sábado, 8 de octubre de 2011

BERLÍN

Apenas veinte años después de la caída del Muro, Berlín es una ciudad diferente. Quizás no sea más que la consecuencia inesperada de la II Guerra Mundial o de la Guerra Fría, acontecimientos sin los que esta urbe no se entendería hoy, aunque sus cicatrices parezcan ya superadas. La capital alemana (desde 1990 volvió a ser la capital de la Alemania reunificada) es una mescolanza de culturas: es importante la comunidad judía (aunque no son ni de lejos los que eran antes del holocausto) y aún más la turca, pero el cruce de tantas nacionalidades (hindúes, libaneses, sudamericanos...) no deja de sorprender y enriquecer el ecosistema de la ciudad.

Mitte es su centro histórico. El Muro lo dejó en la parte Este de la ciudad, sin duda la más monumental. La visita la comenzamos camino del Barrio Federal, del antiguo Reichtag, que acoge el actual Bundestag (Parlamento federal), un majestuoso edificio neobarroco diseñado por Paul Wallot y construido a finales del siglo XIX, en donde también se proclamó la República de Weimar en 1918. El arquitecto inglés Norman Foster diseñó su nueva e impresionante cúpula de cristal, que ilumina el salón de plenos. Muy cerca, siguiendo la huella que el Muro ha dejado en la calzada (1961-1989), nos encontramos con la Puerta de Brandenburgo (obra de finales del siglo XVIII, del arquitecto Carl Laghans), y su famosa cuádriga, todo un símbolo de la ciudad dividida, al quedar en zona de nadie durante el oprobio comunista. La Puerta se abre ante la Pariser Platz, fielmente reconstruida y que alberga ahora algunas embajadas (Francia o USA) y edificios de elegante diseño, como el DG Bank de Frank Gehry. En la trasera de la embajada norteamericana se ha construido el denominado Memorial por los judíos de Europa asesinados, encargado al arquitecto Peter Einsemann. Nada menos que 2.711 estelas de cemento, huecas e inclinadas, de iguales dimensiones pero de alturas distintas, que configuran un auténtico laberinto en homenaje a las víctimas del exterminio nazi, que conmueve a cualquier visitante.

De vuelta a Pariser Platz, convinimos en disfrutar de un tranquilo paseo bajo los tilos por Unter den Linden, tras un breve descanso en el café LebensArt. Unter den Linden es el corazón de la city, y nos lleva, casi a la vera del río Spree, hasta el Foro Fredericiano, un conjunto monumental neoclásico (ópera, biblioteca, palacio del príncipe Enrique -Universidad Humbolt-, catedral, arsenal...), que se completa con los edificios más recientes de la Nueva Guardia (Neue Wache) y el Altes Palace. Enfrente, en la Bebelplatz, nos tropezamos con una singular biblioteca vacía, sin libros, enterrada en el enlosado y que observamos a través de un ventanuco de cristal, que nos recuerda el auto de fe perpetrado por los nazis en 1933. Pero era hora de tomarnos otro respiro. Nada mejor que sentarnos en el Operncafé (Opernpalais), una cafetería de estilo vienés en la que hallamos un gran surtido de pasteles y dulces, otra de las maravillas de la capital berlinesa.

Casi sin darnos cuenta, llegamos al río. No pueden imaginarse el tráfico que soportan el río Spree y el Landwehrkanal. Casi todas las embarcaciones son grandes catamaranes con cientos de turistas que recorren Berlín desde otra perspectiva. Es una buena opción para recrearse en la ciudad, ya que la mayoría de los monumentos berlineses hacen guardia a orillas del Spree, que se convierte en una suerte de playa interior a la vista de la cantidad de tumbonas y cafés que se ubican en sus márgenes para que los berlineses disfruten del sol del estío, que tan poco les acompaña durante los meses más fríos. Cuando finalizamos la pequeña excursión por el río, como comenzaba a oscurecer, decidimos recogernos. Buscamos Oranienburger Strasse, el lugar de pernocta, cerca de Tacheles, uno de los centros culturales más alternativos que podemos encontrar en toda Europa, nacido en torno a un edificio en ruinas tomado por okupas creativos y talentosos. Oranienburger está en pleno centro del barrio judío (que preside la nueva sinagoga) y es una zona muy animada por la noche. Te encontrarás con frecuencia con chicas muy  monas vestidas de similar factura que parecen anunciar un cabaret cercano, pero no te creas todo lo que aparentan... En fin, mañana será otro día.

No podemos visitar Berlín y no aprovechar para disfrutar de una ópera en el Staatsoper, o al menos de un concierto. Los berlineses son melómanos por naturaleza. Fuera del periodo operístico, nos decidimos por un concierto de la orquesta del Festival de Berlín, dirigida por Stefan Bevier, en la catedral (Berliner Dom), otro grandioso edificio neobarroco. Su culto protestante facilita su acondicionamiento permanente para conciertos. El programa se componía  de música de Schubert, Grieg, Tschaikowski y Puccini, y se publicitaba como "Noche romántica" (Romantische nacht).

Una jornada como mínimo debemos dedicar a la isla de los Museos, un espectacular complejo museístico en el centro de la ciudad (Altes Museum, Altes Nationalgalerie, Bode-Museum, Pergamom Museum y Neues Museum). Impresiona la portada neoclásica del Altes, diseñada por Schinkel, omnipresente en la capital teutona, la cúpula del Bode ante el mismísimo río Spree o las maravillas reconstruidas del Museo de Pérgamo (el altar de Zeus, la puerta de Isthar o del ágora de Mileto, la sala de Aleppo...).

Pero no sólo de pan vive el hombre. Y todo no puede ser la riqueza monumental del nuevo Berlín. Dicen que los berlineses son insaciables y que están comiendo a cualquier hora del día. El curry wurst (la famosa salchicha al curry) es lo socorrido, la encontramos en puestos de todo tipo. Para acompañarla, no puede faltar una buena birra, la Berliner, por ejemplo, aunque un poco amarga, es la cerveza local por excelencia. Aunque si queríamos algo con más poso, optábamos por el jarrete de cerdo, los arenques, o las albóndigas, sencillas y sabrosas. Ahora bien, si deseas probar cualquier tipo de especialidad de la zona, todo muy bien preparado y servido, bastará con acercarse al centro comercial del Oeste, cerca de Kurfüstedamm. En la sexta planta de los legendarios almacenes KaDeWe podemos descubrir cualquier maravilla gastronómica y encima consumirla allí mismo. Una auténtica "pasada", nen.

Alexanderplatz (que puede divisarse desde cualquier punto de la ciudad por albergar el "pirulí" de la Televisión alemana) y Postdamerplatz son el revés y el envés de una misma moneda. El centro popular del este y del oeste en tiempos de la Guerra fría, los escaparates de dos regímenes distintos en la misma urbe. En "la Alex" está el Ayuntamiento "rojo" y la iglesia de Santa María, además del Pirulí de TV, en la Postdamer el Kulturforum y otros edificios ultramodernos como el Sony Center. De camino entre una y otra, entre el este y el oeste, nos propusimos hacer un alto en el antiguo puesto fronterizo Checkpoint Charlie, todo un símbolo del pasado del Muro (como el contiguo Museo del Muro). No puede faltar la foto de rigor entre los soldados impostados del puesto.

Apenas nos quedaba un día en Berlín y no podíamos renunciar a visitar dos referencias más de la ciudad. Una por su monumentalidad, Gendarmenmarkt, un antiguo mercado convertido en plaza de armas presidido por sendas iglesias idénticas, construidas en tiempos de Federico I, para los hugotones franceses y para los protestantes alemanes, y entre ambas, la fabulosa Konzerthaus de Schinkel. Otra por su animación, Hackesche Höfe, con abundantes cafés y restaurantes, y sus singulares patios interiores. Pero no había tiempo para más... en pocas horas despegaba nuestro vuelo de regreso a casa.

7 comentarios:

  1. Qué ganas de visitar Berlín... Me lo apunto. Me ha gustado mucho. Un saludo

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  2. TV (desde facebook)8 de octubre de 2011, 23:18

    Guten tag !!!!!!

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  3. A mí me encantó pasear por Unter den Linden...

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  4. se ma acumula el trabajo!!!, y es que ya estaba haciendo un hueco para ir a darme una vuelta por el barrio del antiguo convento franciscano en La Palma y ahora tendré que organizarme par tomar un vuelo desde alli que me lleve a Berlín, ciudad que aún no conozco pero que me parece muy interesante, después de tu sugerente y detallista descripción...

    JJ, a Juan esta vez te lo has llevado o lo has dejado tomando unas arepas en la isla??..jeje

    un abrazo

    detalle:me gusta el cambio de look en el blog...le has dado mucha luz y se percibe mucha paz

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  5. A mí tambien me encantó Berlín. Rezuma juventud por todos sus poros. Deseé tener veinte años menos y quedarme una temporada a estudiar, a aprender, en definitiva a vivir...

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  6. No hay nada mejor que una descripción tan minuciosa de un lugar que no visitas desde hace tiempo. Ha sido genial, dando la sensación de estar allí disfrutando.Lo haces de maravilla,consiguiendo que intente buscar un huequito para volver a Berlín.Gracias por escribir tan bien.

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  7. Viajar contigo es una delicia... Me ha encantado tu descripción. Un abrazo JJ.
    Ana Isabel Núñez.

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