He releído los últimos días un libro
extraordinario y comprometido que también heredé de mis tíos "rojos":
Palabra de hombre (Parole d'homme). Su autor es el filósofo
y político francés, fallecido en 2012, Roger Garaudy. Lo leí por primera vez en
mi juventud, en los años ochenta (el libro se había publicado en 1975), y es de
esas obras que, una vez leídas, y asimiladas, marcan tu crecimiento personal y
pasan por ello a conformar directamente la biblioteca de tu vida. Como las
novelas de Martín Vigil o los libros Gala o Savater, que fijaron mi carácter y mis
prioridades, o los de tantos cronistas de la Transición (Oneto, Abel Hernández,
Márquez Reviriego, Sarasqueta, Carandell, Prego o Emilio Romero), que pulieron
y contornearon mi compromiso y mis ideas políticas.
Son los libros que componen la
sección de juventud de la biblioteca de nuestra vida, una biblioteca, y una
sección, que todos tenemos (cuando menos con las historias de Vázquez Figueroa,
y si no, mala cosa), y que se mantiene viva, abierta hasta nuestra muerte, incorporando
y catalogando nuevos volúmenes, que contribuyen sutilmente a tu madurez
intelectual y emocional. Porque, para los niños, para los jóvenes, los libros
de texto no son suficientes y, aunque no lo parezca, ser joven exige un largo
aprendizaje, como leemos con acierto, precisamente, en Palabra de hombre, por lo que Garaudy, sin quererlo, ya estaba
acelerando el mío. Además, en muchas ocasiones la ayuda, la lección, como nos
ocurre con las personas, la encontramos en un libro inesperado, acaso en el que
menos pensábamos que podía aportarnos alguna cosa, así que resulta arriesgado
desechar alguno.
Fue quizás en la comprensión del
amor humano en lo que más me ayudó la obra de este filósofo cristiano-marxista
(luego convertido al islamismo), nacido en vísperas del estallido de la Primera
Guerra Mundial (1913). Garaudy aseguraba que el amor comenzaba cuando se prefiere
al otro y no a sí mismo y cuando se reconoce su diferencia y su indescriptible
libertad. Para este intelectual y político francés, expulsado del partido
comunista en 1970 por condenar la invasión de Checoslovaquia por tanques
soviéticos (1968), aceptar que en el otro viven otras presencias, además de la
nuestra, o no pretender creernos imprescindibles en sus necesidades y en sus
preocupaciones, no significaba resignarse a la infidelidad, sino querer con la
mayor prueba de amor, esto es, que el otro fuera fiel a sí mismo.
El volumen de marras ha sobrevivido
a mi juventud y ahora se ha confundido con los libros de la posada, reposando
en la sección de la biblioteca que llamamos madurez, sin que haya perdido un
ápice de actualidad. En realidad, es difícil que esto suceda cuando tratamos de
las emociones y de los sentimientos, estados que no prescriben nunca, porque
nos acompañan siempre. Por eso el amor nos sigue incitando a salirnos de
nosotros mismos, a sobrepasar nuestras propias fuerzas, a dar al otro lo que
hay en nosotros que ni siquiera conocemos. Y así seguirá siendo indefinidamente,
aunque no debamos perder la perspectiva de que las palabras, como nos recuerda
Coelho, son la vida puesta en el papel, por lo que los libros, o las redes
sociales incluso, no nos deben alejar de la gente, el verdadero objeto de
nuestro crecimiento, sino ayudarnos a encontrarla y, de paso, a comprenderla.
Gracias por tus palabras..
ResponderEliminarAsi es..la vida te encuentra con los Seres que necesitan ese Encuentro...hacer de ese Encuentro Vida sólo depende de los encontrados...comprender esto es la esencia de cada ENCUENTRO..
un abrazo querido Juan
Carmen Peregrina
Gracias por retomar tu compromiso con la posada, siempre con entradas entrañables y muy bien escritas.
ResponderEliminarPalabras con las que me identifico, pues como dijera Francisco Alberoni, la base de la amistad está en el encuentro, y sólo la sutil línea del sexo la separa del amor...un saludo
ResponderEliminarTu escrito tiene tantos matices y tantas coincidencias, que simplemente me parece fantástico, por supuesto me explico, todo aquello que leo y que me induce a la reflexión para mi es un regalo y el tuyo lo es, de Garaudy he leído en mi juventud, tener un padre republicano es lo que conlleva, si bien lo que me marcó a mi fue su forma de entender la educación, totalmente alejada de lo que en la actualidad sirve como fundamento a nuestros planes de estudios y leyes de educación, el decía que el hombre debía ser educado permanentemente y sobre todo ser un buen revolucionario, el preguntarse el por qué de las cosas y que la educación debe ser el sustento de la transformación de la sociedad. Su visión positivista y sobre todo romántica de la sociedad es alentadora en estos momentos de desaliento generalizado.
ResponderEliminarSi, a veces las redes sociales alejan a las personas en vez de unirlas, pero así es la vida, cuando la evolución emocional no está sincronizada un acto de valentía puede parecer una imprudencia, pero solo los cobardes son prudentes en exceso.
ResponderEliminar