Foto: Francisco M. Jiménez |
En 1987, hace casi treinta años, el grupo palmero Taburiente dedicó una
canción a la Quinta Verde de Santa Cruz de La Palma, que se ha convertido en un
sutil martillo pilón que denuncia la desidia o la incapacidad para desarrollar
definitivamente este fabuloso escenario natural. En realidad, todo el disco
("La Alpispa", "La nube y el sol", "Mirador de las
estrellas", "Viento sur"...) era -de alguna forma- un canto de
adoración al entorno de esta hacienda rural situada en los límites del casco
urbano de la capital palmera, una de las muestras más características de este
modelo de arquitectura doméstica en Canarias.
La Quinta
Verde es también un tema con cierta recurrencia en nuestra particular agenda-setting,
aunque los avances que se publican no terminen nunca por ser definitivos. Hace
tres años volvió a estar de actualidad porque el Ayuntamiento pretendía ubicar
en la antigua casona de los Massieu-Monteverde, construida en el siglo XVII
(entre 1672 y 1690), con portada de cantería, el futuro Museo de la Bajada de
la Virgen, y se anunciaban nuevos trabajos para facilitar la accesibilidad. Y
la idea, en principio, no era mala. Es más, todo lo que sea poner en valor la
hacienda y sus aledaños debe ser bueno per
se. Y así lo entendió también Luis Morera, líder del popular grupo
musical y defensor a ultranza de este enclave desde los años ochenta.
Supuestamente, desde 2009 un convenio con el Cabildo Insular había convertido
el caserón en sede de un aula abierta de educación ambiental, pero el proyecto
-por lo que parece- nunca llegó a desarrollarse suficientemente. Ahora bien,
debemos tener claro que tampoco un restaurante sería una opción equivocada en
torno al patio central ni, por supuesto, un centro temático o de interpretación
ligado a la riqueza botánica de la finca, como ha propuesto el polifacético
artista palmero, aunque debemos tener en cuenta las pequeñas dimensiones del
inmueble. Cualquier iniciativa en esta dirección no hace más que sumar.
Sin
embargo, lo que no puede perderse es la perspectiva correcta del asunto. Lo más
significativo de la Quinta Verde no es la hacienda, aunque haya sido declarada
Bien de Interés Cultural (2005), sino su entorno, su medio natural. La defensa
de este espacio emblemático durante los años que lo amenazó la especulación
inmobiliaria, y a la que se incorporó con acierto el Ayuntamiento, no pretendía
otro cosa que proteger un entorno natural de primer orden en una ciudad
acogotada por la construcción en altura y su orografía caprichosa. Su palmeral
superior, sus huertas dispuestas en terrazas, sus angostos senderos y
escalinatas, sus bellas portadas almenadas (últimamente la primera de ellas
sostenida por tablones y vigas), su magia y el alma imperecedera de Leocricia Pestana (aún recuerdo
como este lugar era una de las excusiones fijas de nuestra niñez para escuchar
-de madrugada- el espíritu de la dama de blanco)... configuran un paraje
hermoso y natural que urge poner al servicio de la ciudad y de sus visitantes.
Santa Cruz de La Palma necesita imperiosamente respirar con cierto desahogo so
pena de morir por hipoxia severa. Así que más que abandonarnos en la discusión
sobre el destino de la casona -que tiene su recorrido-, lo que la ciudad
reclama es que se habilite y acondicione, de
una vez, el entorno como un gran parque urbano para solaz y disfrute de
nuestros vecinos y turistas, y que puede “proyectar” el propio Luis Morera (si
no lo ha hecho ya), porque no hay otro profesional que la conozca más ni que la
haya defendido con tanto tesón. Eso es, en definitiva, lo que espera la
población más temprano que tarde.
El pasado 16 de junio, Morera publicaba en Facebook un alarmante “SOS por la Quinta Verde” tras una casi clandestina visita a la finca. Yo sigo sin entender cómo en una ciudad como la capital insular este proyecto tan necesario no es una prioridad desde hace casi treinta años. Hoy siento, en fin, que este artículo apenas sea un trasunto del que publiqué en mi blog personal en noviembre de 2011, pero es que –tres años después- su contenido es más actual que nunca.
El pasado 16 de junio, Morera publicaba en Facebook un alarmante “SOS por la Quinta Verde” tras una casi clandestina visita a la finca. Yo sigo sin entender cómo en una ciudad como la capital insular este proyecto tan necesario no es una prioridad desde hace casi treinta años. Hoy siento, en fin, que este artículo apenas sea un trasunto del que publiqué en mi blog personal en noviembre de 2011, pero es que –tres años después- su contenido es más actual que nunca.
* Publicado previamente en www.eldiario.es
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