lleva,como el peregrino persevera en llegar aunque esté exhausto. Todos llevamos una concha peregrina siempre y es...nuestra alma. Perseveremos en hacerla más grande cada día!!
Abrazos, JJ. Buen camino y feliz vida para ti y para todos tus lectores!!!