Sahagún - Mansilla de las Mulas (36,1 km)
Comenzábamos la etapa
más larga del Camino, de este Camino. Albergábamos la esperanza de que, aunque
fuera la más vasta, no fuera también la más sufrida, porque no
siempre ambos escenarios coinciden. Sea como fuere, la extensión es casi
sinónimo de dureza, de rigor. Pero cuando nos proponemos acometer una prueba
como esta, hacemos bien en concentrarnos en la meta, en ilusionarnos con el
destino. Nos equivocamos si nos amilanamos con las dificultades, si nos
centramos precisamente en lo que nos falta. Recordé lo que había leído hace poco tiempo
en un libro de cabecera de peregrinos (Gratitud): el temor ve
límites donde el amor (la esperanza, la ilusión) ve posibilidades.
De Sahagún nos
despedimos muy temprano por el Puente Canto, vadeando el río Cea. Era
la primera vez que empezábamos a caminar con el alba, sin que aún hubiera
amanecido. La verdad es que no estábamos muy bien preparados para el
trance; nos habíamos provisto de unas linternas pero, la verdad, sin mucho alcance.
Al final, tuvimos suerte y apenas hubo necesidad de utilizarlas. El sendero
estaba bastante bien señalizado y, en ocasiones incluso, bastaba con seguir a
los peregrinos que nos precedían, que nos guiaban sin pretenderlo. En realidad,
todos los peregrinos nos orientamos unos a otros, forma parte de nuestro karma. Sin embargo, a poco de
abandonar Sahagún, todavía de noche, estuvimos a punto de adentrarnos por una
senda equivocada. Pero estuvieron prestos otros concheros que nos alertaron de inmediato del yerro, y
retomamos entonces, ya sin vacilación, el sendero correcto, que ya no abandonamos hasta Mansilla. En la
vida, ante tantos cruces de caminos como nos encontramos, la experiencia nos
enseña que debemos estar alerta, a veces es suficiente con seguir un ejemplo,
otras con atender un consejo o soslayar el miedo, pero siempre la decisión será nuestra, de nadie
más.
Bercianos del Real
Camino, El Burgo Ranero y Reliegos fueron los pueblos que, estratégicamente
situados en el recorrido, nos valieron para el descanso y el avituallamiento
necesarios. Porque las paradas son imprescindibles para recobrar fuerzas y continuar
sin desfallecer no solo la sirga jabobea, sino la de la vida. Hasta el desvío de Calzada del Coto (por
donde discurre la Vía Trajana del Camino, otra opción), el andadero que
se te presenta dista un tanto del cansino carril de Tierra de Campos, pero
luego otra vereda construida especialmente para los peregrinos, con una arboleda
de chopos mal orientada, te lleva con el paisaje de siempre hasta Bercianos,
aldea de adobe y tapial como tantas otras de la comarca. Son más de once
kilómetros que nos permitieron, por fin, hacer un alto para desayunar. Después resulta imposible no retomar la pista "mal" arbolada para
alcanzar El Burgo Ranero. Ahora son más de seis kilómetros de ruda meseta leonesa, a
más de ochocientos metros de altitud. Lo más descorazonador: no era ni la mitad
del esfuerzo del día.
Todavía quedaba quizás lo más agotador, probablemente uno
de los tramos más severos del Camino. Más de trece kilómetros de rectas
infinitas por un andadero yermo e inhóspito, y sin apenas zonas de descanso.
Durante el trayecto solo algunos hitos te informan de que -lentamente- te
acercas a tu destino. Arribamos a Reliegos a la hora de almorzar. Tras degustar la única comida que hicimos
en plena marcha, con las espaldas molidas y los pies lastimados, y aún
sin recuperar el resuello, tomamos con moderación los últimos seis kilómetros hasta
el recinto murado de Mansilla de las Mulas, apenas una legua dice el refrán, "de Reliegos
a Mansilla, la legua bien medida", pero ya no estábamos para muchos trotes.
A la Alberguería del Camino, una posada familiar que los
propietarios gestionan con probado esmero, incluida la atención a los
peregrinos, llegamos exhaustos, rendidos, literalmente deshechos. Por eso, de inmediato,
nos registramos y nos dejamos caer en las camas, algunas con delicados doseles. Esbozamos una sonrisa, porque el reto se había
superado, pero no había ánimo para nada más. Mañana será otro día. El último.
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