Publicado en Diario de Avisos, el 2 de febrero de 1990
La desaparición de Acenk Galván González ha supuesto, a pesar de los años que llevaba apartado de la actividad política y parlamentaria, una grave pérdida para lo que podríamos llamar “el compromiso político”, es decir, el compromiso con nuestra tierra, con nuestros electores; con nuestros representados, en definitiva.
Acenk Galván, amén de maestro, abogado, presidente del Cabildo Insular, fue senador en las Cortes Constituyentes (1977-1979) y en la primera legislatura del nuevo orden constitucional nacido de la Carta Magna, sancionada y promulgada por S.M. el Rey el 27 de diciembre de 1978. Su condición de senador de las Cortes Constituyentes sería requisito suficiente para que este palmero ilustre formara parte de nuestra historia reciente. No en vano, por tal condición, Acenk Galván tiene derecho a ingresar en la Orden del Mérito Constitucional que, en palabras de Félix Pons (presidente del Congreso de los Diputados) “es bastante más que un acto de justicia o de mera gratitud hacia la labor de los parlamentarios constituyentes. Significa una llamada de atención sobre la vigencia permanente del espíritu constitucional y el deseo de que tenga proyección continuada sobre la sociedad” (además, Galván formaba parte de la Comisión Constitucional).
Y es, precisamente, un deseo paralelo el que inspira este artículo, esto es, el deseo de que el ejemplo, la honestidad y el compromiso de don Acenk cunda, “tenga proyección continuada” sobre nuestra clase política palmera y canaria.
No olvidemos su lucha tenaz para que el texto constitucional recogiera nuestro particularísimo Régimen Económico Fiscal (junto, en menor medida, al senador grancanario Diego Cambreleng Roca), superando disciplinas de partido y graves amenazas de ser expedientado. Pero, para Acenk, el compromiso con Canarias era superior a las posiciones de su partido (UCD), y así él mismo lo manifestaba, sentado ya en el salón de sesiones, cuando el portavoz de su grupo lo conminó a retirarse de la sesión, y se negó aduciendo “que por encima de UCD, por encima de toda ideología política, para mí en aquel momento lo único importante era las Islas Canarias, a las que tenía necesariamente que defender”. A él, pues, debemos la disposición adicional 3ª de la Constitución donde se reconoce el Régimen Económico Fiscal del Archipiélago Canario.
Por otra parte, Acenk Galván fue compañero de escaño de personajes excelsos de la vida española. Entre otros, Luis Sánchez Agesta, José Luis Sampedro, Angel Salas Larrazábal, Antonio Pedrol Rius, Marcelino Oreja, Guillermo Luca de Tena, Antonio Hernández Gil, Enrique Fuentes Quintana, Torcuato Fernández Miranda, Luis Díez Alegría o Camilo José Cela. Todos ellos senadores por designación real.
Por último, fíjense ustedes lo constante de sus quejas y plañideras, que en el Senado lo conocían como “el llorón” y fue definido por un senador real como “senador prolijo y tropical”. El periodista Víctor Márquez Reviriego narra así una anécdota acerca de su persona: “Muchos y variados fueron los debates de la última semana. Se dijeron grandes verdades. Ninguna tan grande como la del senador canario, señor Galván: las islas estas aisladas. Es como un viejo vicio que tienen las islas, una vieja costumbre de estar rodeadas de agua por todas partes”. Y aunque Márquez Reviriego resalte el lapsus de la tautología, los canarios comprendemos inmediatamente el espíritu de la misma. Su ejemplo, reitero, debe proyectarse en nuestra clase política. Adiós a nuestro mejor político.
La desaparición de Acenk Galván González ha supuesto, a pesar de los años que llevaba apartado de la actividad política y parlamentaria, una grave pérdida para lo que podríamos llamar “el compromiso político”, es decir, el compromiso con nuestra tierra, con nuestros electores; con nuestros representados, en definitiva.
Acenk Galván, amén de maestro, abogado, presidente del Cabildo Insular, fue senador en las Cortes Constituyentes (1977-1979) y en la primera legislatura del nuevo orden constitucional nacido de la Carta Magna, sancionada y promulgada por S.M. el Rey el 27 de diciembre de 1978. Su condición de senador de las Cortes Constituyentes sería requisito suficiente para que este palmero ilustre formara parte de nuestra historia reciente. No en vano, por tal condición, Acenk Galván tiene derecho a ingresar en la Orden del Mérito Constitucional que, en palabras de Félix Pons (presidente del Congreso de los Diputados) “es bastante más que un acto de justicia o de mera gratitud hacia la labor de los parlamentarios constituyentes. Significa una llamada de atención sobre la vigencia permanente del espíritu constitucional y el deseo de que tenga proyección continuada sobre la sociedad” (además, Galván formaba parte de la Comisión Constitucional).
Y es, precisamente, un deseo paralelo el que inspira este artículo, esto es, el deseo de que el ejemplo, la honestidad y el compromiso de don Acenk cunda, “tenga proyección continuada” sobre nuestra clase política palmera y canaria.
No olvidemos su lucha tenaz para que el texto constitucional recogiera nuestro particularísimo Régimen Económico Fiscal (junto, en menor medida, al senador grancanario Diego Cambreleng Roca), superando disciplinas de partido y graves amenazas de ser expedientado. Pero, para Acenk, el compromiso con Canarias era superior a las posiciones de su partido (UCD), y así él mismo lo manifestaba, sentado ya en el salón de sesiones, cuando el portavoz de su grupo lo conminó a retirarse de la sesión, y se negó aduciendo “que por encima de UCD, por encima de toda ideología política, para mí en aquel momento lo único importante era las Islas Canarias, a las que tenía necesariamente que defender”. A él, pues, debemos la disposición adicional 3ª de la Constitución donde se reconoce el Régimen Económico Fiscal del Archipiélago Canario.
Por otra parte, Acenk Galván fue compañero de escaño de personajes excelsos de la vida española. Entre otros, Luis Sánchez Agesta, José Luis Sampedro, Angel Salas Larrazábal, Antonio Pedrol Rius, Marcelino Oreja, Guillermo Luca de Tena, Antonio Hernández Gil, Enrique Fuentes Quintana, Torcuato Fernández Miranda, Luis Díez Alegría o Camilo José Cela. Todos ellos senadores por designación real.
Por último, fíjense ustedes lo constante de sus quejas y plañideras, que en el Senado lo conocían como “el llorón” y fue definido por un senador real como “senador prolijo y tropical”. El periodista Víctor Márquez Reviriego narra así una anécdota acerca de su persona: “Muchos y variados fueron los debates de la última semana. Se dijeron grandes verdades. Ninguna tan grande como la del senador canario, señor Galván: las islas estas aisladas. Es como un viejo vicio que tienen las islas, una vieja costumbre de estar rodeadas de agua por todas partes”. Y aunque Márquez Reviriego resalte el lapsus de la tautología, los canarios comprendemos inmediatamente el espíritu de la misma. Su ejemplo, reitero, debe proyectarse en nuestra clase política. Adiós a nuestro mejor político.
Buen artículo capi. No lo recordaba y hoy, día 6/12. viene como anillo al dedo su relectura.
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