Aún recuerdo lo que me lastimaba escuchar Woman, la extraordinaria balada de John Lennon, en mis años mozos, cuando aún no había superado la adolescencia sentida. Sus primeros compases me recordaban un desengaño reciente, el de un amor ingenuo maltratado por la irresistible ligereza del parecer. Woman era una de mis canciones preferidas, pero me resultaba del todo imposible escucharla, quizás porque era algo más que un canción, formaba parte de mi vida, y por eso exploraba mi alma y turbaba mi ánimo.
Las canciones nos transportan al pasado, a aquellos momentos que hemos guardado con mimo en nuestra memoria. Muchas representan incluso las sintonías de alguno de los acontecimientos que hemos vivido en nuestra juventud. En mi caso, la popular Words de F.R. Davis y el No controles de Olé-Olé, aún con Vicky Larraz, no pueden separarse de un campeonato de España que jugamos en Badajoz en 1983. Tal vez recuerde mejor estas canciones que algunas de las canastas que anotamos en el pabellón de Entrepuentes. Lo mismo ocurrió un año después, en Segovia, donde en la fiesta fin del torneo, sonó repetidamente Escuela de Calor de Radio Futura, para grabarse de por vida en mi subconsciente y en el de mis compañeros.
Las canciones nos transportan al pasado, a aquellos momentos que hemos guardado con mimo en nuestra memoria. Muchas representan incluso las sintonías de alguno de los acontecimientos que hemos vivido en nuestra juventud. En mi caso, la popular Words de F.R. Davis y el No controles de Olé-Olé, aún con Vicky Larraz, no pueden separarse de un campeonato de España que jugamos en Badajoz en 1983. Tal vez recuerde mejor estas canciones que algunas de las canastas que anotamos en el pabellón de Entrepuentes. Lo mismo ocurrió un año después, en Segovia, donde en la fiesta fin del torneo, sonó repetidamente Escuela de Calor de Radio Futura, para grabarse de por vida en mi subconsciente y en el de mis compañeros.
Es verdad que algunas canciones nos recuerdan a una chica o chico de nuestra mocedad, y hoy a una persona más talludita. Eso nos pasa a todos y nos sigue pasando. Pero también nos evocan recuerdos de la infancia, con la familia, como las canciones de Nino Bravo, desde Libre a Un beso y una flor. ¡En qué casa no había una casete del malogrado cantante valenciano!. Otras nos desentierran instantes casi olvidados de la universidad o de algún carnaval, como No tocarte o el Tonto Simón, también de Radio Futura, que nos despiertan en el Carnaval chicharrero de 1986. Todas las canciones que musitan nuestra vida tienen algo que las hace especiales. Como Déjame, de Los Secretos, aunque siempre tuvieras que explicar, si se la grababas a alguien, que no tenía doble intención, o Cuatro rosas, de Gabinete Caligari, que casi nos descubrió a los palmeros los 40 Principales, huérfanos como estuvimos durante años de la radio fórmula.
El periodista Antonio San José ha escrito recientemente ("La felicidad de las pequeñas cosas", Espasa, 2011) que en una canción se encierra toda la banda sonora de nuestra vida, el acompañamiento de momentos, situaciones, vivencias y aventuras que, inevitablemente, nos retrotraen a un tiempo más amable, a una dimensión fabricada por nosotros mismos en la que creemos recordar que todo era mejor de lo que en realidad fue. Y tiene razón. Porque estoy seguro de que todos tenemos nuestra particular banda sonora, nuestro exclusivo cedé de éxitos, un recopilatorio con el número de cortes suficientes para poner música a la mayor parte de nuestra vida.
Pero lo mejor de todo es que las canciones siguen forjando nuestro destino, son como los mojones que señalizan nuestro sendero personal. Por eso nos pertrechamos de ellas cuando salimos a caminar, o a correr, aislados del mundo, buscando nuestro respectivo lugar al sol. Las canciones participan de nuestras alegrías y son cómplices de nuestras tristezas, porque siempre nos responden con ternura y empatía. Las canciones nunca nos fallan y saben con certeza cuál es la melodía que nos corresponde en cada momento. Nos conocen a la perfección porque nos acompañan desde antaño, y se han alojado para siempre en nuestras vidas. Las canciones, en realidad, escriben la historia de nuestros fracasos pero también cuentan la leyenda de nuestras conquistas.
Nota: Todas las canciones incluyen un enlace a un vídeo en Youtube, incluida esta:
Nota: Todas las canciones incluyen un enlace a un vídeo en Youtube, incluida esta:
Toda la razón Juanjo.
ResponderEliminarCuan a menudo pienso, al escuchar una canción, que me la están dedicando a mi, o lo bien que describe una situación presente o pasada de mi vida o de mis sentimientos.
Casi todas las canciones que identifico con momentos de mi vida suele ser porque me recuerdan a alguien o a sentimientos relacionados con el amor o el desamor. Si. Police, U2, Mecano, Eros Ramazzotti, Simple Mind con su "Don´t you forget about me", y más recientes, Aute, Amaral, Duffy, Amy Whinehouse, Conchita o Maná, forman la banda sonora de mis sentimientos. Quizá sea la exagerada teatralidad que le doy a lo que emana del corazón lo que me lleva a evocar tantas y tantas frases. E inevitablemente, cuando escucho esas canciones, mi memoria viaja a ese momento en el que me las dedicaron o me hicieron soltar alguna lágrima.
Pero también, otras veces, son los intérpretes de esa banda sonora de mi vida, los que identifico con personas allegadas a mi, bien porque a ellos les gusta, bien porque gracias a esas personas, descubrí su música. Es el caso de Ricardo Arjona, Vanesa Martín, Cold Play, Eric Clapton, Fito y Fitipaldis, Los Secretos… y tantos otros que mejor no seguir enumerando.
No concibo mi vida si esas canciones. Las canciones que nos hacen revivir una y otra vez los momentos o personas que nos han marcado a lo largo de nuestra existencia, aquellos que nuestra subconsciente se resisten a olvidar, y los que siguen en nuestra vidas y que han participado en momentos o situaciones importantes para nosotros. Para ellos, la música de mi vida.
FANTASTICO!!! BESOS JJ.
ResponderEliminar...sobre la Magia que existe detrás de cada canción que marca nuestras vidas.
ResponderEliminarQúe bonito Juanjo... además, compartimos el mismo sentimiento hacia esas canciones, que también creo que cada uno tenemos las que forman la banda sonora de nuestras vidas. Esa es la magia de música... Saludos
ResponderEliminarmi música viene del fin del mundo (finis terrae)...acabo de llegar de allá (haciendo otro trocito del CAMINO) y escucho muy dentro de mi una melodía nunca oida ni percibida por mi ser...y quiero seguir su senda...hace que vibre, ame,desee,quiera y sienta....
ResponderEliminargracias JJ ...solo tus canciones ...un abrazo
Con esta entrada, además de provocar en mí el recuerdo de numerosas canciones y "tiempos y espacios" de mi vida, me has hecho recordar, cual Grenouille en "El Perfume", los distintos olores importantes de mis años de existencia, que seguramente compartiré con tantos otros de tus seguidores.
ResponderEliminarEl olor a café recién hecho que inundaba toda la casa familiar al alba, mientras yo aún yacía calentita en mi cama; el olor a bizcochón aún tibio de algunos sábados por la tarde; el olor a hierba o tierra mojada tras caer un chaparrón, que era lo habitual junto con el granizo en nuestra infancia (y antes de tanto cambio climático); el olor a muñeca nueva, que comenzaba el día de Reyes y finalizaba dos semanas después, cuando ya una le había dado los baños pertinentes en un ejercicio de instinto maternal; el olor a gasolina cada vez que el "pater" usaba su zippo para encender un cigarro; el olor del cuello de nuestra madre cada vez que nos fundíamos en un abrazo con ella; el olor a maresía cuando bajaba la marea y el sol rompía el musgo de las piedras de la playa....
Las canciones, los olores, los sonidos, las letras leídas, los sabores... Todo lo que impacta en nuestros sentidos perdura.
Nuevamente gracias por hacerme sentir. Un beso
Crecí escuchando las canciones de mis abuelos, de mis padres, de mis hermanos...luego llegaron las preferidas por mí y por los amigos del alma. Todas forman un rico universo que evoco con frecuencia. Con ellas he reído y he llorado, como con los buenos amigos. Gracias por esta entrada...y por esa bella imagen de Echeyde. Saludos
ResponderEliminarCiertamente la música,algunas canciones de nuestro pasado nos hacen recordar momentos vividos, inolvidables.En otros casos esas canciones nos ayudan a soportar, a superar experiencias vividas que fueron desagradables. En mi vida guardo recuerdos, canciones de momentos vividos con mucha alegría y entusiasmo.Esos momentos formarán parte de nuestra vida,porque aunque pase el tiempo seguirán en nuestro corazón. Saludos.
ResponderEliminarnúnca he sabido lo que me llevaría a una isla desierta.......qué tal canciones?
ResponderEliminarPues yo siempre he sabido que seria una de las cosas que me llevaria...sin dudarlo!!!
ResponderEliminarohhhh!!!....cuantos recuerdos de mis canciones preferidas!!!!....y cuantos recuerdos que traen esas canciones preferidass!!!...pero el pasado pasado está...la melodía que suena ahora (aunque no sea la esperada... o deseada.... o la que está en el número uno....porque para que una canción esté en lo alto, hay muchas apoyando detrás, igual de buenas si cabe pero cada una en su lugar) es única e irrepetible...
ResponderEliminarshshshssss...oyes la tuya???
buena tarde
Siempre recordamos inolvidables canciones pasadas y las relacionamos con alguien es verdad, la mia que más recuerdo es " Cuando brille el Sol te recordaré..." lo triste es que la escuchaba para aliviar mi corazón con la esperanza de un futuro mejor y todo por culpa de una cita tan deseada que se anuló por otra mujer, ese dolor es tan inolvidable como la canción. Saludos
ResponderEliminarcuantos momentos tan intensamente vividos en mi anulada pubertad y adolescencia!!!... y que estas canciones hacian las veces en mí,de mi más íntimo refugio, llenando mi dolorido corazón de muy buenos sentimientos...ahora, al leer lo que has escrito JJ las he vuelto a escuchar y me llenan de alegría...y como bien dices mi vida no se concibe sin ellas...
ResponderEliminargracias por sólo tus canciones....sólo mis canciones