Belorado (km. 77).
Hoy nos levantamos más temprano. La etapa, bajo un sol de justicia, lo
exigía, aunque engañaba. Hasta el kilómetro 17 se sucedían varios pueblos
pequeños, singulares aldeas (Grañón,
Redecilla del Camino, Castildelgado, Viloria de Rioja...), que allanaban el camino, como amigos, amores
o experiencias que contribuyen a hacer más llevadera y emocionante la vida. Nos
permitían un alto en el camino, el socorrido descanso, a veces una sombra
agradecida, otras, el avituallamiento necesario. Pero, aun con titubeos, debemos continuar el
sendero escogido, en el horizonte siempre nos espera una nueva experiencia,
otro pueblo acaso, el fin del camino quizás.
Se nos hizo especialmente latoso el último tramo (Villamayor del Río-Belorado),
apenas 6 kilómetros de falso llano, pero muchas veces lo que a priori se percibe más cómodo o tolerable se convierte finalmente en un desafío sufrido y agotador.
Y aunque las circunstancias tienen su peso en la dureza del envite: el
cansancio acumulado, las horas andadas, un calor soporífero, una meta renuente...,
tal vez esta sea, más bien, una cuestión de actitud. Probablemente no afrontamos este
último trecho con la actitud correcta. Frederic
Solergibert sostiene (en Bajo el
árbol amigo) que lo esencial nunca es el suceso que nos acontece, sino la
actitud con la que le hacemos frente, cómo lo experimentamos, asumiendo que
cualquier episodio que vivimos, por muy doloroso que sea, siempre nos servirá
para avanzar y mejorar.
En Belorado (Burgos) pernoctamos en Verdeancho, una coqueta casa rural
junto a la iglesia de Santa María. Almorzamos
en Picias, recomendado por los
lugareños, y nos dejamos ver por una plaza mayor atestada de peregrinos y por la
iglesia de San Pedro y, cuando la tarde ya se despedía, intentamos seguir las
huellas que dejaron en la calzada mayor ilustres visitantes. Algunas, como las
de Fernando Romay, imposibles de abarcar. No siempre podemos con lo que otros
hicieron.
Nos acostamos pronto. Aún se escuchaban las voces de los tertulianos de la terraza que se abría bajo nuestro ventanal, cuando nos asaltó un reparador y sintomático duermevela. Mañana nos esperaba la etapa "reina" del Camino, del camino que elegimos, claro.
Nos acostamos pronto. Aún se escuchaban las voces de los tertulianos de la terraza que se abría bajo nuestro ventanal, cuando nos asaltó un reparador y sintomático duermevela. Mañana nos esperaba la etapa "reina" del Camino, del camino que elegimos, claro.
Me encanta como vas sacando lecciones del Camino y como nos lo haces tan sugerente y atractivo, que a es a la vez un viaje iniciático. Del próximo año no pasa. Felicidades
ResponderEliminarEn la vida pasa como en el Camino, que nos vamos encontrando con peregrinos con los que no compartimos más que un protocolario deseo de "Buen camino!!"; con peregrinos con los que vamos coincidiendo en los distintos pueblos o albergues, pero que no pasan de resultarnos simples conocidos; con peregrinos con los que solamente compartimos un par de ocurrencias y unas cuantas risas hasta adelantarles o nos adelanten; o con peregrinos que nos tocan el corazón e inesperadamente, hasta para nosotros mismos, el corazón se abre de par en par para darles cobijo hasta el final de nuestros días.
ResponderEliminarCon estos últimos se dan distintas circunstancias:los hay que siguen acompañándonos siempre -física o espiritualmente-, en una especie de vigilia o guardia constante y recíproca por la felicidad del otro; los hay que se convierten, para fortuna de ambos, en parte de tus entrañas, en aquella alma excepcional que nos hace temblar, vivir, sentir lo insospechado (y aunque algunas historias lleguen a tornarse desgraciadas, no podemos negarle al otro miembro del par todo lo que un día nos hizo temblar, vivir, sentir...); los hay que, a pesar de ser seres celestes y deliciosos, acaban diluyéndose entre las obligaciones diarias, terminando por desaparecer de nuestras vidas; los hay, incluso, que no comparten con nosotros las risas, pero sí están ahí cuando tenemos un período de melancolías, como auténticos ángeles salvadores de nuestras almas.
Luego ocurre que, en determinados momentos, nos acompañan todos simultáneamente o simplemente nos acompaña uno o ninguno (como pasa en tus entradas, que, de repente, todos hacen miles de comentarios o simplemente solo lo hace uno.....como en esta)
Estés acompañado de miles de almas -gemelas, mellizas, amarillas, bipolares o como sean-, o estés solo, merece la pena leerte, disfrutarte y que formes parte de mi vida, JJ. Tqm